Juanita
se quejaba de que no podía concentrarse para realizar sus deberes
porque un vaivén de pensamientos no se lo permitía: pensaba en los
amigos, en ver la tele, en jugar, en chuches, en imágenes...
Por
todo ello habló de esto con su madre diciéndole:
Mami no puedo concentrarme porque los
pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar.
Cuando se van unos llegan otros y mi mente se queda confusa.
La
madre se acerca y le explica:
_
Agarra esa escoba y sostenla.
Después
de unos minutos la madre le dice:
_
Ahora suéltala y dime qué ha pasado.
_
La escoba ha caído al suelo _
señaló Juanita.
Entonces
la madre explica:
_
¡Tú controlas tus pensamientos, no tus
pensamientos a ti!
Autora:
María Abreu
Encomienda
a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados. (
Proverbios 16: 3)
La madre leía un cuento a Leo antes de dormir cuando de repente éste la interrumpió preguntando:
_ ¿Mamá, cómo puedo
protegerme de las cosas malas?
_ Aprendiendo a
escuchar la voz de tu conciencia _ respondió la madre.
_ ¿Qué es la conciencia
mamá?_ indagó Leo.
_ La conciencia es la alarma que te avisa cuando algo está mal _
respondió la madre.
_ ¡Oh! _ se maravilló
Leo.
_ Te propongo un juego
de preguntas y respuestas para que aprendas a escuchar la voz de tu conciencia _
planeó la madre.
_ ¡Ok, mamá!_ aceptó
Leo.
_ Supongamos que
alguien te dice que mientas a tus
padres. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué dirás:
_ Mentir no está bien.
_ Si alguien quiere
tocar alguna parte íntima de tu cuerpo. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué
dirás:
_ ¡Yo no permito que me toquen! Me alejo de esa
persona y se lo cuento a mamá y papá.
_ Si alguien te pide
que hagas cosas malas. La alarma de tu conciencia sonará y tú qué dirás:
_ No, eso no me gusta.
_ Hijo, así funciona la alarma
de tu conciencia. Te advierte del peligro, por eso es muy importante aprender a
escucharla y a obedecerla _ explicó la madre.
Autora: María
Abreu
Dios nos ha dado la conciencia para que podamos
examinarnos a nosotros mismos. (Proverbios 20: 27)
No entendía a partir de
qué momento la vida dejó de tener importancia. Los sonidos de los
disparos y las explosiones de las bombas hacían eco en su corazón.
_ ¡La vida es lo más
importante!_ siempre había escuchado decir ¿Pero cómo mantenerse a salvo?
Escondido debajo de un
coche, unas gotas de sangre le salpican la cara. Los gritos de terror y miedo
le hacen cerrar los ojos por segundos.
Luego un silencio…
parece que todo vuelve a la normalidad; pero siente cómo unas manos lo sacan de
debajo del coche. Son sus padres que lo llevan en brazos, corriendo, tapándole
la cara. ¡Apenas tiene ocho años de edad!
De repente, descubre
que está en el mar dentro de una pequeña barca, flotando sobre profundas y
frías aguas. Tiene mucho frío, sólo está cubierto con una fina manta.
Sus padres huyendo de la guerra junto a muchas personas más navegan sobre el mar hacia otro país en busca de refugio.
Mas las olas… golpean
una y otra vez la pequeña barca. Cierra y abre los ojos y ve el mar, cierra y
abre los ojos y otra vez el mar, el mar…
_ ¡Si los sueños alimentan el alma, soñaré con ir a la escuela, todas las
mañanas… algún día!_ pensó, y luego se durmió.
Autora: María
Abreu
Él da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. ( Isaías 40: 29) Leer el cuento en inglés: The Broken Dreams of a Child
En un pequeño campo
vivía el ratón Ramón. Su pancita era
redonda y sus bigotes largos. Le encantaba mover su colita al viento cuando
caminaba por el campo alegremente.
Un día, mirando que las
tierras del campo eran fértiles decidió hacerse agricultor.
Compró algunas semillas que luego sembró en la tierra.
Le preocupaba tanto que
las semillas no germinaran que trabajaba hasta altas horas de la noche, alumbrado por los farolitos de las luciérnagas que le
acompañaban.
Una tarde, cansado de tanto trabajar, angustiado y con lágrimas en los
ojos, se sentó bajo la sombra de un árbol.
Un
jilguero que lo estaba observando desde la rama del mismo árbol
decidió bajar de la rama para explicarle:
_ Una de la causa de tu ansiedad es intentar cambiar algo que está fuera
de tu control. Si ya has sembrado la semilla ahora le toca a Dios hacer que germinen.
_Es que por más que me afano, estas semillas no crecen y me gustaría que lo hicieran rápido _ se lamentó el
ratón.
El jilguero moviendo su
cabeza de derecha a izquierda, levantó el vuelo y se marchó.
Luego el ratón se fue a
su madriguera a descansar. Pero acostado en su cama, seguía preocupado y angustiado.
Al día siguiente se
levantó muy de mañana y vio que las semillas aún no habían crecido y para colmo
se anunciaba una sequía en el campo.
Entonces decidió ponerse un sombrero y unas gafas de sol para regar la tierra
con un cubito de agua.
Unos días más tarde el
ratón Ramón se encontraba sentado en la puerta de su madriguera secándose el
sudor de la frente. Pensaba que las semillas habrían muerto por causa de la
sequía.
Pero para su sorpresa
vio que unas nubes negras descendían de las montañas. Minutos después unas
gotitas de aguas comenzaban a caer y a evaporarse por causa del calor de la
tierra. El ratón saltaba de felicidad. ¡La lluvia caía!
Al día siguiente se
levantó muy de mañana como de costumbre y saltaba de alegría al ver que habían crecidos unas hermosas
plantitas verdes.
Al final el ratón comprendió que no debía ponerse ansioso por
aquellas cosas que no podía controlar.
Autora: María
Abreu
¿Y quién de vosotros
podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?(Mateo 6: 27)