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jueves, 31 de julio de 2014

Invitamos a Dios a cenar

Cuento de generosidad y el valor de compartir


Carmen puso los platos en la mesa para la cena. Uno de sus hijos contó los platos y le dijo: 

_ Mamá sobra un plato.

La madre guardó silencio y empezó a servir la cena.

_ Mamá sobra un plato_ señaló otro de sus hijos.

_ Hijos, no sobra ningún plato. Porque esta noche hemos invitado a Dios a cenar_ explicó la madre.

Los hijos estaban emocionados porque por fin verían a Dios cenando con ellos. Luego la madre se sentó y oró dando gracias por los alimentos.

Mientras cenaban, los niños no quitaban la vista de la puerta, esperaban emocionados la llegada de Dios.

_ Creo que Dios no viene, estará ocupado_ susurró uno de los niños.

Segundos después la madre, que estaba en la cocina buscando el postre escuchó el timbre de la puerta y cuando entró al salón vio a los niños corriendo juntos a la puerta para abrirla.

_ Mamá, un mendigo está pidiendo algo de cenar_ gritó uno de los niños.

_ ¡Dile que pase!_ dijo la madre.

Sentados todos en la mesa, los niños vieron que la madre le había servido la cena en el plato que había reservado para Dios al mendigo. Y con mil preguntas en el aire guardaron silencio.

Cuando el mendigo se marchó la madre les afirmó:

_ ¡Ese era Dios! ¡Y llegó a tiempo a cenar con nosotros!

_ Pues no sabíamos que Dios era tan pobre y necesitado_ dijeron los niños muy apenados.

_ Siempre que le demos de comer, beber o ayudemos a alguien, es a Dios a quien se lo estamos haciendo_ concluyó la madre.

Autora: María Abreu

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis (Mateo 25:40)


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