Con la vista muy atenta Matías miraba
a aquel pintor maestro trazando con precisión su majestuoso dibujo.
_ ¡Estos trazos son una obra maestra!
– decía el maestro dibujando sobre el papel.
El discípulo miraba atentamente sin
mediar palabra porque no salía de su asombro mirando el dibujo del maestro.
Sin apartar la vista del lienzo el
maestro preguntó al discípulo:
_ ¿Qué te parece el dibujo?
_ ¡Impresionante! _ respondió el
discípulo.
_ ¡Mmm! ¿Sabes cuál es el primer principio?_
preguntó el maestro.
El discípulo creyendo que tenía una
vista fina para apreciar un buen principio respondió:
_ ¡Unos trazos firmes, fuera de lo
común!
_ ¿Ese es el primer principio? _
preguntó el maestro con la mente libre de distracciones.
Acto seguido comenzó a escribir con
tinta sobre el papel:
.......
......
_ El primer principio es buscar y
servir a Dios con reverencia. Esa reverencia te hace ser sabio, porque no hay
sabiduría, no hay consejo por encima de Dios.
Autora: María Abreu
El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová; Los
insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. (Proverbios 1:7)
Amiguito, amiguita en este versículo
la palabra temor no se refiere a miedo, sino que para ser sabio e
inteligente debes servirle a Dios en obediencia. Porque Dios es quien da la
sabiduría.
En un acogedor hormiguero
de tierra con muchas ventanitas vivía la hormiga Rita.
Muy temprano en la mañana
cuando apenas empezaban a salir los primeros rayos del sol todas las hormigas
salían del hormiguero a trabajar.
Unas iban hacia un árbol
y otras regresaban al hormiguero cargando ramitas y comida en sus mandíbulas.
Sin embargo, la hormiga Rita seguía acostada en su cama de algodón. Entre
bostezo y bostezo intentaba levantarse.
_ ¡Buuuuá! ¡Buuuuá! _ se
daba media vuelta y se quedaba dormida.
.....
.....
Varias horas después la
hormiga Rita se levantó de la cama y acercándose a la ventana vio a las demás hormigas
trabajando.
_ ¡Qué pereza! _ dijo
entre bostezo y bostezo.
Aún en pijama se sentó en
una silla, comió un poco de cereal y cruzó los brazos para descansar.
Sin embargo, las demás hormigas seguían trabajando, haciendo
limpieza, preparando nidos y almacenando comida para el invierno en los túneles
subterráneos del hormiguero.
Pasaban los días y la
hormiga Rita continuaba levantándose tarde. Se asomaba a la ventana y desde
allí contemplaba a las demás hormigas que iban y venían cargando en sus
mandíbulas semillas, cereales y azúcar.
_ ¡Buuuuá qué pereza! _
dijo entre bostezos.
Se sentó en una silla,
comió un poco de cereal y luego cruzó los brazos para descansar.
Al rato se fue a la cama
a dormir un poco más. Al día siguiente se levantó tarde de la cama y
acercándose a la ventana, esta vez no vio a las hormigas trabajando como de
costumbre.
Sólo veía caer los copos
de nieve formados por pequeños cristales de hielo que cubrían la tierra con un
gran manto blanco.
Asustada porque no le
quedaba comida en la despensa corrió y se puso una cazadora y una bufanda para
salir a buscar alimentos.
.....
....
Cuando abrió la puerta,
observó que la nieve blanca y esponjosa ya estaba compacta y lisa. Todo estaba
cubierto por el gran manto blanco de la nieve.
La hormiguita Rita con frío
y hambre decidió tocar las puertas de las casitas de las hormigas y extendiendo
las manos pedía comida.
Al final, la
hormiga Rita por no querer trabajar terminó pobre y mendigando.
Autora María Abreu
.....
...
Perezoso, ¿hasta cuándo
has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y
cruzar por un poco las manos para reposo;
Así vendrá tu necesidad
como caminante, Y tu pobreza como hombre armado. (Proverbios 6: 10, 11, 12)
Un mosquito posado en la
oreja de un león creyó que su zumbido era muy fuerte. Tomó aire, abrió la boca
y gritó al oído del león con todas sus fuerzas:
_ ¿Te asusta mi zumbido?
Si es muy fuerte dímelo para no molestarte.
.....
....
_ ¿Quién me habla? _
preguntó el león.
_ ¡Yo, el mosquito!
.....
.....
_ ¿Quién?
.....
.....
_ ¡Yo, el Señor Mosquito!
_ ¡Ah! ¿Y dónde estás?
_ Estoy en tu oreja
izquierda _ respondió el mosquito.
_ ¡Ah! ¡Muchas gracias! Si no me lo dices no me habría dado cuenta de que tengo a
un tonto zumbando en mi oído_ dijo
el león con un ruido estridente y sobrecogedor.
El mosquito se llevó un susto
tan grande que cayó al suelo patas arriba.
Autora: María
Abreu
PD.
Amiguito, amiguita, este cuento nos enseña que no debemos creernos mejores
de lo que realmente somos. El mosquito pensó que su zumbido era más fuerte
que el rugido del león y mira el susto que se llevó.
Nadie tenga un concepto
de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con
moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. (Romanos 12: 3)
José y Manuel son dos
hermanitos que se llevan dos años de diferencia. A José el hermano mayor le
encanta jugar con los coches de Manuel y nunca le pide permiso para usarlos.
Esto hace que Manuel se
quede sentado en un rincón del salón muy triste porque aparte de que José usa
sus juguetes sin su permiso tampoco lo invita a jugar con él.
Cuando Manuel se queda triste casi no habla y se pone a llorar
en silencio.La
madre que nota la tristeza de Manuel lo abraza y, llamando a José, se sienta
con ambos y les explica con cariño:
_ José debes aprender a pedir permiso antes de usar los
juguetes de tu hermano y también darle
las gracias. Algo igualmente importante es aprender a compartir.
Con este consejo José se
acercó a su hermanito y le dio un abrazo súper fuerte para que dejara de
llorar.
Acto seguido le pidió
permiso para que le dejara usar sus juguetes. Manuel con su carita dulce asintió
con la cabeza.
José dando las gracias agarró a su hermanito
por la mano y lo invitó a que jugaran juntos.
Desde ese día José
entendió cuán importante es aprender a pedir permiso para usar las cosas de los
demás, ser agradecido y la importancia de compartir.
PD: A nadie le gusta que
le cojan sus cosas sin permiso, por eso Manuel se puso triste.
Autora: María
Abreu
No niegues un favor a quien te lo pida,si en tu mano está el otorgarlo. (Proverbios 3: 27
Había una vez un bosque que tenía muchos
árboles y coloridas flores. Allí las mariposas enlazaban cientos de colores
mientras que otras se embriagaban con su dulce néctar.
A veces, estas mariposas, por los
penetrantes rayos del sol, se vislumbraban de color plata y otras de color oro.
El hada Saritaque recientemente
había llegado al bosque se maravillaba mirando la fraternidad del paisaje.
Hasta que fijó su mirada sobre una mariposa que con un mágico aleteo colocaba
diferentes valores a las hojas de los árboles.
Asombrada por lo que estaba viendo, el
hada Sarita se acercó a preguntar:
_ ¿Por qué esos árboles son tan
hermosos?
La mariposa Rosa que era la
guardiana de los árboles con una dulce sonrisa contestó:
_ Su belleza se fundamenta en que sus
hojas están construidas envalores humanos.
_ ¿Qué son los valores? _ curioseó el hada
Sarita.
_ Los valores son los que hacen
que las personas sean mejores cada día_ reveló la mariposa Rosa.
Al enterarse de esto, el hada Sarita
pidió que le enseñara a construir el árbol de los valores y la mariposa Rosa le
entregó unas hojas para que los seleccionara.
En ese momento el hada Sarita
escogió el valor de la dignidad y la responsabilidad para las raíces.El valor de
la integridad para el tronco. El valor de
la amistad y el respeto para las ramas.
Y finalmente el valor del autocontrol, el
diálogo, el esfuerzo, el trabajo,la valentía, la
autoestima y la diversiónpara las hojas.
Después de haber terminado de construir
el árbol de los valores se marchó a jugar. Volando libremente por el bosque,
dejaba un círculo de luz tras su vuelo para que las mariposas lo atravesaran.
En seguida, bajaron a los llanos del
bosque, formaron un círculo sobre las verdes hierbas y bailaron alegremente.
Entre cantos y música el hada Sarita aprendió a bailar el vals de las
mariposas.
Y con ese mismo baile se acercó al árbol
de los valores; pero lloró tristemente cuando descubrió que su árbol era el
único que no había florecido. Viendo la mariposa Rosa el llanto del hada se
acercó a explicarle.
_ Tu árbol no ha tenido flores porque entre
todos los valores que te di a escoger no escogiste el valor más importante.
_ ¿Y cuál es el valor más importante? _
preguntó el hada Sarita entre lágrimas.
_ ¡El
valor más importante es el amor! _reveló la mariposa Rosa.
Al escuchar esto, el hada Sarita voló
velozmente y colocó el valor del amor sobre el árbol y éste comenzó a florecer.
Con este acontecimiento el hada Sarita
entendió la importancia de los valores y sobre todo... el valor del amor.
Autora: María Abreu
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres;
pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13: 13)
A Román le encantaba
ser entrenador de fútbol, enseñando siempre
a sus futbolistas que con valor y
esfuerzo se podía llegar muy lejos.
Pero más allá del
esfuerzo físico, Román quería contar con un arma secreta para ganar todos los
títulos de la temporada. Por ese motivo contrató a un maestro bíblico para que
enseñara a sus jugadores a orar.
Cada mañana, diez
minutos antes del entrenamiento, el maestro bíblico leía la biblia con ellos y
luego oraban todos juntos mientras el entrenador observaba a escasos metros del
lugar.
Un día el maestro
bíblico admirado por el interés que tenía el entrenador de que sus jugadores
aprendieran a orar le dijo:
_ Sus jugadores están
aprendiendo a orar conmigo y agradezco que me haya contratado para hablarles de
Dios. Pero tengo una pregunta.
_ ¡Puede preguntar lo
que quiera!_ indicó el entrenador.
_ ¿Cree usted en Dios?
_ preguntó el maestro bíblico.
_ ¡No, yo no creo en Dios, pero por si existe
prefiero que esté de nuestro lado! ¡Por eso le he contratado!
Autora: María
Abreu
Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye.(Juan 9:31)
Manuel es un niño de 6
años amistoso y juguetón pero no sabe tener paciencia. Cada vez que su madre lo
lleva a la tienda a comprar calcetines Manuel llora y hace rabietas porque
quiere que le compre un osito de peluche.
_ Manuel, ahora no
podemos comprar ese osito de peluche porque no tenemos dinero suficiente.
Debemos esperar a final de mes _declara
la madre.
_ ¡No, esperar no, yo
lo quiero ahora!_ replica Manuel entre gritos.
.....
.....
_ ¡Niño no seas petardo!
_ Le recrimina la madre y agarrándolo de la mano lo saca de la tienda y
aprovechando el día soleado se lo lleva a comer helados.
En la heladería Manuel
intenta saltarse la fila porque no tiene paciencia para esperar su turno, la
madre lo agarra por los brazos y le explica:
_ Manuel tienes que
aprender a esperar porque…
Pero como Manuel no
tiene paciencia para escuchar la explicación de su madre y la interrumpe entre
berrinches:
_ ¡No, esperar no, yo
quiero un helado ahora!
La madre entristecida no
le compra el helado y agarrándolo por la mano se lo lleva a casa.
Cuando llegan a casa
Manuel reclama un bocadillo, la madre le pide unos minutos para cambiarse de
zapatos sin embargo Manuel empieza a zapatear y a chillar:
......
.....
_ ¡No, un minuto no, quiero el bocadillo ahora!
Y así era el día a día
de Manuel y su madre.
Hasta que llegó un
momento en que la madre cansada de los gritos, las rabietas, zapateos y
berrinches de su hijo decide darle todo lo que le pide al momento.
De esta manera, teniendo a su madre siempre a sus órdenes Manuel se convierte
en… El pequeño
tirano de la casa.
Pasados unos meses la
abuela de Manuelllegó a casa para pasarse el verano con
ellos.
La abuela le llevó
regalos, pero no pasó ni media hora para que la abuela se diera cuenta de que
Manuel es un niño impaciente.
Por ese motivo observaba
la conducta de Manuel descubriendo que éste se comportaba como que todo giraba alrededor de sus
deseos.
Aun así la abuela guardó
silencio esperando el momento ideal para corregir a supequeño nieto.
Una mañana se fueron
los tres a la tienda a comprar algunas prendas de vestir. Manuel corrió hacia
donde estaba el osito de peluche que una vez había pedido a su madre y le
ordenó que se lo comprara.
_ Manuel, te he dicho que
no tenemos dinero suficiente. Debes esperar a final de mes_ reveló la madre.
_ ¡No, esperar no, yo
lo quiero ahora!_ ordenó Manuel entre gritos.
_ ¡Niño eres un petardo!_
exclamó la madre muy incómoda.
La abuela que estaba al
lado observando las pataletas y los berrinches de Manuel se le acercó con mucha
ternura para explicarle:
_ Manuel, debes
aprender a tener paciencia.
_ ¡No, no tengo
paciencia! ¿Qué es la paciencia? _
preguntó Manuel sin dejar de gritar.
......
....
_ ¡La paciencia es estar lleno de amor!El que ama difícilmente se enoja, es paciente con las
personas, no grita y sobre todo sabe esperar… _ Revela la abuela.
_ ¿Entonces debo esperar
a que mi mamá tenga dinero suficiente para que me compre ese osito de peluche?
_ aclaró Manuel con voz baja.
_ ¡Exactamente!_ afirmó
la abuela.
Limpiándose las
lágrimas por la rabieta que había hecho anteriormente Manuel se acerca a su madre diciéndole:
_ ¡Mami te quiero!
La madre llena de cariño
lo abrazó y le regaló una cajita de ahorros para que Manuel con mucha
paciencia fuera ahorrando el dinero y se comprara el osito de peluche.
También la abuela le
compró una pequeña
plantitay se la puso en la
ventana de la habitación para que Manuel
con amor y paciencia la fuera cuidando.
Cada día la plantita
iba creciendo bajo el cuidado de Manuel hasta que le llegó el tiempo de echar
flores.
_ Mamá, mamá, ya la
plantita tiene flores y también ya he ahorrado el dinero suficiente para
comprarme el osito de peluche.
De esta manera Manuel aprendió
a tener paciencia y cada noche dormía abrazado a su osito de peluche.
Ante el cambio de
Manuel, la madre se dio cuenta que ella también necesitaba tener paciencia con
su hijo siendo más amorosa con él.
Autora: María
Abreu
Mas tenga la paciencia
su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa
alguna. (Santiago 1:4)
Cuando salen los
primeros rayos de sol la abeja Anna se acurruca en su cama porque no le gusta
madrugar.
Suena la alarma de su
despertador y la abeja en medio de un bostezo balbucea:
_ ¡Uaaaah! ¡Cinco minutos
más por fa…!
Vuelve a sonar la
alarma, intenta levantarse, pero está tan desganada que hasta parpadear le cuesta y
vuelve a repetir:
_ ¡Cinco minutos más
por fa…!
Otra vez el sonido de
la alarma y la abeja estira los brazos seguidos de un bostezo intentando desperezarse:
_ ¡Uaaaah!
Se levanta medio
dormida y cuando sale de la colmena se da cuenta de que sus compañeras regresan
cargadas de polen y néctar.
Sorprendida por lo
tarde que se le había hecho bate sus alas para irse a trabajar; pero el trabajo
se le acumula…, por no madrugar.
Es tanto el trabajo que
se le amontona que cuando las demás abejas obreras descansan Anna continúa trabajando…, por no madrugar.
Una noche cuando Anna
regresa a la colmena con un cargamento de néctar una abeja obrera se acerca y
le explica:
_ ¡La pereza roba el potencial! Debes madrugar más para que
venzas la pereza.
_ ¿Pero cómo hago para
despertarme con ánimo? _ preguntó la abeja Anna.
_ Al despertar debes levántate de la cama de un salto. No
esperes cinco minutos.
Con este buen consejo
la abeja Anna aprendió a madrugar sin mucho esfuerzo. Y nunca más se le acumuló
el trabajo.
Autora: María
Abreu
¿Hasta
cuándo, perezoso, estarás acostado?¿Cuándo te levantarás de tu sueño?Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco
de cruzar las manos para descansar, y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu
necesidad como un hombre armado.… (Proverbios 6:10-11)
Un hombre aparcó su
coche frente a su casa dejando la llave puesta porque tardaría poco tiempo en
regresar.
Cuando el hombre volvió
se dio cuenta de que su coche ya no estaba. Muy preocupado puso una denuncia a la policía por el robo de su coche.
Al día siguiente
sorpresivamente su coche apareció limpio aparcado frente a su casa con el
depósito lleno de gasolina y con una nota escrita:
Disculpe por haber
tomado prestado su coche ayer, lo necesitaba porque tenía una emergencia. Perdóneme;
quiero compensar la molestia que pude haberle causado. En el asiento
del piloto le he dejado dos entradas para que vaya a ver un partido de fútbol
mañana a las nueve de la noche.
Cuando el dueño del
coche leyó la nota se quedó pensativo
por un momento hasta que finalmente aceptó las disculpas del ladrón. Cogió las
dos entradas y se fue a ver el fútbol con su esposa.
Después de haber
disfrutado del fútbol el hombre volvió a su casa y para su asombro la
encontró saqueada. ¡El ladrón le había
robado todo!
PD: Nunca confíes
en las palabras de un ladrón.
Autora: María
Abreu
No
hurtaréis,ni engañaréis,ni os mentiréis
unos a otros. (Levítico 19:11)
Adam era un niño que se
enfadaba por todo. Se enfadaba cuando no quería irse a dormir, se enfadaba cuando
le controlaban las horas de jugar a los videojuegos, se enfadaba cuando no le
daban las cosas que él quería…
..........
......
Cuando Adam se enfadaba
chillaba, daba portazos, pegaba puñetazos a la pared, rompía y tiraba cosas al
suelo.
En el colegio se metía
en peleaspor sus frecuentes enfados.
La madre siempre le
explicaba que cuando ella se enfadaba no insultaba, no gritaba ni agredía a
nadie, pero a Adam le daba igual los consejos de su madre.
Como Adam no sabía
controlar sus frecuentes enfados la madre le propuso un juego:
_ ¿Hijo podemos jugar al semáforo?
_ ¿Qué juego es ese mamá?_
preguntó Adam viendo la tele en su habitación muy enfadado.
_ Es un juego que te
ayudará a controlar tus emociones _ explicó la madre.
_ ¡Mmmm! ¡No sé…, creo
que será aburrido!_ dedujo Adam.
Pero la madre con
palabras dulces logró convencerle. Se sentaron en el suelo con unas cartulinas
e hicieron varios semáforos. Luego los pegaron en la habitación, en el salón,
en la cocina y en el baño.
Desde ese momento cuando la madre le decía que
ya era hora de parar de jugar a los videojuegos Adam se enfadaba, pero
seguidamente leía el semáforo de su habitación que decía:
_ ROJO. Para, no explotes de enfado.
Luego cuando iba al
baño y se había terminado el papel de baño, Adam se enfadaba, pero leía el
semáforo que decía:
_ AMARILLO. Piensa qué puedes hacer para solucionar lo
que pasa.
También cuando entraba
en la cocina y encontraba a su madre preparándole una comida que no era su
favorita, Adam se enfadaba, pero leía el semáforo que decía:
_ VERDE. Actúa sin gritar ni chillar.
Con el juego del semáforo cada día Adam iba
aprendiendo a controlar sus emociones y recuperando los amigos que había
perdido por sus frecuentes enfados.
Autora: María
Abreu
El que tarda en airarse es grande de entendimiento.
Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. (Proverbios 14:29)