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jueves, 18 de diciembre de 2025

El país donde cambiaron a los niños por perros


En un país no muy lejano, era sorprendente ver que todas las casas estaban ordenadas y limpias.
Sus calles eran silenciosas y los parques infantiles permanecían completamente vacíos.



Nadie recordaba con exactitud cuándo fue la última vez que nació un niño.
Los libros de cuentos, los juegos y las canciones infantiles se decían que formaban parte de una antigua leyenda.

En cambio, en ese país no muy lejano sí nacían muchos perros: de ojos grandes y pequeños, de pelo largo y corto.
Las personas paseaban a sus perros en carritos, les ponían ropa y zapatos, y celebraban sus cumpleaños con tartas especiales.

La gente se sentía feliz y bien acompañada. Muchas veces se les escuchaba decir:

—Es mejor un perro; los niños lloran mucho, se quejan, hacen pataletas y son desobedientes.

Otros añadían:

—Los perros no desobedecen y no hacen tantas preguntas como los niños.

Y así, las familias de aquel país comenzaron a adoptar perros en lugar de tener hijos.
Los querían tanto que les abrían cuentas bancarias y los nombraban herederos de todos sus bienes.

El país quedó sin niños, sin escuelas y con innumerables zonas para pasear perros.
El tiempo pasaba, la gente envejecía y ya nadie soñaba con un futuro nuevo.

Una tarde, una anciana llamada Doña Cleta, de cien años de edad, comenzó a recorrer los parques infantiles con un sonajero y un chupete en la mano.
Mientras caminaba, contaba historias a las personas que pasaban por allí:

—Un niño es una vida que nos da vida y alegría.

Y comenzaba a relatar:

—Había una vez un niño llamado Martín que llegó a casa después de la escuela y le contó a su padre que Lucas había hecho un chiste en el aula.
El padre le preguntó:
—¿Un chiste? ¿Y los niños se rieron?
—No, nadie —respondió Martín—, pero era un chiste.

Cada tarde, Doña Cleta volvía a los parques vacíos para contar historias de niños.
Algunas personas la miraban con curiosidad; otras se reían de sus relatos.

Hasta que un día ocurrió algo maravilloso.

Cerca del parque había un hospital, y de repente se escuchó un sonido olvidado:
el llanto de un bebé que acababa de nacer.

Doña Cleta, con los ojos cansados por los años, levantó la voz y gritó:

—¡Ese niño hará lo que ningún perro podrá hacer… construir futuro!

Porque un niño no solo acompaña, un niño transforma, cuestiona, crea y da esperanza a generaciones enteras.

Autora: María Abreu


📜 Cita bíblica

“Antes que te formase en el vientre te conocí,
y antes que nacieses te santifiqué;
te di por profeta a las naciones.”

Jeremías 1:5



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