.
lunes, 4 de diciembre de 2023
martes, 31 de octubre de 2023
FITO Y EL TESORO DE LA NAVIDAD
Lentamente caía la nieve cubriendo los árboles con un manto blanco.
Fito, desde la ventana del salón, mirando la nieve, gritó de alegría.
_ ¡Mamá, papá, ha llegado la navidad!
_ ¡Sí, hijo, ya es navidad, y prepararemos una gran cena!
_ ¡No mamá, yo prefiero muchos regalos! _ dijo Fito con los ojitos
brillantes de alegría.
_ Fito. Te voy a mostrar el mayor
regalo. Es tan grande que
es un tesoro.
_ ¿Y dónde está ese regalo mamá? _ preguntó Fito.
_ ¡Está en el tronco de uno de esos árboles ahí afuera! Sal y descubre
dónde está_ indicó mamá coneja.
Fito muy entusiasmado, se abrigó bien y salió corriendo a buscar el
regalo.
Con mucha curiosidad revolvía la
nieve de los troncos de los árboles. Hasta que por fin encontró una bonita
cajita con una nota dentro, que decía:
_ ¡El mayor regalo de la navidad, es compartir con los demás!
Al conejito Fito no le hizo mucha ilusión encontrar sólo un papel con
una nota. Así que muy desencantado se fue a caminar por el bosque a ver si
encontraba algo mejor.
Mientras caminaba, vio a lo lejos al zorro Juanito temblando de frío y
le preguntó:
_ ¿Amigo qué buscas?
_Estoy buscando comida para la cena de esta noche y sólo he encontrado
un huevo.
_ Pues ven conmigo a casa, mamá está preparando una gran cena _ dijo
Fito.
Mientras Fito caminaba junto al zorro, cerca de allí, encontró a la
conejita Alicia.
_ ¿Alicia qué buscas? _ indagó Fito.
_Busco algunas cositas para decorar mi casita y algo de alimento para
hacer una cena.
_ Ven conmigo a casa, mamá está preparando una gran cena.
Mas adelante vio a su amigo la liebre y también lo invitó a cenar.
Cuando llegaron a casa, Fito tocó la puerta y mamá y papá conejo,
quedaron sorprendidos por todos los amigos que Fito había llevado.
Entre risas, todos prepararon la mesa, cenaron juntos, contaron cuentos
y compartieron una tarta.
Las horas pasaban y Fito se sentía tan a gusto que mamá coneja una vez
más le recordó:
_ ¡Un regalo se puede
gastar o romper, pero compartir con alguien, perdura para siempre en nuestra mente y corazón!
Autora: María Abreu
{Enséñales} que hagan
bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir ( 1
Timoteo 6:18)
viernes, 29 de septiembre de 2023
EL ÁRBOL Y EL OTOÑO - CUENTO CORTO
En un pequeño bosque vivía el árbol Juanito. A Juanito le encantaba el
otoño porque era la estación de los colores.
Una tarde, el viento soplaba suave y cálido. Las hojas de colores naranja, amarillo y morrón empezaron el baile del viento.
Entre risas, el árbol Juanito miraba cómo sus hojas giraban y se
desprendían de las ramas al compás del viento.
Con la suave brisa, las hojas volaban y giraban de derecha a izquierda de una manera tan divertida que se sentían libres.
Pero cerca de allí, sentado en un banco, vieron a un niño que se
sentía triste y solo.
Entonces, las hojas movidas por el viento se acercaron al niño y,
jugando con él, se posaron sobre su hombro y cabeza.
Una hoja le tapó los ojos y otras le hicieron
cosquillas por el cuello y
nariz. El niño se sentía tan a gusto que no paraba de reír.
El árbol Juanito observando muy atento el comportamiento de las hojas
con el niño pensó:
_ ¡El otoño es una estación de alegría y amistad para todos aquellos que necesitan compañía en sus vidas!
Autores: Marcos Gómez y María Abreu
domingo, 9 de julio de 2023
sábado, 10 de junio de 2023
EL DUENDE Y EL AGRADECIMIENTO
En un pequeño pueblo vivía un niño llamado Juan, era travieso y juguetón.
Un día, sus padres lo llevaron al bosque, para disfrutar en familia de
una rica merienda.
Pasadas las horas, Juan se alejó un poco de sus padres para jugar con su
pelota, y mientras corría detrás de ésta, escuchó un silbido.
Se detuvo, y mirando para todos los lados descubrió que el silbido
provenía del tronco de un viejo árbol.
Con mucha curiosidad se acercó al tronco, y se sorprendió al ver a un pequeño duende atrapado dentro de un agujero pidiendo ayuda.
Juan con mucho deseo de ayudar, le tendió la mano y arrastrando al
duende hacia afuera pudo sacarlo del agujero.
El pequeño duende como muestra de
agradecimiento, le dijo que si podía llevarlo a las profundidades
del bosque.
Juan aceptó la invitación y siguiendo los pasos del pequeño duende se
adentraron en el bosque.
Allí el duende le enseñó un mundo lleno de hadas de colores, mariposas que brillaban como el sol, y peces de oro, que flotaban sobre las aguas radiantes de un riachuelo.
Luego el duende lo llevó nuevamente a las afueras del bosque donde
estaban los padres de Juan esperándolo para regresar a casa.
Cuando llegó a casa Juan guardó en secreto aquél mágico lugar y recordó lo importante que es ayudar a los demás desinteresadamente.
Autora: María Abreu
Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios
para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:18)
sábado, 20 de mayo de 2023
EL RATÓN Y LA TARTA DE QUESO (02)
Daniela estaba tan
encantada viendo al joven Marcos tomando una taza de té en frente de su casa
que mirando la luna suspiró.
Un pequeño ratón que
ella tenía como mascota, al escuchar el suspiro de la joven le recomendó:
_ Toma, escribe en este
papel diciendo que mañana le invitas a casa a comer. Así él se olvidará del lío
de la gallina.
Y así fue, Daniela
escribió su nota, y envolviendo el papel en una piedra la lanzó con todas sus
fuerzas al balcón de Marcos golpeando una ventana.
_ ¡Oh! Se sorprendió el
joven Marcos. Cogió la piedra y leyendo la nota del
papel sonrió.
_ ¡Qué locura!
De la misma manera
respondió a la joven Daniela lanzando la piedra con una nota diciendo:
_ ¡Ok, gracias!
Al día siguiente al
llegar la tarde el joven Marcos se acercó a la casa de Daniela tocando la
puerta:
_ ¡Hola puedes pasar! _
señaló Daniela con una dulce sonrisa.
Sentados a la mesa ella
le ofreció una rica ensalada, pollo asado y pan.
_ ¿Llevas poco tiempo
aquí en el pueblo? _ preguntó la Daniela.
_ Sí, la verdad es que he
venido por un tiempo a disfrutar de la tranquilidad y alejarme del bullicio de
la cuidad.
_ ¡Oh! ¿Y dónde vives?
_ ¡En Londres! _
respondió Marcos.
_ Pues yo siempre he
vivido este pueblo. Mis padres murieron y me han
dejado esta pequeña casa_ explicó Daniela con una melancólica mirada.
__ Espera un poco, que
ahora traeré un rico postre de tarta de queso_ añadió la joven.
Pero al entrar a la cocina
Daniela encontró al ratón lamiéndose los dedos.
_ ¿Pero, ¿qué has hecho?
¡Te has comido toda la tarta de queso! ¡Te voy a matar!
_ ¡Es que estaba muy rica!
_ señaló el ratón y salió corriendo por todo el salón.
_ ¡No lo puedo
creer, estoy viendo un ratón! _ dijo
Marcos entre risas.
_ Perdona, así es en
el pueblo _ explicó Daniela mientras perseguía al ratón.
Marcos se levantó del
asiento y acercándose a ella la tomó de la mano y le dijo:
_ ¡No pasa nada!
Al escuchar esa voz, que
casi le susurraba al oído, Daniela se detuvo
ante aquella hermosa mirada y mirando a
Marcos a los ojos no le salían palabras…
Autora: María Abreu
El amor debe ser sincero.
Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Romanos 12:9
CONTINUARÁ…
LA GALLINA EN LA CABEZA. DANIELA Y MARCOS (0I)
Era una tarde de calor
cuando Marcos se había mudado al pueblo.
Estaba encantado desde el balcón de su casa mirando el paisaje de la naturaleza que adornaba todo aquel pequeño pueblo.
Pero, mientras caminaba
por la llanura, sintió que algo volaba y se posaba
en su cabeza clavándole las uñas en el cráneo.
_ ¡Esa gallina es mía!
¡No la dejes ir! _ Escuchó vociferar.
Marcos con la gallina en
la cabeza miró a su derecha, luego a su izquierda buscando la voz que gritaba,
pero al darse la vuelta vio a una chica de larga
cabellera que se acercaba corriendo.
_ ¡Tranquila, no te
sofoques! ¡Me agacho, y coges tu gallina! _ Susurró Marcos.
Al escuchar, esto Daniela
se acercó y agarrando su gallina dio las gracias.
Marcos no sabía si reír o
enfadarse por lo de la gallina, pero levantando la mirada miró a Daniela diciendo:
_ ¡De nada!
Ante la profunda mirada
de Marcos, Daniela sintió maripositas revoloteando en el estómago, pero
Marcos agachando su bella mirada miró su reloj y dijo:
_ ¡El tiempo corre en mi
reloj! ¡Se está haciendo de noche!
_ ¡Sí, es cierto! ¡Hasta
luego! _ se despidió Daniela.
Marcos sonrió y moviendo
la cabeza a ambos lados vio cómo se marchaba aquella joven con su gallina en
brazos.
Al llegar la noche
Daniela se sentó en el balcón de su casa. Por casualidad, Marcos también salía
del salón para sentarse en el balcón de su casa.
Mas Daniela mirando al
frente susurró:
_
¡Es él!
¡Somos vecinos!
Marcos también se percató
de la presencia de Daniela en el balcón del frente y tomando una taza de té miró el cielo estrellado.
CONTINUARÁ…
Autora María Abreu
Alabad al Dios de los cielos, Porque para siempre es
su misericordia. (Salmos 136. 26)
domingo, 30 de abril de 2023
EL CARACOL Y EL PEQUEÑO ÁRBOL - Cuento corto para Marcos
Una tarde de primavera un pequeño caracol trepó
un gran árbol para acostarse en una
hoja y disfrutar del vaivén del viento que movía la hoja como si fuera una hamaca.
El caracolito se sentía tan a gusto, que de vez en cuando cerraba los
ojos para quedarse dormido.
Pero, no pasó mucho tiempo cuando de repente el suave viento empezó a
soplar muy, pero que muy fuerte.
El caracolito abriendo los ojos se aferraba fuertemente a la hoja porque
sentía que se caía.
Mas el viento soplaba y soplaba tan violentamente, que sacudiendo la
hoja hizo que el caracolito cayera estrepitosamente al suelo.
_ ¡Ay! _ gritó el caracolito.
_ ¡Oh no! _ se me ha roto mi casita. _ se lamentaba el pequeño caracol.
Con su casita rota sabía que no era un lugar seguro para esconderse de
algún depredador.
Y para su sorpresa, a lo lejos, vio a un temible sapo que se acercaba
amenazando con comérselo.
El caracolito al no poder esconderse completamente dentro de su caparazón
porque estaba roto, decidió ocultarse debajo de una hoja que justamente había
caído a su lado.
Y el sapo, saltó y saltó y no vio al caracolito, y por eso marchó del
lugar.
Mas, el caracolito oculto y asustado, permaneció dos días debajo de la
hoja regenerando colágeno, para restaurar su caparazón hasta que le quedó
totalmente nuevo.
Luego salió de su escondite y al ver que el sapo ya no estaba, caminó hacia
un pequeño arbusto y aprovechando el suave viento se acostó en una hoja.
Estaba tan a gusto que ahí, acunado por el viento, se dio cuenta de que,
para disfrutar la vida, no hay que subir a un gran árbol, que a veces un
pequeño arbusto es suficiente.
Autora: María Abreu
Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y
perseverantes en la oración.
(Romanos 12:12)