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lunes, 20 de febrero de 2017

El ratoncito desobediente

Mamá ratona siempre le decía a su ratoncito que un enorme gato negro se hacía el dormido en el sofá del salón y le advertía de que no podía salir a jugar en la noche.


Sin embargo, al ratoncito le despertaba mucha curiosidad saber si era verdad lo que su mamá le contaba.


Por eso una noche, oculto y silencioso, el pequeño ratoncito asomó el morro por un agujerito. Se apartó y volvió a asomar el morro por el mismo agujerito. Hasta que finalmente salió de puntillas para no despertar con el más ligero ruido al gran gato negro.

A cada paso que daba el ratoncito comenzaba a sentir tanto miedo que decidió dar media vuelta, pero justo en ese instante se topó de frente con los enormes ojos del gran gato negro.

El ratoncito soltó un grito seguido de un saltito y cuando intentó huir sintió un zarpazo en su rabito.

Con el rabito atrapado en las garras del gran gato negro, el ratoncito pensó que su vida pendía de un hilo, pero logró deslizar su rabito y escapar velozmente. Con ese tremendo susto el ratoncito comprendió lo importante que era obedecer a mamá.

Desde aquel momento cada vez que el ratoncito asomaba el morro por el agujerito se acordaba de que la desobediencia siempre trae consecuencias.

Autora: María Abreu


Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. (Efesios 6:1-3)

Leer el cuento en inglés: The disobedient little mouse




El pollito Fito, poema infantil

Acurrucadito y calentito está el pollito en su cascarón.

Le crecen las patitas y  caminar es su ilusión.

Le salen las alitas y desea volar,

le crece el piquito e intenta piar.

Rompe el caparazón antes de caminar.

Saca una patita, luego la otra  y finalmente sale del huevo.

¡Pí o, pí o, pío, pío pío! Saluda al mundo nuevo.

¡Qué bien! Ha nacido el pollito Fito,

amarillito, como un limoncito.


Autores: María Abreu y Pablo Reyes



domingo, 19 de febrero de 2017

El verso del pato, poema infantil.


Una noche maravillosa

Los animales iniciaron su canto

Y un pato con voz melodiosa

Suelta un verso en el pantano:

Cua, cua, cua, le dijo el pato.

Cual, cual, cual, a la pata.

Cua, cua, cua, te estoy invitando.

Cua, cua, cua, a mi casa.

Autor: Pablo Reyes



El pollito Fito


Acurrucadito y calentito está el pollito en su cascarón. Le crecen las patitas y quiere caminar, le salen las alitas y desea volar.  Le crece el piquito y rompe el caparazón.

Saca una patita, luego la otra  y finalmente sale del huevo.

_ ¡Pi o, pi o, pío, pío pío!

Ha nacido el pollito Fito amarillito como un limoncito.

Autora: María Abreu



A ti fui entregado desde mi nacimiento; desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios. (Salmos 22: 10)



viernes, 17 de febrero de 2017

LA MADRE QUE PERDIÓ A SU HIJA

La madre estaba caminando por el parque sumamente preocupada porque hacía unos minutos había perdido de vista a su niña.

Con infinita desesperación se acercaba a todas las personas que había a su alcance y, dándoles la descripción específica de la niña, les preguntaba si la habían visto.

Al parecer todo esfuerzo era inútil, nadie sabía nada sobre ninguna pequeña o gente parecida.
Tal vez porque se lo dictaba su instinto materno o quizás simplemente porque la empujaba la agonía y la impotencia, la madre, toda hecha un montón de lágrimas, subió  a la glorieta y empezó a dar vueltas entre los hierros como un molino antiguo.

La multitud de repente se detenía y la contemplaba de la misma manera que se contempla a una bestia enjaulada en un zoológico. A decir verdad, alguno intentó ayudarla pero vanamente.

Aquella señora parecía no oír ni entender nada, sólo se quedaba allí dando vueltas y suplicando al cielo por su hija. De repente, entre los vozarrones y los murmullos de la muchedumbre se coló una voz débil y tierna, una voz como salida de otro hemisferio, un hemisferio inocente e infantil, una voz que también parecía suplicar y llorar; esa voz se dirigió a la mujer diciendo:

_ ¡Mami, mi mami! ¡Aquí estoy!

Con pasos de felicidad la niña se acercó hasta el centro de la glorieta y abrazó a su madre con la efusión de que hace años que no la ve y la extraña. La madre a su vez parecía querer meter su alma en la suya y se aferraba a su hija con la misma pasión que un náufrago se aferra a su tabla de salvación.

_ ¿Mi hija, por qué me has hecho esto? ¿Dónde estabas, estás bien?

Era lo que le preguntaba entre lágrimas y pelo suelto. La niña parecía no entender, o quizás sólo era que no deseaba contestar. Lo cierto era que estaba absolutamente muda, pero había felicidad en sus ojos.  

Ya de camino, tomada de la mano por su madre, la pequeña rompió el silencio y dijo:

_ Sólo fui a la piscina a ver el reflejo del sol. Lo siento mamá, pero no tenías que preocuparte. Tú siempre me has dicho que yo estoy en tu corazón. ¡Jamás me perderás!
Autor: Pablo Reyes


Corrige a tu hijo, porque hay esperanza; no pongáis el corazón en darle muerte. (Proverbios 19:18)




lunes, 6 de febrero de 2017

The Broken Dreams of a Child

He didn’t understand since when his life was not important. The sound of the shots and shelling echoed in his heart.

Life is the most important thing” _ he had always listened, but how to keep himself safe?

Being hidden under a car, blood drops splashed in his face. Cries of fear made him close his eyes for a while.

Then, the silence…it seems that everything had gotten back to normal. But he feels that a pair of hands take him out of the car. They are his parents that carry him in their arms, running and covering his face. He is hardly eight years old!

Suddenly, he finds himself being put into a small boat, floating in deep frozen waters. He is very cold and he is only wrapped with a thin blanket.

His parents fleeing from war with many other people are sailing towards any other country seeking asylum.

But the waves…. Hit the little boat again and again. He opens and closes his eyes and sees the wide sea, opens and closes his eyes and again the wide sea, the wide sea…

If dreams feed the soul, I will dream about going to school every morning… someday! _ he thought and then he felt asleep.

Author: María Abreu

He gives power to the feeble, increasing the strength of him who has no force. (Isaiah 40:29)
Leer el cuento en español: Los sueños rotos de un niño





domingo, 5 de febrero de 2017

The depressed Donkey - El burro deprimido

A long-time ago, there was a wood burdened Donkey lumbering across a stream. He was sick and tired and he couldn´t stop resenting the weight of his burden.

“Hi-aaa, Hi-aaa”_ the Donkey brayed.

At sunset the Donkey lay down on the fresh grass to rest. But even there, he was moaning with brays.

“Hi-aaa, Hi-aaa”

A little Worm, being fed up with the Donkey’s moans, came crawling to him.

“Don´t resent your fate so much. I would like to walk, jump, cross the streams but nevertheless my life consists of crawling and running the risk of being trampled and mashed.

“Dear fellow, it´s hard to live with all these burdens everyday”_ claimed the Donkey.

We must learn to take our fate with happiness and optimism; if not we will be miserable all our lives”_ replied the Worm.
Author: María Abreu

Why are you crushed down, O my soul? And why are you troubled in me? Put your hope in God; for I will again give him praise who is my help and my God.

Leer el cuento en español: El burro deprimido






jueves, 26 de enero de 2017

LA LUZ DE LA LUNA

Dentro de una madriguera papá ratón lee un cuento a su pequeño ratoncito antes de dormir. Al terminar de escuchar el cuento el ratoncito dice que no puede dormir porque la madriguera está muy oscura.

Papá ratón busca una luciérnaga y la pone al lado de la cama para que alumbre el sueño del ratoncito; pero éste sigue insistiendo en que la madriguera está muy oscura.

Entonces papá ratón saca al ratoncito a la puerta de la madriguera y comienza a mostrarle el cielo. Le explica que las estrellas titilan de sueño y que la luz de la luna es una sonrisa de buenas noches…

Aprendiendo acerca de la belleza de la oscuridad, el pequeño ratoncito se quedó dormido en el pecho de papá ratón.

Autora: María Abreu


Cuando me acuesto, me duermo enseguida, porque sólo tú, mi Dios, me das tranquilidad. (Salmos 4:8)


miércoles, 25 de enero de 2017

El príncipe y la sirena, capítulo II


El té mágico

Los príncipes habían llegado a la Ciudad Real junto a la joven Jarisna. Allí vivían felices hasta que un día el rey Alfonso enfermó de gravedad de una extraña enfermedad.


El príncipe Gustavo no soportaba ver a su padre enfermo, pensaba que la enfermedad  era un hechizo de la bruja Marileyda. Lloraba desconsoladamente pensando que él era el culpable de la situación de su padre.

El príncipe Marcos también estaba muy angustiado y propuso ir al bosque a buscar plantas medicinales. Se marchó al bosque con su hermano, la joven Jarisna y sus dos fieles soldados montados a lomos de caballos.

Conforme se adentraban en el denso bosque una sombra los perseguía. De repente una voz rompió el silencio. Era la bruja Marileyda que decía:

_ ¡Otra vez los príncipes en el bosque! He sido yo quien lo ha enfermado a tu padre con uno de mis encantadores hechizos. Prometo que si el príncipe Gustavo se casa con mi hija lo deshago. 

_ ¿Pero cuál es tu obsesión de que mi hermano se case con tu hija? ¿Dónde está ella? _ preguntó el príncipe Marcos.

_ Ella está oculta en una cueva aquí en el bosque. Está sometida bajo un hechizo durante varios años _ explicó la bruja Marileyda angustiada.

_ ¿Bajo qué hechizo puede estar tu hija? ¡Tú eres una bruja, puedes romperlo! _ aclaró el príncipe Gustavo muy inquieto.

_ ¡No puedo romperlo! Cuando comencé a practicar la brujería por error le cayó una pócima mágica a mi hija y se ha convertido en…. Bueno, mejor no decirlo. Lo cierto es que sólo el beso de un príncipe de quien ella esté enamorada podrá romper el hechizo. Por eso no descansaré hasta que el príncipe Gustavo la bese. _ sentenció la bruja Marileyda.

El príncipe Gustavo complexión deportiva, alto, fuerte, cabellos negros y ojos marrones, miró a su hermano y le comentó:

_ Lo siento hermano, me voy con la bruja, me casaré con su hija.  No puedo soportar ver a mi padre enfermo, no quiero que muera.

_ ¡No hermano, eso nunca! Buscaremos la forma de romper el hechizo. Nuestro padre se sanará, ya lo verás. No permitiré que te cases, además nadie sabe en qué está convertida la hija de esa bruja. Quizás te casarías con un monstruo y eso no lo permitiré _ argumentó el príncipe Marcos.

Al escuchar esto, la bruja se enojó en gran manera y lanzando un hechizo dijo:

 Polvo de cangrejo
 Brillo de espejo
Que estos caballos
Y estos soldados
Se conviertan en conejos.

Inmediatamente los dos soldados y los caballos se convirtieron en conejos provocando que los príncipes y la joven Jarisna cayeran al suelo. Los conejos se marcharon corriendo a una madriguera muy asustados.  
  
_ ¿Por qué haces esto malvada bruja?_ preguntó el príncipe Marcos.

_ Lo hago porque no puedo lanzar mi hechizo sobre ustedes desde el momento en que el hada de las rosas lanzó el polen mágico sobre mí. Por eso lo he lanzado sobre sus caballos y sus dos soldados. Hasta luego, que disfruten estando perdidos en el bosque _ dijo la malvada bruja y convirtiéndose en un  murciélago se alejó del lugar.

_ ¿Y ahora qué hacemos? ¡No tengo ni idea de quién puede ayudarnos!_ clamó el príncipe Gustavo.

_ ¿Qué haremos Jarisna?_ preguntó el príncipe Marcos.

De momento caminaremos hacia un río, allí podremos beber agua, tengo mucha sed.

Cuando llegaron al río, la joven Jarisna pidió a los príncipes que se marcharan a buscar frutas. Cuando éstos se alejaron, Jarisna entonó una canción para pedir ayuda a su amiga, el hada del río.

Al escuchar la voz de Jarisna, una hermosa hada, con cola de pez azul, ojos verdes, larga y negra cabellera salió a la superficie diciendo:

_ ¡Hola sirena Jarisna!  ¿En qué puedo ayudarte?

_ ¡Hola hada del río, necesito que me hagas un favor! El rey Alfonso padre de los príncipes Gustavo y Marcos está muy enfermo por un hechizo de la bruja Marileyda. No sabemos qué hacer para romperlo _ declaró la joven Jarisna muy preocupada.

_ Para curar al rey debes hervir un té mágico con la ayuda de los cuatro elementos: Agua, aire, fuego y tierra _ dijo el hada del río.

_  ¿Pero cómo lo hago?¬_ preguntó la joven Jarisna muy inquieta.

_ Lo harás de la siguiente manera: debes ir a las profundidades del mar, en busca de algas marinas que son ricas en proteínas y vitaminas. Las puedes encontrar en el fondo rocoso. Luego debes venir al bosque y dirigirte al Norte en busca de una planta medicinal  llamada guaco que está sembrada en la tierra. Estas hojas están indicadas para la fiebre y también es un tratamiento antiespasmódico, debes coger siete hojas _ explicó el hada del río.

_ ¿Y qué hago con las algas marinas y con las siete hojas de guaco?_ indaga la joven Jarisna.

_ Después de que obtengas las plantas debes echarlas en un recipiente con un poco de agua de este río y ponerlas a hervir en un fogón. El fuego debe ser encendido por una salamandra, hada del fuego. Luego debes llamar al espíritu del aire para que sople sobre el té y lleve el olor hasta el rey para que sea aliviado de la enfermedad _ explicó el hada del río.

_ ¡Gracias amiga, volveré!_ dijo la joven Jarisna.

_ ¡Puedes volver cuando quieras! Me saludas a tus dos hermanas, sirena Sahira y sirena Rina _ expresó el hada del río a la vez que se sumergía en las profundidades.

Cuando los príncipes Marcos y Gustavo llegaron con frutas a la orilla del río, Jarisna les explicó las cosas que debían buscar y hacer para sanar la enfermedad del rey.

_ ¡Eso es muy complicado! ¿Cómo vamos a encontrar esas algas marinas sino tenemos nada para sumergirnos en las aguas del mar?_ preguntó el príncipe Gustavo muy preocupado.

_ No lo pongamos tan difícil, vayamos primero a buscar las algas marinas y luego las hojas de la planta guaco _ dijo la joven Jarisna.

_ ¿Pero cómo lo haremos? _ preguntó el príncipe Gustavo.

 _ Caminemos hasta la orilla del mar. Ahí llamaré a un unicornio, el me llevará a buscar un tanque de oxígeno para sumergirme en las aguas. Buscaré las algas marinas, me encanta nadar_ declaró la joven Jarisna.

_ ¡Bien, así lo haremos!_ dijeron los príncipes.

Mientras caminaban, minutos después se les apareció un dragón enviado por la bruja Marileyda. El dragón volaba sobre ellos y lanzaba un cerco de fuego por su boca.

Muy asustada, mientras corría, la joven Jarisna produjo un silbido llamando a su amigo unicornio para escapar del lugar con los príncipes.


_ ¡No tenemos escapatoria!_ gritó el príncipe Marcos mientras volaba a lomo del unicornio.

_ ¡Ese monstruo nos está alcanzando! _ gritó el príncipe Gustavo mientras el viento jugaba con su pelo.

_ Ya estamos volando por encima del mar. La única solución para salvar nuestras vidas es lanzarnos al agua _ sugirió la princesa Jarisna.

_ ¡Eso me da miedo, no sé nadar, prefiero seguir volando montado en el unicornio!_ exclamó el príncipe Gustavo.



_Hermano no tenemos escapatoria. Si no te lanzas moriremos quemados  por las llamas
_ gritó el príncipe Marcos mientras lo abrazaba y lo lanzaba junto a él a las aguas.

La joven Jarisna también se lanzó al mar convirtiéndose en sirena al instante. Bajo el agua, sin ser vista por los príncipes, entonó el canto de las sirenas.

Cuando sus hermanas la sirena Sahira y la sirena Rina escucharon el canto comentaron muy preocupadas:

_ ¡Nuestra hermana está en peligro, debemos ayudarla! _dijo la sirena Sahira.

_ ¡Su canto viene del Este, naveguemos rápido!_ ordenó la sirena Rina.

Ambas sirenas comenzaron a nadar hacia el Este y cuando llegaron al lugar encontraron a la sirena Jarisna y juntas entonaron su canto para dormir a los príncipes.

Este dulce canto escucha
Como un tierno niño en su cuna
Duerme bajo la dulce  melodía
Que mañana brillará un nuevo día

Duerme que el azul del mar
Te hará dormir y descansar
Duerme que ya tienes en tus manos
El descanso tan anhelado

No es verdad que estás en peligro
Son cuentos tristes que te han leído
Duerme que alguien cuida  tus sueños
No creas que Dios está  tan lejos

Mientras los príncipes dormían dentro de una burbuja que flotaba sobre la superficie del mar, las sirenas vieron al dragón que seguía lanzando fuego. Entonces ellas optaron por sumergir a los príncipes a las profundidades del mar y llevarlos a la cueva.

Allí dentro, la sirena Jarisna comentaba a sus hermanas la enfermedad del rey Alfonso y la manera de romper el hechizo.

_Te ayudaremos a buscar las algas marinas; pero no podemos dejar a los príncipes aquí _dijo la sirena Rina.

_Lo llevaremos a la orilla del mar. De esa manera no sospecharán que soy una sirena_ propuso la sirena Jarisna.

Las tres sirenas nadaron con los  príncipes en sus brazos hasta la orilla del mar. Allí los príncipes despertaron comentando:

_Siento que tengo la respiración agitada, no se… me siento como si aún estuviera nadando _dijo el príncipe Gustavo.

_ Menos mal que pudimos escapar de ese terrible dragón… Aunque la verdad es que no recuerdo cómo lo logramos_ expresó el príncipe Marcos.

_Lo importante es que estamos a salvo. Recuerden que el unicornio nos ayudó _dijo la princesa Jarisna.

_ ¡Sí, gracias al unicornio azul! _ suspiró el príncipe Gustavo.

_Príncipes, los dejaré por algunas horas, debo marcharme en busca de las algas marinas_ dijo la joven Jarisna mientras se montaba a lomo del unicornio.

Lejos de los príncipes se lanzó al mar convirtiéndose en una hermosa sirena de larga y rubia cabellera y ojos azules.

_ ¡Me alegra que hayas vuelto hermana Jarisna!_ expresó la sirena Rina.

_Nademos  en busca de las algas marinas_ decidió la sirena Sahira.

_ ¡Gracias hermanas por su gran ayuda! _dijo la sirena Jarisna.

_Debemos nadar hacia el Norte, en esa dirección hay un fondo rocoso donde podremos encontrar las algas_ comentó la sirena Rina.

Conforme iban nadando se les apareció un pulpo gigante que extendió sus tentáculos y envolvió a las sirenas por el cuello, impidiendo que pudieran embrujarlo con su canto.

Unas nereidas de extremada belleza, con el torso de mujer, cola de pez, piel blanca, ojos verdes, larga y dorada cabellera, cabalgaban a lomo de caballos marinos. Éstas advirtieron que el pulpo gigante había atrapado a las sirenas y decidieron ayudarlas.

_ ¡Suelta a nuestras amigas ahora mismo pulpo malvado!_ ordenó la nereida Silfa.

_ ¡No las soltaré, además tengo hambre y me las comeré!_ dijo el gigantesco pulpo moviendo sus tentáculos de un lado a otro y de arriba abajo mareando a las sirenas.

_ ¡Por última vez te ordenamos que sueltes a nuestras amigas las sirenas ahora mismo!  _mandó la nereida Naida muy enojada.

_ ¡No lo haré! _se negó el gigantesco pulpo.

 Las nereidas se acercaron al pulpo diciéndole:

_ ¡Míranos a los ojos, te estamos hablando y deja de mover tus tentáculos!

 En ese mismo instante, el pulpo miró a las nereidas a los ojos y quedó hechizado con sus miradas.

_ ¿Qué me han hecho? ¡Estoy ciego, no veo nada!_ clamó el pulpo soltando a las tres sirenas que se estaban asfixiando y no dejaban de toser.

_ ¡Sí malvado pulpo quedarás ciego bajo nuestro embrujo por un mes! _explicó la nereida Silfa.

_ ¡No por favor, no me hagan esto! _suplicó el pulpo.

_ ¡Gracias amigas nereidas por salvarnos la vida!_ dijeron las sirenas.

_ ¡Las amigas están para ayudarse!_ explicaron las nereidas y se marcharon montadas en sus caballos marinos para continuar jugando con las olas del mar.

Las sirenas continuaron nadando hacia el fondo rocoso en busca de las algas marinas hasta que las encontraron.

_ Gracias hermanas por ayudarme. Ahora debo marcharme, los príncipes me están esperando_ expresó la sirena Jarisna.

_Subamos a la superficie y llamemos a nuestro amigo unicornio_ sugirió la sirena Rina.

Subida a lomos del unicornio, la sirena Jarisna convertida en una joven llegó a la orilla del mar.

 _ ¡Me alegra que hayas vuelto Jarisna!_ dijo el príncipe Gustavo.

En ese instante el príncipe Marcos se le acercó porque algo le llamaba la atención:

_ ¡Jarisna, no entiendo por qué el color de tus ojos es igual al azul del mar!

_ ¡Un día de estos lo sabrás! _ dijo Jarisna, y cambiando de tema, agregó: Aquí tengo las algas marinas, ahora sólo nos faltan las hojas de la planta guaco.

_No sabemos dónde podemos encontrar esa planta. Lo único que sabemos es que está sembrada en el bosque… ¿Pero dónde?_ preguntó el príncipe Gustavo mirando de un lado a otro, intentando orientarse por los puntos cardinales.

_Caminemos hacia el Sur, quizás por ahí podamos encontrar la hoja de guaco_ sugirió el príncipe Marcos.

Para su sorpresa, mientras iban de camino, dos ardillitas se acercaron preguntando:

_ ¿Qué buscan por aquí, amigos humanos?

_Estamos buscando una planta que se llama guaco. ¿Saben dónde podemos encontrarla? _indagó  el príncipe Gustavo.

_ ¡Claro que sabemos, conocemos muy bien el bosque!_ dijeron las dos  ardillas.

 _ Al Norte de este bosque hay un manzano. En el centro del manzano hay un árbol mágico. Alrededor de este árbol es donde crecen todo tipo de plantas medicinales que curan toda clase  hechizos y enfermedades_ explicaron las dos ardillas.

_ ¡Muchas gracias lindas ardillas!_ dijo el príncipe Gustavo dando la espalda para marcharse.

_ Espera, antes de entrar al manzano deben pedir permiso a las tres hadas que lo cuidan  _ advirtieron las dos ardillas.

_ ¡Gracias por la aclaración! _ expresó el príncipe Marcos.

_ ¡Queremos ir con ustedes! Nosotras estamos un poco aburridas y necesitamos un poco de diversión _ comentaron las dos ardillas.

_ ¡Ok, pueden acompañarnos! _ susurró la joven  Jarisna.

Caminando hasta el agotamiento, al fin llegaron al manzano. Cuando intentaron entrar se cruzaron con las tres hadas: Orquídea, Dalia y Margarita, todas ellas altas, elegantes y de increíble belleza.

_ ¿Qué quieren de este manzano?  ¡Está prohibido acercarse a él!_ advirtió el hada Dalia.

_Hemos venido en busca de siente hojas de la planta guaco, la necesitamos para curar la enfermedad de nuestro padre_ explicó el príncipe Gustavo mirando al hada Dalia fijamente a los ojos.

_ ¿Y quién les ha dado permiso para venir en busca de esas hojas? _preguntó el hada Orquídea.

_Realmente nadie nos ha dado permiso; pero hemos venido por necesidad y urgencia. Le pedimos que tomen en consideración nuestra petición_ suplicó el príncipe Marcos mirando al hada Orquídea a los ojos.

_Lo sentimos mucho; pero sin el permiso del hada del bosque no podemos darle las siete hojas de la planta guaco_ dijo el hada Margarita.

_ ¡Les aconsejamos que vayan y pidan permiso al hada del bosque!_ sugirió el hada Dalia.

_ ¿Pero dónde podemos encontrarla?_ preguntó la joven Jarisna.

_Den una vuelta por los lugares más frondosos del bosque, allí estará el hada del bosque _ indicó el hada Orquídea.

Todos se marcharon del lugar y conforme iban caminando escuchaban el cantar de los pájaros, el sonido del viento, las ramas de los árboles bailando la melodía del viento y el olor de las flores que cada vez era más intenso.

Encontraron al hada del bosque regando los árboles con un mágico rocío que salía de sus manos.

Al verla, todos quedaron impresionados por su belleza destacando su hermosa mirada y su andar harmonioso. Ésta, les pregunto:

_ ¿Qué buscan los príncipes por este lugar?

_Necesitamos tu permiso para poder entrar al manzano y buscar unas hojas _ explicó el príncipe Marcos, cansado y triste.

_ Estuve en el jardín del castillo. Desde ahí pude observar a tu padre enfermo _ declaró el hada del bosque que tenía poderes de clarividencia. Y agregó: Sólo el príncipe Gustavo puede entrar a coger las hojas, porque por su causa la bruja Marileyda lanzó el hechizo sobre su padre.

_ ¡Gracias hada del bosque! _ exclamó el príncipe Gustavo.

Después de haber cogido las hojas se marcharon a la orilla del río. Allí hicieron el fogón para hervir el té mágico con las algas marinas y las hojas de la planta guaco.

Cuando el fogón ya estaba preparado Jarisna entonó un canto que sólo el hada del río pudo escuchar. Ésta a su vez, llamó al hada del fuego que lanzando fuego sobre la leña consiguió que el té comenzara a hervir.

Cuando el té mágico hubo hervido lo suficiente, el hada del fuego produjo un extraño sonido llamando al espíritu del aire. Este último llegó con un suave silbido y se encargó de soplar sobre el té para que su aroma llegara al rey Alfonso y le aliviara de su enfermedad.

Mas la bruja Marileyda que colgaba boca abajo de la rama de un árbol no entendía lo que estaba sucediendo. Asustada, decidió volver a su cueva y se alejó de los príncipes.


Cuando el té mágico estuvo listo, los príncipes se dispusieron a  llevar una vasija llena para dárselo a probar a su padre, el rey Alfonso.

_Esperen…. Primero, debemos recuperar nuestros caballos y a los dos  soldados que la bruja convirtió en conejos. ¡No podemos marcharnos sin ellos!_ advirtió el príncipe Marcos.

Buscando alguna madriguera, se toparon con un conejo blanco que les preguntó:

_ ¿Qué buscáis humanos por nuestra madriguera?

_Estamos buscando cinco caballos y dos soldados que fueron convertidos en conejos por causa de un hechizo_ explicó la joven Jarisna.

_ ¡Oh, creo que sé cuáles son esos conejos! Son unos que llegaron a nosotros muy asustados, pero son mudos. Nosotros le hemos cuidado y le hemos dado a comer zanahorias. ¡Vengan, acérquense, se los mostraré!_ expuso el conejo blanco.

El  príncipe Gustavo se acercó a los conejos embrujados y  emocionado  gritó:

_ ¡Son ellos! ¿Ahora cómo romperemos el hechizo? _preguntó el príncipe Gustavo.

_ ¡Tengo una idea, les daré a beber un poco del té mágico a ver si funciona! _dijo la joven Jarisna.

_ ¡Buena idea!_ susurró el príncipe Marcos.

La joven Jarisna se acercó a los conejos embrujados y éstos bebieron. Inmediatamente se rompió el hechizo volviendo de nuevo  a su estado natural.

_ ¿Qué ha pasado?_ preguntó el soldado Leandro.

_Es una historia muy larga. Más tarde se la contaremos. Ahora debemos macharnos_ propuso el príncipe Marcos.

Los príncipes dieron gracias al conejo blanco y salieron de la madriguera montados en sus caballos dirigiéndose a la Ciudad Real.

Cuando llegaron encontraron al rey Alfonso postrado en cama, pero su respiración había mejorado. Prontamente le dieron a beber del té mágico y el rey se sanó de su extraña enfermedad.

Ese día en el castillo se hizo una gran fiesta por la salud recuperada del rey y todos bailaron y comieron muy felices.

 Autora: María Abreu






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