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viernes, 31 de julio de 2020

EL PRINCIPIO DE LA SABIDURÍA

Con la vista muy atenta Matías miraba a aquel pintor maestro trazando con precisión su majestuoso dibujo.

_ ¡Estos trazos son una obra maestra! – decía el maestro dibujando sobre el papel.


El discípulo miraba atentamente sin mediar palabra porque no salía de su asombro mirando el dibujo del maestro.

Sin apartar la vista del lienzo el maestro preguntó al discípulo:

_ ¿Qué te parece el dibujo?

_ ¡Impresionante! _ respondió el discípulo.

_ ¡Mmm! ¿Sabes cuál es el primer principio? _ preguntó el maestro.

El discípulo creyendo que tenía una vista fina para apreciar un buen principio respondió:

_ ¡Unos trazos firmes, fuera de lo común!

_ ¿Ese es el primer principio? _ preguntó el maestro con la mente libre de distracciones.

Acto seguido comenzó a escribir con tinta sobre el papel:

....... ......

_ El primer principio es buscar y servir a Dios con reverencia.  Esa reverencia te hace ser sabio, porque no hay sabiduría, no hay consejo por encima de Dios.

 

Autora: María Abreu

 

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. (Proverbios 1:7)

 

Amiguito, amiguita en este versículo la palabra temor no se refiere a miedo, sino que para ser sabio e inteligente debes servirle a Dios en obediencia. Porque Dios es quien da la sabiduría.

....... ......

 

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martes, 9 de junio de 2020

LA HORMIGA HARAGANA


En un acogedor hormiguero de tierra con muchas ventanitas vivía la hormiga Rita.

Muy temprano en la mañana cuando apenas empezaban a salir los primeros rayos del sol todas las hormigas salían del hormiguero a trabajar.

Unas iban hacia un árbol y otras regresaban al hormiguero cargando ramitas y comida en sus mandíbulas.


Sin embargo, la hormiga Rita seguía acostada en su cama de algodón. Entre bostezo y bostezo intentaba levantarse

_ ¡Buuuuá! ¡Buuuuá! _ se daba media vuelta y se quedaba dormida.

.....
.....
Varias horas después la hormiga Rita se levantó de la cama y acercándose a la ventana vio a las demás hormigas trabajando. 

_ ¡Qué pereza! _ dijo entre bostezo y bostezo. 

Aún en pijama se sentó en una silla, comió un poco de cereal y cruzó los brazos para descansar.

Sin embargo, las demás hormigas seguían trabajando, haciendo limpieza, preparando nidos y almacenando comida para el invierno en los túneles subterráneos del hormiguero.

Pasaban los días y la hormiga Rita continuaba levantándose tarde. Se asomaba a la ventana y desde allí contemplaba a las demás hormigas que iban y venían cargando en sus mandíbulas semillas, cereales y azúcar.

_ ¡Buuuuá qué pereza! _ dijo entre bostezos.

Se sentó en una silla, comió un poco de cereal y luego cruzó los brazos para descansar.

Al rato se fue a la cama a dormir un poco más. Al día siguiente se levantó tarde de la cama y acercándose a la ventana, esta vez no vio a las hormigas trabajando como de costumbre.

Sólo veía caer los copos de nieve formados por pequeños cristales de hielo que cubrían la tierra con un gran manto blanco.

Asustada porque no le quedaba comida en la despensa corrió y se puso una cazadora y una bufanda para salir a buscar alimentos.

..... ....
Cuando abrió la puerta, observó que la nieve blanca y esponjosa ya estaba compacta y lisa. Todo estaba cubierto por el gran manto blanco de la nieve.

La hormiguita Rita con frío y hambre decidió tocar las puertas de las casitas de las hormigas y extendiendo las manos pedía comida. 

Al final, la hormiga Rita por no querer trabajar terminó pobre y mendigando.
Autora María Abreu

..... ...
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño?
 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo;
Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado. (Proverbios 6: 10, 11, 12)





EL MOSQUITO Y EL LEÓN


Un mosquito posado en la oreja de un león creyó que su zumbido era muy fuerte. Tomó aire, abrió la boca y gritó al oído del león con todas sus fuerzas:

_ ¿Te asusta mi zumbido? Si es muy fuerte dímelo para no molestarte.
..... ....

_ ¿Quién me habla? _ preguntó el león.

_ ¡Yo, el mosquito!

.....
.....

_ ¿Quién?

..... .....
_ ¡Yo, el Señor Mosquito!

_ ¡Ah! ¿Y dónde estás?

_ Estoy en tu oreja izquierda _ respondió el mosquito.

_ ¡Ah! ¡Muchas gracias! Si no me lo dices no me habría dado cuenta de que tengo a un tonto zumbando en mi oído _ dijo el león con un ruido estridente y sobrecogedor.

El mosquito se llevó un susto tan grande que cayó al suelo patas arriba.
Autora: María Abreu

PD. Amiguito, amiguita, este cuento nos enseña que no debemos creernos mejores de lo que realmente somos. El mosquito pensó que su zumbido era más fuerte que el rugido del león y mira el susto que se llevó.

Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. (Romanos 12: 3)


domingo, 14 de octubre de 2018

ME SIENTO TRISTE, QUIERO JUGAR


José y Manuel son dos hermanitos que se llevan dos años de diferencia. A José el hermano mayor le encanta jugar con los coches de Manuel y nunca le pide permiso para usarlos.

Esto hace que Manuel se quede sentado en un rincón del salón muy triste porque aparte de que José usa sus juguetes sin su permiso tampoco lo invita a jugar con él.

Cuando Manuel se queda triste casi no habla y se pone a llorar en silencio. La madre que nota la tristeza de Manuel lo abraza y, llamando a José, se sienta con ambos y les explica con cariño:

_ José debes aprender a pedir permiso antes de usar los juguetes de tu hermano y también darle las gracias. Algo igualmente importante es aprender a compartir.

Con este consejo José se acercó a su hermanito y le dio un abrazo súper fuerte para que dejara de llorar.

Acto seguido le pidió permiso para que le dejara usar sus juguetes. Manuel con su carita dulce asintió con la cabeza.

 José dando las gracias agarró a su hermanito por la mano y lo invitó a que jugaran juntos.

Desde ese día José entendió cuán importante es aprender a pedir permiso para usar las cosas de los demás, ser agradecido y la importancia de compartir.
  
PD: A nadie le gusta que le cojan sus cosas sin permiso, por eso Manuel se puso triste.

Autora: María Abreu

No niegues un favor a quien te lo pida, si en tu mano está el otorgarlo. (Proverbios 3: 27





viernes, 3 de agosto de 2018

EL VALOR MÁS IMPORTANTE


Había una vez un bosque que tenía muchos árboles y coloridas flores. Allí las mariposas enlazaban cientos de colores mientras que otras se embriagaban con su dulce néctar.

A veces, estas mariposas, por los penetrantes rayos del sol, se vislumbraban de color plata y otras de color oro.


El hada Sarita que recientemente había llegado al bosque se maravillaba mirando la fraternidad del paisaje. Hasta que fijó su mirada sobre una mariposa que con un mágico aleteo colocaba diferentes valores a las hojas de los árboles.

Asombrada por lo que estaba viendo, el hada Sarita se acercó a preguntar:

_ ¿Por qué esos árboles son tan hermosos?

La mariposa Rosa que era la guardiana de los árboles con una dulce sonrisa contestó:

_ Su belleza se fundamenta en que sus hojas están construidas en valores humanos.

_ ¿Qué son los valores? _ curioseó el hada Sarita.

Los valores son los que hacen que las personas sean mejores cada día_ reveló la mariposa Rosa.

Al enterarse de esto, el hada Sarita pidió que le enseñara a construir el árbol de los valores y la mariposa Rosa le entregó unas hojas para que los seleccionara.

En ese momento el hada Sarita escogió el valor de la dignidad y la responsabilidad para las raíces. El valor de la integridad para el troncoEl valor de la amistad y el respeto para las ramas.  

Y finalmente el valor del autocontrolel diálogo, el esfuerzo, el trabajo, la valentía, la autoestima la diversión para las hojas.

Después de haber terminado de construir el árbol de los valores se marchó a jugar. Volando libremente por el bosque, dejaba un círculo de luz tras su vuelo para que las mariposas lo atravesaran.

En seguida, bajaron a los llanos del bosque, formaron un círculo sobre las verdes hierbas y bailaron alegremente. Entre cantos y música el hada Sarita aprendió a bailar el vals de las mariposas.

Y con ese mismo baile se acercó al árbol de los valores; pero lloró tristemente cuando descubrió que su árbol era el único que no había florecido. Viendo la mariposa Rosa el llanto del hada se acercó a explicarle.

_ Tu árbol no ha tenido flores porque entre todos los valores que te di a escoger no escogiste el valor más importante.

_ ¿Y cuál es el valor más importante? _ preguntó el hada Sarita entre lágrimas.

¡El valor más importante es el amor! _ reveló la mariposa Rosa.

Al escuchar esto, el hada Sarita voló velozmente y colocó el valor del amor sobre el árbol y éste comenzó a florecer.


Con este acontecimiento el hada Sarita entendió la importancia de los valores y sobre todo... el valor del amor.

Autora: María Abreu

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13: 13)



jueves, 17 de mayo de 2018

EL ENTRENADOR DE FÚTBOL


A Román le encantaba ser entrenador de fútbol, enseñando siempre a sus futbolistas que  con valor y esfuerzo se podía llegar  muy lejos.

Pero más allá del esfuerzo físico, Román quería contar con un arma secreta para ganar todos los títulos de la temporada. Por ese motivo contrató a un maestro bíblico para que enseñara a sus jugadores a orar.

Cada mañana, diez minutos antes del entrenamiento, el maestro bíblico leía la biblia con ellos y luego oraban todos juntos mientras el entrenador observaba a escasos metros del lugar.

Un día el maestro bíblico admirado por el interés que tenía el entrenador de que sus jugadores aprendieran a orar le dijo:

_ Sus jugadores están aprendiendo a orar conmigo y agradezco que me haya contratado para hablarles de Dios. Pero tengo una pregunta.

_ ¡Puede preguntar lo que quiera!_ indicó el entrenador.

_ ¿Cree usted en Dios? _ preguntó el maestro bíblico.

_ ¡No, yo no creo en Dios, pero por si existe prefiero que esté de nuestro lado! ¡Por eso le he contratado!

Autora: María Abreu

Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. (Juan 9:31)



miércoles, 2 de mayo de 2018

EL NIÑO IMPACIENTE - El valor de la paciencia


Manuel es un niño de 6 años amistoso y juguetón pero no sabe tener paciencia. Cada vez que su madre lo lleva a la tienda a comprar calcetines Manuel llora y hace rabietas porque quiere que le compre un osito de peluche.

_ Manuel, ahora no podemos comprar ese osito de peluche porque no tenemos dinero suficiente. Debemos esperar a final de mes _  declara la madre.

_ ¡No, esperar no, yo lo quiero ahora!_ replica Manuel entre gritos.

..... .....
_ ¡Niño no seas petardo! _ Le recrimina la madre y agarrándolo de la mano lo saca de la tienda y aprovechando el día soleado se lo lleva a comer helados.

En la heladería Manuel intenta saltarse la fila porque no tiene paciencia para esperar su turno, la madre lo agarra por los brazos y le explica:

_ Manuel tienes que aprender a esperar porque…

Pero como Manuel no tiene paciencia para escuchar la explicación de su madre y la interrumpe entre berrinches:

_ ¡No, esperar no, yo quiero un helado ahora!

La madre entristecida no le compra el helado y agarrándolo por la mano se lo lleva a casa.

Cuando llegan a casa Manuel reclama un bocadillo, la madre le pide unos minutos para cambiarse de zapatos sin embargo Manuel empieza a zapatear y a chillar:

...... .....
_ ¡No, un minuto no,  quiero el bocadillo ahora!

Y así era el día a día de Manuel y su madre.

Hasta que llegó un momento en que la madre cansada de los gritos, las rabietas, zapateos y berrinches de su hijo decide darle todo lo que le pide al momento.

De esta manera, teniendo a su madre siempre a sus órdenes Manuel se convierte en… El pequeño tirano de la casa.

Pasados unos meses la abuela de Manuel llegó a casa para pasarse el verano con ellos.

La abuela le llevó regalos, pero no pasó ni media hora para que la abuela se diera cuenta de que Manuel es un niño impaciente.

Por ese motivo observaba la conducta de Manuel descubriendo que éste se comportaba como que todo giraba alrededor de sus deseos.

Aun así la abuela guardó silencio esperando el momento ideal para corregir a su  pequeño nieto.

Una mañana se fueron los tres a la tienda a comprar algunas prendas de vestir. Manuel corrió hacia donde estaba el osito de peluche que una vez había pedido a su madre y le ordenó que se lo comprara.

_ Manuel, te he dicho que no tenemos dinero suficiente. Debes esperar a final de mes_ reveló la madre.

_ ¡No, esperar no, yo lo quiero ahora!_ ordenó Manuel entre gritos.

_ ¡Niño eres un petardo!_ exclamó la madre muy incómoda.

La abuela que estaba al lado observando las pataletas y los berrinches de Manuel se le acercó con mucha ternura para explicarle:

_ Manuel, debes aprender a tener paciencia.

_ ¡No, no tengo paciencia! ¿Qué es la paciencia? _ preguntó Manuel sin dejar de gritar.

...... ....
_ ¡La paciencia es estar lleno de amor! El que ama difícilmente se enoja, es paciente con las personas, no grita y sobre todo sabe esperar… _ Revela la abuela.

_ ¿Entonces debo esperar a que mi mamá tenga dinero suficiente para que me compre ese osito de peluche? _ aclaró Manuel con voz baja.

_ ¡Exactamente!_ afirmó la abuela.

Limpiándose las lágrimas por la rabieta que había hecho anteriormente Manuel se acerca a su  madre diciéndole:

_ ¡Mami te quiero!

La madre llena de cariño lo abrazó y le regaló una cajita de ahorros para que Manuel con mucha paciencia fuera ahorrando el dinero y se comprara el osito de peluche.

También la abuela le compró una pequeña plantita y se la puso en la ventana de la habitación para que  Manuel con amor y paciencia la fuera cuidando.

Cada día la plantita iba creciendo bajo el cuidado de Manuel hasta que le llegó el tiempo de echar flores.

_ Mamá, mamá, ya la plantita tiene flores y también ya he ahorrado el dinero suficiente para comprarme el osito de peluche.

De esta manera Manuel aprendió a tener paciencia y cada noche dormía abrazado a su osito de peluche.

Ante el cambio de Manuel, la madre se dio cuenta que ella también necesitaba tener paciencia con su hijo siendo más amorosa con él.


Autora: María Abreu

Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (Santiago 1:4)






domingo, 14 de enero de 2018

LA ABEJA PEREZOSA


Cuando salen los primeros rayos de sol la abeja Anna se acurruca en su cama porque no le gusta madrugar.

Suena la alarma de su despertador y la abeja en medio de un bostezo balbucea:

_ ¡Uaaaah! ¡Cinco minutos más por fa…!

Vuelve a sonar la alarma, intenta levantarse, pero está tan desganada que hasta parpadear le cuesta y vuelve a repetir:

_ ¡Cinco minutos más por fa…!

Otra vez el sonido de la alarma y la abeja estira los brazos seguidos de un bostezo intentando desperezarse:

_ ¡Uaaaah!

Se levanta medio dormida y cuando sale de la colmena se da cuenta de que sus compañeras regresan cargadas de polen y néctar.

Sorprendida por lo tarde que se le había hecho bate sus alas para irse a trabajar; pero el trabajo se le acumula…, por no madrugar.

Es tanto el trabajo que se le amontona que cuando las demás abejas obreras descansan  Anna continúa trabajando…, por no madrugar.

Una noche cuando Anna regresa a la colmena con un cargamento de néctar una abeja obrera se acerca y le explica:

_ ¡La pereza roba el potencial! Debes madrugar más para que venzas la pereza.

_ ¿Pero cómo hago para despertarme con ánimo? _ preguntó la abeja Anna.

_ Al despertar debes  levántate de la cama de un salto.  No  esperes cinco minutos.

Con este buen consejo la abeja Anna aprendió a madrugar sin mucho esfuerzo. Y nunca más se le acumuló el trabajo.
Autora: María Abreu


¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu necesidad como un hombre armado.… (Proverbios 6:10-11)




lunes, 4 de septiembre de 2017

EL LADRÓN

Un hombre aparcó su coche frente a su casa dejando la llave puesta porque tardaría poco tiempo en regresar.

Cuando el hombre volvió se dio cuenta de que su coche ya no estaba. Muy preocupado puso una denuncia a la policía por el robo de su coche.

Al día siguiente sorpresivamente su coche apareció limpio aparcado frente a su casa con el depósito lleno de gasolina y con una nota escrita:

Disculpe por haber tomado prestado su coche ayer, lo necesitaba porque tenía una emergencia. Perdóneme; quiero compensar la molestia que pude haberle causado. En el asiento del piloto le he dejado dos entradas para que vaya a ver un partido de fútbol mañana a las nueve de la noche.

Cuando el dueño del coche leyó la nota  se quedó pensativo por un momento hasta que finalmente aceptó las disculpas del ladrón. Cogió las dos entradas y se fue a ver el fútbol con su esposa.

Después de haber disfrutado del fútbol el hombre volvió a su casa y para su asombro la encontró saqueada. ¡El ladrón le había robado todo! 


PD:  Nunca confíes en las palabras de un ladrón.

Autora: María Abreu
No hurtaréis, ni engañaréis, ni os mentiréis unos a otros. (Levítico 19:11)




martes, 13 de junio de 2017

EL NIÑO QUE SE ENFADABA POR TODO

Adam era un niño que se enfadaba por todo. Se enfadaba cuando no quería irse a dormir, se enfadaba cuando le controlaban las horas de jugar a los videojuegos, se enfadaba cuando no le daban las cosas que él quería…

..........
......
Cuando Adam se enfadaba chillaba, daba portazos, pegaba puñetazos a la pared, rompía y tiraba cosas al suelo.

En el colegio se metía en peleas por sus frecuentes enfados.

La madre siempre le explicaba que cuando ella se enfadaba no insultaba, no gritaba ni agredía a nadie, pero a Adam le daba igual los consejos de su madre.

Como Adam no sabía controlar sus frecuentes enfados la madre le propuso un juego:

 _ ¿Hijo podemos jugar al semáforo?

_ ¿Qué juego es ese mamá?_ preguntó Adam viendo la tele en su habitación muy enfadado.

_ Es un juego que te ayudará a controlar tus emociones _ explicó la madre.

_ ¡Mmmm! ¡No sé…, creo que será aburrido!_ dedujo Adam.

Pero la madre con palabras dulces logró convencerle. Se sentaron en el suelo con unas cartulinas e hicieron varios semáforos. Luego los pegaron en la habitación, en el salón, en la cocina y en el baño.

 Desde ese momento cuando la madre le decía que ya era hora de parar de jugar a los videojuegos Adam se enfadaba, pero seguidamente leía el semáforo de su habitación que decía:

_ ROJO. Para, no explotes de enfado.


Luego cuando iba al baño y se había terminado el papel de baño, Adam se enfadaba, pero leía el semáforo que decía:

_ AMARILLO. Piensa qué puedes hacer para solucionar lo que pasa.

También cuando entraba en la cocina y encontraba a su madre preparándole una comida que no era su favorita, Adam se enfadaba, pero leía el semáforo que decía:

_ VERDE. Actúa sin gritar ni chillar.

Con el juego del semáforo cada día Adam iba aprendiendo a controlar sus emociones y recuperando los amigos que había perdido por sus frecuentes enfados.

Autora: María Abreu


El que tarda en airarse es grande de entendimiento. Mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. (Proverbios 14:29)



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