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miércoles, 18 de enero de 2017

El patito negro

En un bonito estanque vivía un patito negro de piquito redondo y ojos rojos. Todos los patos amarillos del estanque se burlaban de él y le apodaron: “El patito feo” sólo por ser negro.

Días tras días el patito negro sufría el rechazo y la burla de los demás. Cuando intentaba volar los patos amarillos le saltaban encima para que no volara y cuando nadaba le pegaban en la cabeza.

Hasta que un día harto de recibir tanta discriminación racial, el patito negro les explicó:

_ ¡Sea blanco, negro o amarillo a mí me respetan!

Seguidamente se puso a chapotear sobre el agua, se zambullía y comía plantas acuáticas y volaba en forma de V ante la atenta mirada de los patitos amarillos.

_ ¿Me están mirando?  ¡Soy un pato igual que ustedes aunque mis plumas sean negras!

A partir de ese momento los patitos amarillos reflexionaron que ser físicamente diferente no es motivo de rechazo y se hicieron amiguitos del patito negro.

Autora: María Abreu


Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: Ciertamente {ahora} entiendo que Dios no hace acepción de personas. (Hechos 10: 34)



miércoles, 2 de noviembre de 2016

El mono albino, atención a la diversidad de razas


En una extensa selva vivía el mono Copito. Era divertido y simpático. Y a pesar de que era un mono amigable los demás animales de la selva lo miraban con temor y desconfianza.

Copito era un mono albino, todo su pelaje era blanco como la nieve e incluso sus pestañas eran blancas. Este color le hacía ser diferente a los demás monos negros de la selva.

Cuando las aves veían a Copito trepar por los árboles agitaban sus alas y rápidamente volaban. Otras gorjeaban con voz temblorosa de miedo.

Todo este rechazo le estaba borrando la sonrisa a Copito y tristemente se colgó de una rama y comenzó a llorar. Su madre al verlo en la rama se acercó y tocándole el hombro comenzó a explicarle:

_ Copito, todos tenemos un color diferente, unos más claros, otros más oscuros. Pero lo que realmente importa son los sentimientos que llevamos dentro.

Con este consejo el mono Copito saltó al suelo jugando y saltando muy animado. Sin embargo, los animales tenían miedo de jugar con él porque nunca habían visto un mono albino.

Una noche Copito decidió caminar por la selva en busca de jugosas frutas caídas al suelo.  Un león que estaba al acecho de una presa al ver la figura blanca de Copito en medio de la noche gritó:

_ ¡Un fantasma, un fantasma!

Dicho esto el león salió corriendo tan deprisa que el viento le despeinó la melena. También Copito salió corriendo pensando que realmente había un fantasma hasta que minutos después se dio cuenta que quizás el león se había referido a él. Y una vez más se sintió rechazado.

A partir de todos estos acontecimientos Copito no quería salir de casa construida en un árbol. Estaba solo y triste sin tener con quien jugar. Mas la madre lo observaba intentando buscar una solución para que los animales entendieran la diversidad.

_ ¡Tengo un plan!_ suspiró la madre acordándose del cumpleaños de Copito.

Desde ese momento comenzó a preparar la fiesta de cumpleaños de Copito. Invitó a las mariposas de diferentes colores, a las flores de diversas tonalidades, convenció a las aves de distintos colores y finalmente a los animales de diferentes razas.

El día del cumpleaños de Copito había llegado y la madre lo llevó al lugar más llano de la selva donde le tenía preparada la sorpresa de cumpleaños con una rica tarta de fresas.

Cuando todos los invitados llegaron la madre de Copito puso música y comenzó a cantar con las aves:

Yo estoy encantado, de ser negrito

Yo estoy encantado, de ser blanquito

Alto, bajito, gordito y flaquito, saltamos

//Ser diferente es bueno y nos amamos//

En ese instante, Copito saltó desde una rama y con una gran sonrisa comenzó a bailar. Los invitados sólo observaban hasta que se animaron a bailar con Copito haciendo amistades entre todos y claro… comiendo la rica tarta de fresas.

Finalmente descubrieron que la diversión es la distancia más corta para unir la diversidad de razas.

Autora: María Abreu

Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. (Efesios 4:2)




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