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miércoles, 12 de mayo de 2021

El niño que no sabía ahorrar energía eléctrica _ Cuento corto

David era un niño amable y juguetón, pero no obedecía a su madre cuando ella le enseñaba sobre la importancia del ahorro de la energía.

Por eso cuando David salía de su habitación siempre dejaba la luz encendida, además dejaba el móvil enchufado después de cargar la batería.

Cuando iba a la cocina, abría la nevera más tiempo de lo necesario y muchas veces se le quedaba la puerta abierta.


 

También, en el salón dejaba la televisión encendida aún cuando no la estaba viendo.

Y así era el día a día de David, malgastando energía en su casa.

Como David no sabía ahorrar energía porque no hacía caso a los consejos de su madre, hubo un mes que el recibo de la luz llegó tan caro que su madre no tenía el dinero suficiente para pagar el recibo. Por eso ella le explicó:

..... ....

_ David, tendré que coger dinero de tu alcancía para completar el pago de la luz.

Al escuchar esto David se puso muy triste  y la madre continuó diciendo:

_ Hijo, te he explicado que cuando disminuimos el consumo de la energía, ahorramos dinero.

Con el consejo de su madre, David aprendió a ahorrar la energía eléctrica de su casa y desde ese día jamás tuvo que poner dinero de su alcancía para pagar la luz.

 

Autora: María Abreu

 

Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa. (Proverbios 21:20)

 



El conejito Fito no quiere bañarse _ Cuento corto

Una tarde de calor, el conejito Fito llegó sudado a casa, después de haber jugado en el bosque al “pilla-pilla”.

Mamá coneja, al verlo sucio y sudado, le mandó a bañarse, pero el pequeño conejito le dijo que no. Nuevamente mamá coneja le manda a bañarse y éste le repite:

_ ¡No quiero!

Mamá coneja, ante su negativa le explica:

_ Si no te bañas puedes tener mal olor corporal y eso puede provocar la burla o el aislamiento de los demás.


 

Al conejito Fito se le sonrojó la carita de asombro sólo de pensar que se reirían de él por andar sucio.

Mamá coneja, mirando la carita sonrojada de asombro del pequeño conejito, continuó explicándole:

_ Los elefantes entran en los lagos para echarse agua con su trompa. Los lagartos se bañan en los charcos. También los hipopótamos se meten en los lagos para bañarse porque les gusta estar limpios.

Después de esta explicación, mamá coneja agarró al conejito Fito y lo metió en una bañera…, le dio una esponja y un bote de jabón con olor a limón.

Dentro de la bañera, el pequeño conejito no paraba de divertirse cada vez que mamá coneja le enseñaba a frotarse la espalda, las orejas, los pies y el resto del cuerpo.

Desde ese día, el conejito Fito aprendió a bañarse todos los días.

 

Autora: María Abreu

 

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51: 10)



El conejito Fito en calma bajo una tormenta en el bosque _ Cuento corto

Llueve precipitadamente, se oyen las gotas de agua golpear los tejados de la casa, y caer al suelo, formando grandes charcos de agua. La lluvia cae entre truenos, relámpagos y fuertes vientos, que soplan con un gran silbido.


 

Mas, dentro de la casa del conejito Fito, reina la calma. Todos están sentados tomando una taza de té caliente, en la mesa de comedor del salón.

Mientras afuera, retumban los truenos, los relámpagos y la fuerte lluvia, que junto al indomable viento sopla como si se estuviera desatando una gran tormenta en el bosque.

El conejito Fito, y sus padres, sigue en calma, y en tranquilidad.

No se escucha ninguna voz chillona, falsa, hipócrita, mandona, mentirosa, o que intente alzarse por encima de los demás con soberbia, para ofender o humillar a alguien de la familia.

Aunque la tormenta de fuera, ruje con todas sus fuerzas, la familia permanece en calma y unida.

 

Autora: María Abreu

 

Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. (Salmos 127: 1)


 



El conejito Fito está ansioso _ Cuento corto

Mamá coneja está sentada en la cama junto al conejito Fito intentando que éste se duerma, pero él no para de dar vueltas porque no puede dormir.

Entonces mamá coneja para que pueda conciliar el sueño empieza a leerle un cuento:

Un grupo de animalitos se cepillan los dientes, se ponen el pijama y en fila entran en un barco donde acostumbran a dormir.

En el barco, mecido por las olas, duermen tranquilos como si estuvieran en una cuna.

Acunados por las olas, su estado de relajación es tan placentero que cuando alguna preocupación quiere llegar a sus mentes, las dejan pasar como si fueran olas pasajeras sin detenerse en ellas…  

Con este lindo cuento el conejito Fito se quedó dormido plácidamente sin ningún tipo de ansiedad.

Mama coneja cierra el libro, apaga las luces y lo deja dormidito bien abrigadito.

 

Autora: María Abreu

Cuando me acuesto, me duermo enseguida, porque sólo tú, mi Dios, me das tranquilidad. (Salmos 4:8)

 



El conejito Fito se enoja por todo _ Cuento corto

Mamá coneja se va de compras a la tienda de juguetes con el conejito Fito con la intención de comprarle una hucha.

Cuando entran a la tienda éste se queda impresionado con la boca abierta al ver tantos juguetes. Y le echa mano a un cochecito.


 

_ ¡Hijo, colócalo en su lugar!

_ ¡No ¡

Ante la negativa, mamá coneja le quita el juguete y lo pone en su sitio.

El conejito Fito al verse sin el cochecito, es tanto su enfado que la carita se le pone roja y la frente arrugada. Y dando pataletas se pone a llorar.

Mamá coneja intenta calmarlo explicándole:

_ Hijo el dinero no nos alcanza para comprar ese juguete.

Sin embargo, el conejito Fito en lugar de calmarse cruza los brazos, pone la cara arrugada y fea, y se va a un rincón de la tienda.

Mamá coneja sin perder la calma se le acerca y con mucha ternura le explica:

_ Sé que te sientes frustrado porque no te puedo comprar ese juguete, pero no por eso debes enfadarte ni gritar para expresar lo que sientes.

Mamá coneja le dio un abrazo y negoció una solución para comprar aquel juguete.

Para ello le habló del ahorro y le compró la hucha con forma de cerdito para que aprendiera a ahorrar y se marcharon.

Pasado un tiempo volvieron a la tienda y con el dinero que el conejito Fito había ahorrado compró el cochecito

De esta manera mamá coneja no sólo le enseñó el valor del ahorro sino que también le enseñó a dominar sus emociones y a tener paciencia.

 

 Autora: María Abreu

La discreción del hombre le hace lento para la ira, y su gloria es pasar por alto una ofensa.

(Proverbios 19: 11



Al conejito Fito no le gusta que cojan sus cosas sin permiso - Cuento corto

La liebre es un amiguito que le lleva dos años de diferencia al conejito Fito. Y cuando va a visitarlo nunca le pide permiso para usar sus juguetes.

Esto hace que el conejito Fito se ponga muy triste, que casi no hable y se ponga a llorar en silencio.


 

Papá conejo que nota la tristeza de su pequeño conejito lo abraza y llamando a la liebre se sienta con ambos y les explica con cariño:

_ Liebre, debes aprender a pedir permiso antes de usar los juguetes del conejito Fito y también darle las gracias. Algo igualmente importante, es pedir perdón y compartir.

Con este consejo la liebre se acercó al conejito Fito y le dio un abrazo súper fuerte para que dejara de llorar.

Acto seguido le pidió perdón y le invitó a jugar juntos.

Desde ese día la liebre entendió cuán importante es aprender a pedir permiso para usar las cosas de los demás.

Autora: María Abreu

 

No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. (Proverbios 3: 27

 



El conejito Fito tiene miedo a su propia sombra - Cuento corto

Papá y mamá conejo van con el conejito Fito a la parte llana del bosque para jugar al fútbol.

El pequeño conejito se divierte corriendo detrás de la pelota, pero apartando la mirada de ésta se da cuenta de que una sombra proyectada en el suelo lo está persiguiendo.

Corre sin parar, para intentar alejarse, pero la sombra continúa persiguiéndolo donde quiera que va haciendo sus mismos movimientos.


 

Al no poder librarse de la sombra, el conejito Fito se pone a llorar desesperadamente y corre aterrado a los brazos de mamá coneja que abrazándolo le explica:

_ Hijo, no tengas miedo, la sombra es tu propio cuerpo que se refleja en el suelo.

El conejito Fito mira al suelo y se da cuenta de que la mancha oscura y sin rostro aún sigue ahí a su lado y grita aún más fuerte.

Papá conejo se acerca y le explica:

_ Hijo, todos tenemos una sombra. Yo tengo una, observa cómo me pongo a bailar con ella.

El conejito Fito mira a su padre y le da mucha risa ver lo mal que baila.

_ Ven hijo, baila y salta con la tuya_ le invitó papá conejo.

En ese momento el conejito Fito se aleja de los brazos de mamá coneja para bailar y saltar con su sombra.

Desde ese día, la sombra pasó de ser algo tenebroso a algo divertido para el pequeño conejito.

 

Autora: María Abreu

El que habita al abrigo del Altísimo, Morará bajo la sombra del Omnipotente. (Salmos 91: 1) 



El conejito Fito no quiere comer verduras - Cuento corto

Mamá coneja sentada en el comedor de la cocina le dice al conejito Fito que la comida del día es unas ricas verduras hervidas.

El conejito Fito con cara de rechazo se queda mirando el plato de verduras y tapándose la boca con las dos manos dice que no.


 

Mamá coneja se sienta a su lado y le explica que las verduras le ayudarán a crecer sano y fuerte. Pero el conejito Fito vuelve a decir que no y empuja el plato.

Papá conejo viendo la negativa del conejito Fito de comer verduras se acerca tranquilamente y empieza a hacer una carita feliz de verduras.

Para ello cogió una rodaja de pepino, le puso dos guisantes para los ojos y una tirita de zanahoria para la boca feliz.

El conejito Fito entre la duda y la curiosidad fija su mirada en la carita feliz de verduras y se queda atengo mirando a papá conejo comérsela.

Papá conejo seguía haciendo carita feliz de verduras, hasta que de repente ve cómo el conejito Fito de un zarpazo coge una y se la come entre risas.

Con este juego papá conejo enseñó al conejito Fito a comer las ricas verduras.

 

Autora: María Abreu

Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. (Eclesiastés 9:7) 

 

 



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