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sábado, 25 de octubre de 2025

EL NIÑO DESOBEDIENTE - CUENTO INFANTIL CRISTIANO EN ESPAÑOL PARA DORMIR NIÑOS

 

El niño desobediente

Autora: María Abreu

En un pequeño pueblo rodeado de árboles, montañas y ríos, vivía Tomás, un niño alegre, juguetón y curioso. Pero era tan aventurero que tenía un problema: no le gustaba obedecer.

Por las noches, cuando la lámpara de su casita estaba encendida, su madre siempre le decía:
—Tomás, deja de jugar con la lámpara, que te puedes quemar.



Pero Tomás no hizo caso a su mamá… y se quemó la mano. Entonces, la madre, con mucho cariño, fue y se la curó.

Al día siguiente, la madre le advirtió:
—Tomás, no te subas a ese árbol, que te puedes caer.
Pero Tomás, como era muy desobediente, comenzó a trepar el árbol. Resbaló… ¡y se cayó!

La madre lo escuchó llorar de dolor y corrió a socorrerlo.

Pasaban los días, y la madre seguía enseñándole:
—Tomás, no saltes en la cama, que te puedes golpear.
Pero Tomás, desobedeciendo como siempre, no paraba de brincar… hasta que se cayó y se dio un tremendo golpe.

Una vez más, su madre fue a curarlo con paciencia y amor.

Así era el día a día de Tomás: hacía lo que le daba la gana y desobedecía sin parar.

Una mañana, cuando el cielo estaba nublado, Tomás dijo:
—Mamá, ¿puedo ir al bosque a buscar mi burrito para dar un paseo?

—No, hijo —le advirtió su madre—. Está nublado y creo que va a caer una tormenta.

—¡No va a llover, mamá! —respondió Tomás.

Y, desobedeciendo una vez más, abrió la puerta de la casa y se fue en busca de su burrito, que estaba amarrado lejos, cerca del bosque.

Los árboles eran altos, el aire estaba quieto y ya no se escuchaban los cantos de los pájaros. Tomás caminaba abriéndose paso entre la maleza. Todo parecía tranquilo… hasta que un relámpago iluminó el cielo, seguido de un trueno ensordecedor.

De pronto, empezó a llover con fuerza.

Tomás sintió miedo y corrió hasta una cueva cercana. Desde allí, temblando, vio cómo un rayo partía un árbol en dos.
Asustado, comenzó a llorar y a gritar:
—¡Mamá, ven! ¡Te necesito, mamá!

Pasaban las horas, el viento soplaba con tanta fuerza que derribó varios árboles. Tomás, muerto de miedo, se acurrucó en el suelo y escondió la cabeza entre las piernas.

—Mamá… —lloraba—, ven… Desde hoy te voy a obedecer siempre. Tengo miedo, mamá.

Justo en ese momento, alguien asomó la cabeza por la entrada de la cueva: ¡era su madre!
En medio de la tormenta, había salido a buscar a su pequeño.

Lo abrazó fuerte, lo tomó en brazos y, montada en un caballo, lo llevó de regreso a casa.

Desde ese día, Tomás aprendió que la desobediencia siempre trae consecuencias, y que obedecer a sus padres es una forma de cuidarse… y de demostrar amor.



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