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jueves, 25 de mayo de 2017

Como enseñar al niño a protegerse del mal

La madre leía un cuento a Leo antes de dormir cuando de repente éste la interrumpió preguntando:

_ ¿Mamá, cómo puedo protegerme de las cosas malas?

_ Aprendiendo a escuchar la voz de tu conciencia _ respondió la madre.

_ ¿Qué es la conciencia mamá?_ indagó Leo.

_ La conciencia es la alarma que te avisa cuando algo está mal _ respondió la madre.

_ ¡Oh! _ se maravilló Leo.

_ Te propongo un juego de preguntas y respuestas para que aprendas a escuchar la voz de tu conciencia _ planeó la madre.

_ ¡Ok, mamá!_ aceptó Leo.

_ Supongamos que alguien te dice que  mientas a tus padres. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué dirás:

_ Mentir no está bien.

_ Si alguien quiere tocar alguna parte íntima de tu cuerpo. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué dirás:

_ ¡Yo no permito que me toquen! Me alejo de esa persona y se lo cuento a mamá y papá.

_ Si alguien te pide que hagas cosas malas. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué dirás:

_ No, eso no me gusta. 

_ Hijo, así funciona la alarma de tu conciencia. Te advierte del peligro, por eso es muy importante aprender a escucharla y a obedecerla _ explicó la madre.

Autora: María Abreu

Dios nos ha dado la conciencia para que podamos examinarnos a nosotros mismos. (Proverbios 20: 27)


martes, 2 de mayo de 2017

El sentimiento de culpa del hámster

A la deriva en un barquito de plástico estaba un hámster. Ahí acostado una nube negra de pensamientos de culpa invadían su mente.

Este sentimiento de culpa le hizo tomar la decisión de irse al mar. Allí flotaba sin rumbo, sin deseos de vivir.

Sentía culpa y vergüenza por una mala acción que había hecho. Su conciencia le había declarado… Culpable.

El sol quemaba los pelitos de su piel y estaba deshidratado; pero no le importaba.

Un delfín muy amistoso que jugaba con las olas descubrió al hámster en el barquito y se acercó a preguntar. Entonces el hámster le contó la mala acción que había hecho y lo mal que se sentía.

El delfín se quedó pensando y luego comenzó a explicar:

_ Para librarte del sentimiento de culpa debes pedir perdón a Dios y luego a quien le hayas hecho el daño.

_ ¡Dudo que me perdonen! _  lamentó el hámster.

_ ¡No puedes vivir con culpa! Vete donde el afectado, pídele perdón de una manera breve sin involucrar a nadie más.

_ ¿Y por qué no puedo involucrar a nadie más? _ preguntó el hámster entre lágrimas.

_ Porque si involucras a alguien más estarás defendiéndote y no confesando tu culpabilidad.

_ ¡Oh, muchas gracias amigo!

Siguiendo el consejo del delfín, el hámster le pidió que le ayudara a llegar a la orilla. El delfín empujó el barquito y cuando llegaron a la orilla le recordó:

_ ¡El único que te libera del sentimiento de culpa es el perdón!

El hámster se lo agradeció una vez más y luego corrió hacia una madriguera. Allí se encontró con quien le había hecho daño, le pidió perdón y fue liberado de la culpa.

A partir de ahí, el hámster iba al mar a navegar en su pequeño barco; pero esta vez de una manera distinta. Disfrutaba del mar con su amigo el delfín.

Autora: María Abreu


Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. (Salmos 51: 17)


miércoles, 26 de febrero de 2014

EL NIÑO Y SU CONCIENCIA


En una cercana ciudad vivía el niño Roberto con sus padres y su hermano pequeño. Roberto  muchas veces  no se portaba bien porque mentía mucho y se peleaba con su hermano y amigos.

Una noche mientras dormía se le apareció una linda figurita transparente la cual no dejaba de moverle la almohada.

_ ¿Quién eres y por qué no me dejas dormir?_ preguntó el niño Roberto.
..... ..... _ ¡Soy tu conciencia, la que hace que sientas una sensación incómoda dentro de ti cuando te portas mal!

_ ¡Déjame tranquilo, quiero dormir!_ ordenó  Roberto.

En ese momento la conciencia se sentó a su lado y comenzó a recordarle todas las cosas que había hecho mal. Pero Roberto comenzó a luchar con su conciencia hasta que al final se cansó y la acalló ignorándola totalmente.

Al día siguiente Roberto se fue al colegio y allí también tuvo una conducta incorrecta con sus compañeros de clase y con su profesora. 

Al llegar la noche sentía un gran peso dentro de él y no hallaba qué hacer. Era como si llevara una carga muy pesada. Entonces se le apareció nuevamente la linda figurita transparente moviéndole la almohada. Y esta vez decidió escuchar lo que la conciencia le decía:

_ Si quieres mantener el respeto y la amistad con los demás, debes reconocer tus errores y pedir perdón con humildad. Es importante tener una conciencia limpia para vivir en paz.

_ ¡No sé si debo escucharte! _ expresó  Roberto.

_ Es bueno escuchar tu conciencia, porque si no lo haces tu corazón se pondrá duro y llegará un día en que harás cosas malas sin sentir remordimient_  le susurró su conciencia.

_ ¡Desde hoy te escucharé siempre!_  dijo Roberto.

Al día siguiente cambió totalmente su conducta y empezó a orar a Dios cada noche para que le ayudara. Desde entonces dormía con su conciencia tranquila.

Autora: María Abreu


(Juan 8:9) Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde  los más viejos hasta los postreros; y quedó sólo Jesús y la mujer que estaba en medio.





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