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miércoles, 15 de octubre de 2025

“El día que Daniela dijo ¡YA BASTA de chuches! — Cuento infantil sobre dulces y frutas”

“Cuento para niños: Daniela y su barriga gruñona — aprendo a decir no a las chuches”

En un bonito pueblo lleno de casas, tiendas, parques y árboles frondosos vivía una niña llamada Daniela.
Daniela era muy alegre y juguetona, pero tenía un pequeño problema: ¡le encantaban las chuches!
Comía dulces para desayunar, caramelos para almorzar, nubes de azúcar para merendar y chocolates para cenar. ¡Le gustaban todos!



Cada vez que su madre la llevaba al parque, Daniela se iba directamente a la tienda de chuches.

—Mamá, cómprame esta nube de azúcar, por favor. Solo esta… y aquel chocolate también, que se ve muy bueno.

—Daniela, son los últimos dulces que te compro. ¡Llevas todo el día comiendo chuches! —le respondió su mamá.

Y así era el día a día de Daniela: comiendo chuches sin parar.

Una tarde, mientras masticaba unos caramelos, escuchó un gruñido tenebroso.

—Gru, gru, ñu-gru...

—¿Qué es ese sonido? ¿Es un tigre? —preguntó asustada.

—¡Soy tu barriga! —respondió una voz—. Estoy muy enfadada.

—¿Mi barriga habla? —preguntó Daniela con los ojos abiertos de sorpresa.

—Sí, estoy harta de tantos dulces. ¡Ya basta! —dijo la barriga con tono molesto.

Al escuchar aquello, Daniela corrió a contárselo a su madre.

—Mamá, ¡mi barriga me habló! —exclamó agitada.

Su madre sonrió y le dijo:
—Daniela, come un poco de fruta. Prueba esta manzana y verás cómo tu barriga se calma.

Daniela dio un mordisco a la manzana, y su barriga suspiró aliviada:
—¡Ahhh! Esto está mucho mejor.

Desde ese día, Daniela aprendió a comer menos chuches y más frutas.



jueves, 9 de octubre de 2025

EL SELLO 666 DEL ANTICRISTO – Cuento infantil

 Adaptación infantil por María Abreu, basado en Apocalipsis 13

Había una vez un gran continente llamado Europa, donde había mucho desorden: crisis económicas, guerras y rumores de más guerras.

Los presidentes de ese continente no sabían cómo controlar tanto caos, hasta que un día apareció un hombre que decía ser Cristo.

Este hombre hacía grandes señales en el cielo. Incluso un día hizo que descendiera fuego del cielo a la tierra. La gente, al ver esto, quedó impresionada por tanto poder.

—¡Yo soy el Cristo que tanto estaban esperando! —gritó el hombre—. Les prometo que, con mi poder, el mundo tendrá paz y prosperidad.

La gente se arrodillaba y lo adoraba. El hombre continuó:

—Tendrán todo lo que deseen. Solo deberán obedecerme y aceptar una marca que pondré en la frente o en la mano derecha: el 666. El que no se la ponga no podrá comprar ni vender.

Pero una anciana, que veía la transmisión en la televisión, le dijo a su hijo:

—No te pongas esa marca. El 666 es la marca de la bestia. Ese no es el verdadero Cristo. La Biblia dice que Cristo vendrá en una nube con un gran ejército.

Mientras la gente escuchaba al falso Cristo, muchos se apresuraron a ponerse la marca en la frente o en la mano.

Sin embargo, la abuelita le dijo a su nieto:

—Tenemos que escondernos, e incluso puede que tengamos que dar nuestras vidas por Jesús, porque ese no es el verdadero Cristo.

El nieto, atento a los consejos de su abuela, le preguntó:

—¿A dónde iremos, abuela?
—Vamos a escondernos en los montes —respondió ella.

Y así lo hicieron. La abuela y el nieto corrieron a esconderse en los montes, sabiendo que no podrían comprar ni vender, pero confiando en la promesa de que el verdadero Cristo vendría en una nube.

“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.”
Lucas 21:27



miércoles, 1 de octubre de 2025

EL NIÑO DE LA CAVERNA - CUENTO RELATO INSPIRADO EN EL MITO DE LA CAVERNA DE PLARÓN Y LA LIBERTAD EN CRISTO

 

EL NIÑO DE LA CAVERNA

Había una vez un grupo de niños que vivían en una caverna. La cueva era oscura y fría.

Dentro de la caverna, los niños veían en la pared sombras de animales, árboles y hasta de personas.

Como habían vivido toda su vida allí dentro, pensaban que esas sombras eran el mundo entero.


—¡Mira qué animal más bonito! —decía uno, al ver la sombra que se movía.
—¡Qué luz tan hermosa! —decía otro, al mirar un rayo de luz borrosa en la pared.

Pero la realidad era que, detrás de ellos, había una hoguera. Y entre el fuego pasaban personas y objetos que proyectaban aquellas sombras que los niños contemplaban.

Un día, un niño muy curioso llamado Esteban les dijo a los demás:
—¿Y si existe algo más que sombras?

—No seas tonto, las sombras son lo único que existe —respondió otro.

Pero Esteban, movido por la curiosidad, caminó hacia el fondo de la caverna. Y cuanto más avanzaba, más fuerte brillaba una luz que jamás había visto.

Al salir de la caverna, sus ojos se llenaron de un gran resplandor.
El sol brillaba en el cielo, los pájaros cantaban, los árboles eran verdes, y los animales tenían distintos colores y formas.

Esteban quedó impresionado y susurró:
—El mundo es mucho más que sombras, y mucho más grande de lo que imaginaba.

Corrió de vuelta a la caverna diciendo:
—¡Amigos, escuchen! Afuera hay un mundo donde el sol es real, los animales son de verdad y todo está lleno de colores. ¡Hay un mundo enorme esperándonos!

Pero los demás niños, moviendo la cabeza, negaron todo lo que escuchaban de Esteban.

Él trató de animarlos a salir para que descubrieran la verdadera realidad que estaba ahí afuera, pero los demás se negaron. Se sentían más seguros con lo conocido que con lo desconocido.


Autora: María Abreu

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres."
(Juan 8:31-32, 36)

Enseñanza:
A veces el miedo nos hace conformarnos con poco, pero si confiamos en Dios y damos un paso de fe, descubriremos un mundo mucho más grande y lleno de luz.



jueves, 25 de septiembre de 2025

LA PRINCESA DESOBEDIENTE

 LA PRINCESA DESOBEDIENTE

Autora: María Abreu



En lo lejano de un gran bosque, había un hermoso castillo, donde vivía la princesa Isabela. Ella era bella, amable y sonriente, pero tenía un problema: era muy desobediente.


Sus padres, el rey y la reina, la querían mucho y siempre le aconsejaban que no saliera sola del castillo. Sin embargo, la princesa Daniela no les hacía caso, ya que era muy curiosa y le gustaba explorar el entorno.

Por eso, un día, salió del castillo a escondidas para dar un paseo por el bosque; quería ver las coloridas mariposas que aparecían al comienzo de la primavera.

Mientras caminaba, se deleitaba mirando la belleza de las flores, las mariposas revoloteando sobre ellas y las abejas recogiendo néctar. También escuchaba el canto de los pájaros; todo era tan hermoso que, al mirar a su alrededor para buscar el camino de regreso a casa, se dio cuenta de que se había perdido.

Con la mano en el pecho por el susto, la princesa miraba perdida a su alrededor. Caminaba asustada, pero no encontraba el camino y sólo recordaba el consejo de sus padres:

—Princesa Daniela, no salgas sola al bosque.

Desesperada y sin saber qué hacer, empezó a gritar pidiendo ayuda.

Justo en ese momento, un campesino que solía salir al bosque a recoger leña la escuchó y fue en su auxilio.

La princesa quedó impactada por la belleza del joven campesino: alto, fuerte, con ojos azules, mirada penetrante y un flequillo que reposaba sobre su frente. Él se acercó y ella le contó que estaba perdida.

El campesino, muy amable, le explicó que conocía bien el bosque y que la ayudaría a regresar a casa.

Haciendo espacio entre los matorrales, el campesino encontró el camino y le indicó cómo regresar al castillo.

La princesa, muy agradecida, le pidió que por favor fuera a cenar al castillo esa misma noche, en señal de gratitud por haberla ayudado.

Luego, la princesa Daniela regresó a casa y contó lo sucedido a sus padres, quienes le recordaron la importancia de la obediencia, pues si no hubiera sido por aquel campesino, no se sabría qué le habría pasado.

Finalmente, esa misma noche, el campesino fue a cenar con los reyes y la princesa. Después de la cena, esta le pidió que subieran al balcón para ver la luna; sin embargo, una vez allí, el campesino Joel le mostró la belleza de la luz de las luciérnagas.

Pasados algunos años, la princesa Daniela y el campesino Joel se enamoraron, se casaron y fueron muy felices.

  "Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo."  Efesios 6:1



sábado, 20 de septiembre de 2025

La muelita y la endodoncia – Versión rimada

 

Había una muelita que se llamaba Sarita,
vivía en la boca de Daniela, muy bonita.

Junto a sus amigas trabajaba sin parar,
pan, frutas y carnes le gustaba masticar.



Pero un día un caramelo y un helado frío,
le causaron a Sarita un dolor muy bravío.
—¡Ay, qué dolor siento por dentro de mí!
Ya no puedo masticar como lo hacía antes, ¡ay sí!

Un bichito travieso se metió sin avisar,
hizo un agujerito y al nervio fue a dañar.
Ese hilito sensible que da vida y calor,
cuando se enferma, ya no aguanta el dolor.

Daniela en su carita la mejilla se tocó,
—¡Mamá, al dentista, que el dolor aumentó!

La doctora revisó y muy clara explicó:
—Tu muelita Sarita su nervio ya enfermó.
Haremos endodoncia, no hay por qué temer,
limpiamos y sellamos, ¡volverá a florecer!

—¿Endodoncia? —preguntó Daniela al escuchar.
—Es sacar el nervio malo y la muela curar.
Le pondremos un material fuerte y especial,
así seguirá masticando y ya no le dolerá más.

Daniela abrió la boca, Sarita suspiró,
la doctora con cuidado su nervio retiró.
Limpiaron, taparon y todo terminó,
y Sarita muy alegre de nuevo sonrió.

—Aunque ya no tenga mi nervio, aquí seguiré,
masticando contigo siempre ayudaré.

Daniela aprendió lo que debe practicar:
cepillarse los dientes después de cada manjar.

Y colorín colorado,
este cuento rimado se ha acabado. 🦷✨

Autora: María Abreu

"Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,
y no desprecies la dirección de tu madre;
porque adorno de gracia serán a tu cabeza,
y collares a tu cuello."

📖 Proverbios 1:8-9




La muelita y la endodoncia – Cuento infantil

 

La muelita y la endodoncia – Cuento infantil

Había una muelita que se llamaba Sarita, y vivía en la boca de una niña llamada Daniela.

La muelita Sarita trabajaba mucho junto a las demás muelitas, triturando pan, frutas, carnes y hasta los caramelos, que eran los favoritos de Daniela.

Un día, mientras trituraba un caramelo y luego un helado muy frío, la muelita Sarita empezó a sentirse mal.
—¡Ay! Siento mucho dolor por dentro… creo que no puedo triturar nada como antes —dijo Sarita muy dolorida, y comenzó a llorar.

Un bichito de azúcar había hecho un agujero muy profundo y había dañado el nervio, ese hilito sensible que le daba vida y la hacía sentir. Cuando el nervio se enferma, ya no puede seguir ahí.

Daniela, llevándose la mano a la mejilla, también notaba el dolor de su muelita Sarita.
—¡Mamá, llévame al dentista, me duele mucho la muela! —gritó Daniela.

La mamá, preocupada, llevó a Daniela al dentista. La doctora revisó y explicó:
—Daniela, tu muelita Sarita está llorando porque su nervio está muy enfermo. Ese nervio ya no puede quedarse ahí. Para que deje de doler, vamos a hacerle una endodoncia.

—¿Endodoncia? ¿Qué es eso? —preguntó Daniela.

La doctora sonrió y respondió:
—Es quitar el nervio, porque está malito. Vamos a limpiar la muelita por dentro y luego le pondremos un material fuerte. Así, Sarita podrá quedarse en tu boca y seguir masticando contigo, pero esta vez sin dolor.

Cuando Daniela escuchó la explicación, abrió la boca con confianza. La doctora, con mucho cuidado, limpió, curó y tapó a la muelita Sarita.

Entonces, Sarita se sintió tan feliz que les dijo a sus compañeras, las demás muelitas:
—¡Qué bien! Porque aunque ya no tengo mi nervio, podré seguir ayudando a masticar los alimentos junto a ustedes.

Daniela también aprendió la lección y practicó los consejos que le dio la dentista acerca de la importancia de cepillarse los dientes después de cada comida.

Y colorín colorado,
esta endodoncia se ha acabado. 🦷✨

Autora: María Abreu

"Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,
y no desprecies la dirección de tu madre;
porque adorno de gracia serán a tu cabeza,
y collares a tu cuello."

📖 Proverbios 1:8-9



El bichito en la muela

 Había un niño llamado Jairo al que le encantaba comer caramelos.

Su mamá siempre le decía:
—Jairo, cuando comas caramelos debes cepillarte los dientes.

Pero Jairo no hacía caso a su mamá, y cada vez que comía caramelos no se cepillaba.

Una noche, mientras dormía, sintió un ligero dolor en la boca.
—¡Ay! —dijo llevándose la mano a la mejilla—. ¡Me duele una muela!

El dolor era porque dentro de la muela vivía un bichito llamado Carie, que había hecho un agujerito para vivir allí. El bichito, feliz, se alimentaba de los restos de azúcar y gritaba con alegría:
—¡Ummm, qué ricooo!

Mientras tanto, Jairo no pudo dormir en toda la noche.

A la mañana siguiente, su mamá lo llevó al dentista, y la doctora le explicó:
—Jairo, el dolor que sientes es porque un bichito se ha instalado en tu muela.

—¡Oh, nooo! —gritó Jairo preocupado.

—¿Quieres que lo saquemos? —preguntó la doctora.

—Sí, por favor —respondió Jairo con su carita avergonzada.

Entonces, siguiendo las instrucciones, Jairo abrió la boca. La doctora limpió y curó la muela, y el bichito salió corriendo muy lejos.

Después del procedimiento, la doctora volvió a explicar:
—Jairo, para que el bichito no vuelva a hacer un agujerito en tu muela, debes cepillarte los dientes después de cada comida y usar un enjuague con flúor.

Jairo asintió con la cabeza y comprendió la lección, diciendo:
—Si me cepillo los dientes después de comer, ningún bichito podrá hacer un agujerito en mi muela.

Y así, cada mañana y cada noche, Jairo cantaba mientras se cepillaba:
"Adiós bichito, adiós dolor, con mi cepillo me cuido mejor".

Y colorín colorado,
el bichito en la muela se ha marchado. 🪥✨

Autora: María Abreu

"Hijos, sed obedientes a vuestros padres en todo, porque esto es agradable al Señor."
📖 Colosenses 3:20



jueves, 18 de septiembre de 2025

NO TE JUNTES NI JUEGUES CON ESTE TIPO DE NIÑOS

 

En el recreo de la escuela del frondoso bosque, todos los animalitos salían al patio a jugar.

El zorro Guille siempre iba contento porque le gustaba compartir y divertirse con los demás.

Pero un día se encontró con un grupo de zorros y jabalíes que jugaban de manera brusca: empujaban, gritaban y no respetaban a los demás.

—¡Ven, Guille, juega con nosotros! —le llamaban entre burlas.

Guille, aunque quería tener amigos, dudó. En ese momento recordó los consejos de su abuelo:
—“Si alguien juega mal o se porta mal, simplemente aléjate en silencio.”

El zorrito respiró hondo y respondió:
—No, gracias. No quiero lastimar a nadie.

Y se marchó a jugar con las ardillas, que trepaban felices por los árboles.

De esa manera, Guille descubrió que la verdadera diversión está en jugar con respeto, alegría y buenos amigos.

También comprendió que no se trata de pelear ni de enfrentar a nadie, sino de saber marcharse en silencio con sabiduría.


✍️ Autora: María Abreu

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Proverbios 22:6



CUANDO NADIE TE HACE CASO – Cuento infantil

 


En lo profundo de un bosque vivía un pequeño ratón alegre y juguetón.

Su frase favorita era: “¡Tengo una idea!”


Muchas veces, con sus ocurrencias, se acercaba a los demás animalitos del bosque diciendo:
—¿Podemos jugar a hacer un experimento con estas botellas de plástico?
—No, Lucas, no queremos —respondían.

El ratoncito Lucas, una vez más, se acercaba al grupo y decía:
—¡Tengo otra idea! ¿Podemos echar una carrera?
—No, Lucas, no nos apetece.

Y así estaban los animalitos del bosque, rechazando los juegos, las ideas y el deseo de compartir un rato con él.

Por ello, Lucas se sintió muy triste. Pero mientras se marchaba recordó lo que le había enseñado su abuelita:
—Tu felicidad no depende de los demás. Puedes disfrutar por ti mismo de lo que te gusta.

Lucas respiró hondo, se sacudió las patitas y sonrió.
—Está bien, jugaré yo solo y disfrutaré del momento. ¡Y tengo una idea! Haré un castillo.

Se puso a juntar ramas y hojas, y construyó un hermoso castillo. Mientras trabajaba, cantaba una canción inventada por él mismo. Poco a poco, su alegría y creatividad atrajeron la atención de los animalitos del bosque.

—¡Qué castillo tan bonito has creado, Lucas! —dijo la ranita.
—¿Podemos jugar contigo? —preguntaron las liebres y las mariposas.

Lucas, muy sonriente, respondió:
—¡Claro que sí!

Desde ese día, Lucas comprendió que su felicidad y bienestar personal no deben depender de los demás, sino de su propio interior.


✍️ Autora: María Abreu

"Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en entendimiento, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños."
Éxodo 35:31-32



miércoles, 17 de septiembre de 2025

🌟 El niño que no sabía orar 🌟


En lo lejano de un bonito pueblo vivía Daniel con su abuelita. Daniel era un niño curioso, alegre y juguetón.
Le llamaba mucho la atención ver que su abuelita, cada noche, cerraba los ojos y se ponía a orar.

Muchas veces se preguntaba por qué su abuelita oraba y por qué era tan importante para ella hacerlo.


Una noche, mientras se escuchaba el canto de los grillos y las cigarras, Daniel se acercó y le preguntó a su abuelita:

—¿Por qué hay que orar a Dios?

Ella le respondió con dulzura:
—Porque Dios nos cuida de todo peligro y de todo mal. También nos da todo lo que necesitamos, porque nos ama.

Daniel, al escuchar esa respuesta, quedó impactado y muy emocionado, por lo que preguntó:
—Abuelita, yo no sé orar… ¿cómo debo hacerlo?

Con voz suave y rostro tierno, la abuelita le explicó:
—Hijo, orar no es repetir palabras bonitas ni difíciles. Orar es hablar con Dios como hablas con un amigo, con tu corazón.

Esa misma noche, Daniel fue muy contento a su pequeña habitación y comenzó a orar:
—Hola, Dios… mi nombre es Daniel. No sé orar, pero quiero darte las gracias por mi familia, por el pan de hoy… y también porque me cuidas cuando tengo miedo. En el nombre de Jesús, amén.

Después de esa sencilla oración, Daniel sintió una paz enorme en su pequeño corazón y se quedó dormido.

Al día siguiente se levantó muy emocionado y le contó a su abuelita que ya sabía hablar con Dios, y que, desde ese momento, siempre iba a hablar con Él como con su mejor amigo.

Desde ese día, Daniel fue comprendiendo que Dios siempre escucha nuestras oraciones.

Autora: María Abreu

"Y, si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido."
— 1 Juan 5:15



domingo, 14 de septiembre de 2025

EL NIÑO MENTIROSO Y LA RANA🐸 - CUENTO INFANTIL CRISTIANO CON MORALEJA

 

En un pequeño pueblo, lleno de árboles verdes y en lo alto de una colina, vivía Lucas. Su casita de madera estaba pintada de color azul.

Lucas era un niño alegre y juguetón, pero tenía un gran defecto: le encantaba decir mentiras.

Cuando su madre le preguntaba:
—Lucas, ¿ya hiciste la tarea del colegio?
Él respondía que sí, pero cuando su madre revisaba el cuaderno, se daba cuenta de que era mentira.

También, cuando ella le preguntaba:
—Lucas, ¿ya te duchaste?
Él respondía que sí, mintiendo otra vez.

—Lucas, ¿ya te comiste toda la comida?
—Sí —decía él, aunque no era cierto.

Así pasaban los días: Lucas mintiendo a cada momento.

Una tarde, en el pequeño pueblo comenzó a caer una suave llovizna. La madre le dijo que fuera al baño a ducharse, pero Lucas le contestó:
—Mamá, el día está un poco húmedo y tú una vez me dijiste que, cuando llueve, a veces unas ranas se posan en la pared del baño. Y yo les tengo miedo.

Ante esta excusa, la madre le respondió con firmeza:
—Lucas, ya llevas tres días sin ducharte. Métete a la ducha, no hay ranas.

Confiando en las palabras de su madre, Lucas entró al baño. Se quitó la ropa y comenzó a enjabonarse con el estropajo, cuando de pronto sintió que algo saltaba sobre su espalda. ¡Era una pequeña rana verde!

Lucas empezó a gritar, dar saltos y patalear del susto. Muy asustado, salió corriendo del baño y le dijo a su madre:
—¡Mamá, me mentiste! Me dijiste que no había ranas en el baño.

La madre, al ver la carita ruborizada y temblorosa de su hijo, se acercó con ternura y le explicó:
—Lucas, lo que quiero que entiendas es que decir mentiras no es bueno. La mentira hace daño porque es cruel.

En ese momento, Lucas bajó la cabeza y comprendió lo terrible que es mentir.


✍️ Autora: María Abreu

? “Y todo aquel que hace y ama la mentira no entrará en el reino de los cielos.”
Apocalipsis 22:15


VER EL CUENTO EN YOUTUBE:  https://www.youtube.com/watch?v=vRi39AgNmtM



jueves, 26 de junio de 2025

DANIEL EN EL POZO DE LOS LEONES

 

Daniel y los leones dormilones

Basado en Daniel 6 – Adaptado por María Abreu

Había una vez un hombre sabio y valiente llamado Daniel. Vivía en un país muy lejano, en el reino de Babilonia, donde trabajaba para el rey Darío. Daniel era muy especial: oraba a Dios tres veces al día, todos los días, y nunca dejaba de hacerlo, aunque estuviera ocupado.

El rey Darío confiaba mucho en él, tanto que pensaba hacerlo el jefe de todo el reino. Pero a algunos hombres malvados no les gustó eso, y decidieron hacerle una trampa.

—¡Nunca encontraremos algo malo en Daniel… a menos que tenga que ver con su Dios! —decidieron.

Entonces fueron al rey con una idea engañosa:

—Oh, gran rey Darío, ¡haz una ley que diga que durante 30 días nadie puede orar a ningún dios, solo a ti!

El rey, sin sospechar nada, firmó la ley. Era una ley que no se podía cambiar.

Pero Daniel, cuando supo de la nueva ley, siguió orando como siempre, con las ventanas abiertas hacia Jerusalén. ¡Él sabía que obedecer a Dios era más importante que obedecer a los hombres!



Los hombres malvados corrieron a acusarlo. Y aunque al rey no le gustó, no pudo cambiar la ley. Así que, con el corazón triste, ordenó que echaran a Daniel al foso de los leones.

—¡Que tu Dios, a quien sirves siempre, te salve! —le dijo el rey a Daniel antes de cerrar el foso.

Esa noche, el rey no pudo dormir. No comió, no escuchó música… solo pensaba en su amigo Daniel.

Muy temprano al amanecer, corrió al foso y gritó:

—¡Daniel! ¿Acaso tu Dios pudo salvarte de los leones?

Entonces, una voz alegre respondió desde adentro:

—¡Viva el rey! Mi Dios envió a su ángel y cerró la boca de los leones. ¡No me han hecho daño!

El rey se puso tan feliz que mandó sacar a Daniel inmediatamente. ¡No tenía ni un rasguño! Luego, el rey ordenó que los hombres malvados fueran castigados por su trampa.

Desde ese día, el rey Darío hizo una nueva ley: todos debían respetar al Dios de Daniel, porque Él es el Dios vivo que salva y hace maravillas.

Y Daniel siguió siendo bendecido, porque confió en Dios y nunca dejó de orar.



viernes, 20 de junio de 2025

CUENTOS NUEVOS VIRALES “La ovejita que se alejó del redil… y encontró algo increíble”

 

Había una vez una tierna ovejita llamada María, que vivía feliz en un campo verde, bajo el cuidado amoroso del Buen Pastor.

Cada mañana, María brincaba entre los pastos, corría con sus amigas, y le encantaba escuchaba al Pastor cantar salmos al sol. Pero un día, mientras exploraba más allá de la colina, María vio un saltamontes de colores que la hizo alejarse sin darse cuenta del redil del pastor.



— Corriendo detrás del saltamontes María no notaba que las montañas se volvían grises y el viento mucho más frío.

De pronto, el saltamontes se escondió y desapareció, y María se encontró sola. No veía a sus amigas, ni al tierno Pastor, ni el camino de regreso al redil.

—“¿No sé dónde estoy? ¿Qué haré ahora?” — baló con mucho miedo sintiéndose perdida.

En medio del triste silencio, escuchó un suave silbido.

¡Era el Buen Pastor! Venía bajando por la montaña, con su bastón, buscando a María.

—“¡Te encontré, mi ovejita!” —dijo con una sonrisa y lágrimas en los ojos.

El buen Pastor la abrazó, la cargó en sus brazos, y cantó mientras regresaban al redil. La ovejita María aprendió algo muy importante ese día:

Aunque te alejes del redil, Jesús siempre te busca con amor y te guarda de todo peligro.

Desde ese día, la ovejita María comprendió que el lugar más seguro es al lado del Pastor.


Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Juan 10: 11




CUENTOS NUEVOS VIRALES “La ovejita que se alejó del redil… y encontró algo increíble”

 

“La pequeña estrella que iluminó a Jesús  | Cuento cristiano para niños (con enseñanza de amor)”


En lo alto del cielo vivía  Carita, una estrellita  sonriente,  inquieta y muy brillante.

Pero había un problema… Y es que Carita se sentía inferior entre tantas grandes y brillantes estrellas.

—¡Me gustaría hacer algo importante!  ¿ No sé si Dios me ve aquí donde estoy?

En ese momento Jesús caminaba entre las montañas enseñando sus mandamientos a las personas que lo seguían.



Carita miró hacia la tierra y vio a Jesús hablando con la gente, sanando y haciendo todo tipo de milagros.

Entonces su corazón de llenó de entusiasmo y pensó:

- Me gustaría brillar para Jesús, pero soy tan pequeña.

Carita intentaba bajar un poco a la tierra intentando acercarse a Jesús. Pero se acordó que la oración siempre nos acerca a Jesús sin importar el tiempo o la distancia.

- Señor, ayúdame a tener más luz  para poder iluminar a los demás.

En ese momento Jesús frena sus pasos para escuchar atentamente la oración de Carita la estrellita.

Y mirando al cielo le contestó la oración con una dulce sonrisa diciendo:

Cada luz por pequeña que sea puede iluminar el camino a los demás, porque Dios no busca cosas grandes, sino corazones dispuestos a servirle.

Cuando la estrellita Carita entendió esto brilló más fuerte que nunca porque lo estaba haciendo para Dios.

Autora: María Abreu

Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben a su Padre que está en los cielos.  MATEO 5: 16



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