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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El puercoespín que no quería juntarse con los demás

En las profundidades de un gran bosque había un magnífico río cuyas aguas se vestían de los colores del arcoíris por los penetrantes rayos del sol.

Cerca de allí vivía un puercoespín llamado Enzo que tenía una linda casita dentro del hueco de un viejo árbol.
El puercoespín que no quería juntarse con los demás

Todos los días salía a divertirse trepando velozmente por los árboles. Le gustaba cuidar su salud y coleccionaba hojitas de plantas medicinales para curarse de cualquier tipo de enfermedad haciendo ricos tés.

Un día, en el bosque, mientras daba un paseo, comenzaron a caer numerosos copitos de nieve anunciando la llegada del invierno. Enzo corrió y buscó refugio en su casita.

Los demás puercoespines al ver que el frío iba en aumento decidieron juntarse en una misma madriguera para mantener el calor.

Al percatarse de que Enzo no estaba en el grupo decidieron ir a su casita a invitarle a unirse al grupo; pero Enzo les dijo que no pretendía juntarse con ellos porque no quería que lo pincharan con sus púas y espinas.


Los demás puercoespines se marcharon del lugar y permanecieron juntos dentro de una misma madriguera manteniendo el calor.

Al día siguiente, muy preocupados, decidieron volver a la casita de Enzo y lo encontraron casi muerto de frío. Al verlo temblando y con hipotermia prefirieron llevárselo con ellos.

Al llegar a la madriguera comenzaron a juntarse alrededor de Enzo para darle calor. En ese instante Enzo comenzó a sentir el dolor de las púas y las espinas y reflexionó:

_ ¡Prefiero sentir el dolor de estar cerca de los demás y no morir de frío en la soledad!

Pasadas varias horas, cuando ya había dejado de titiritar, se levantó y regaló a cada uno de sus compañeros una hojita con este mensaje escrito:

_ Muchas veces miramos las púas y las espinas de los demás y no nos damos cuenta que nosotros también las tenemos. ¡Gracias por haberme aceptado como soy!


Autora: María Abreu


¿O cómo puedes decir a tu hermano: ``Hermano, déjame sacarte la paja que está en tu ojo, cuando tú mismo no ves la viga que está en tu ojo? (Lucas 6: 42) 



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