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martes, 8 de marzo de 2016

EL PERIQUITO ENJAULADO


Dentro de una jaula que colgaba en la terraza de un piso se encontraba un periquito azul subido en su columpio.

Ridícula altura para un periquito acostumbrado a volar libremente por los cielos y las altas montañas. Pero suficiente para matarlo de tristeza y soledad.

Mirando hacia afuera, se distrajo mirando el paisaje a través de la ventana del balcón. Cerró los ojos por unos segundos, luego los abrió y miró nuevamente el paisaje preguntándose qué había hecho para que le encerraran en esa jaula.

En ese momento la señora Margarita se acercó a hablarle con un  tono de voz moderado:

_ "Arriba, arriba, arriba, Jaimito"

Este era el primer paso para el adiestramiento del periquito azul. Una manera de enseñarle a hablar. Mas éste no salía de su asombro y miraba a la señora Margarita con incredulidad.

Además, observaba que en la jaula tenía su alimento preferido de mijo y alpiste, juguetes y una bañerita para bañarse por sí mismo; pero lo único que deseaba era su libertad.

En cautiverio, solo, aburrido y triste, se enfermó de catarro y diarrea.

La señora Margarita intentaba animarlo acariciándole la cabecita; pero era inútil, el periquito azul no salía de su desolación.

Entonces la señora Margarita al verlo tan triste resolvió dejarlo libre al entender que la libertad tiene su valor cuando puedes alcanzar el cielo.

En ese instante, el periquito azul agitó sus alas y salió volando subiendo en curvas hacia el cielo azul cubierto por los rayos del sol.

Finalmente, se posó sobre la rama de un frondoso árbol y pensó:

_ ¡No dejaré que nadie encierre mi potencial!¡ Yo nací para volar!

Autora: María Abreu

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. (Marcos 9:23)




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