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martes, 18 de octubre de 2016

PINOCHO EN EL EDÉN, segunda parte



Pinocho, segunda parte


_ Ya sabía yo que mucho había tardado Blancanieves en comerse la manzana. Y menos mal que no le dio tiempo de convencerme para que  comiera de ese fruto prohibido_ especuló el príncipe felizmente.

 Pinocho y el príncipe dejaron a Blancanieves tirada en el manzano y se marcharon del lugar con mucha hambre. Luego hicieron una parrillada y se comieron a los tres cerditos. Y para no aburrirse, le pusieron nombres  a cada animal desconocido,  pero en el fondo se sentían solos.

_ ¡Echo de menos a Blancanieves, era muy bella, dulce y frágil_ se lamentaba el príncipe.

_No le hagas caso a esos sentimientos, es pura lástima y eso te hace ser débil_ expuso Pinocho muy pensativo.

Segundos después se apartó del príncipe y se escondió detrás de un árbol, agarró su teléfono móvil y llamó a la malvada bruja:

_ ¡Hola amiga bruja, ya he cumplido tu plan! ¿Tanto te molestó que Blancanieves fuera más bella que tú?

_ No, en este caso no me molesta. ¡Sólo me divierto un poco!_ respondió la bruja entre risas.

_ ¿Y por qué la convertiste en una manzana,  luego hiciste que el príncipe la mordiera y ahora la has matado?_ preguntó Pinocho muy confundido.

_ Porque no quiero que el príncipe descubra el amor y tampoco quiero que tú descubras la verdad. Porque la verdad hace que las personas sean libres y el amor lleva consigo el perdón _ explicó la malvada bruja furiosa.

Pinocho sorprendido sintió la curiosidad de conocer la verdad y la curiosidad de saber cómo sería el príncipe si llegara a conocer el amor. Así que no se lo pensó dos veces, colgó la llamada y se fue a hacerle una pregunta al príncipe:

_ ¿Príncipe, qué sientes por Blancanieves?

_ ¡Siento lástima  porque ha muerto! _ respondió el príncipe.

_ ¿Sabes qué es el amor? _ preguntó Pinocho muy inquieto.

_ ¿El amor? ¿Qué es eso? _ preguntó el príncipe confundido.

_ No lo sé, pero tenemos que descubrirlo…, tengo una idea_ dijo Pinocho.

_ ¿Cuál es tu idea? _ preguntó el príncipe.

_Tengo un amigo que antes era ladrón y conoció a un hombre sabio y ya dejó de robar. Él nos puede ayudar a encontrarlo para que nos diga qué es el amor y qué es la verdad.

_ ¿Y quién es ese amigo? _ preguntó el príncipe.


_ Ese amigo es el gato con botas_ respondió Pinocho a la vez que agarraba su teléfono móvil para hacerle una llamada perdida porque no tenía saldo suficiente.

El gato con botas le devolvió la llamada y Pinocho le contó parte de lo sucedido y  quedaron para verse a la orilla del río al Norte del jardín.

Pinocho y el príncipe se subieron en un asno y se marcharon al Norte hasta que se encontraron con el gato con botas.

_ ¡Hola príncipe! Bájate de ese asno, lo primero que debes saber es quién eres realmente. Ven súbete en uno de estos caballos, eres un príncipe_ ordenó el gato con botas.

_ ¡Gracias amigo! _ dijo el príncipe a la vez que se subía en el caballo.

_ ¿Y Blancanieves por qué no vino? _ preguntó el gato con botas.

_ Blancanieves se quedó echándose una siesta debajo de un manzano_ respondió Pinocho tranquilamente.

_ ¡Veo que te crece la nariz al decir eso!_ indicó el gato con botas entre dudas.

_ Eso no es cierto. Blancanieves está muerta porque comió del fruto prohibido, y menos mal que murió antes de seducirme a que lo comiera_ explicó el príncipe aliviado.

_ ¿Pero tú quién piensas que eres? Eres un príncipe, no eres Adán y Blancanieves no es Eva. Ella simplemente ha comido la manzana envenenada de la malvada bruja_ le reprochó el gato con botas.

_ Pues yo pensaba que lo era,  porque me dormí en el suelo y cuando desperté me encontré con ese manzano sospechoso y le tenía mucho miedo_ dijo el príncipe confundido.

_ El miedo hace ver cosas que no son. Vete ahora mismo en el caballo y trae a Blancanieves, la llevaremos donde el hombre sabio para que nos ayude con todo esto_ dijo el gato con botas preocupado.

El príncipe se marchó en su caballo hacia el manzano en busca de Blancanieves la cogió en sus brazos  y al llegar nuevamente al Norte dijo:

_ ¡Aquí está Blancanieves! ¿Ahora qué hacemos?

_ Subir a la montaña en busca del hombre sabio_ respondió el gato con botas en medio de un suspiro.

Cuando subieron a la montaña encontraron al hombre sabio incendiando una zarza.

_ ¡Hola hombre sabio! Quiero pedirte el favor de que ayudes a mis dos amigos a conocer la verdad y el amor_ comentó el gato con botas un poco cansado.

El hombre sabio se acercó a ellos y con voz dulce les dijo:

_Pinocho, al llegar a mí, ya has conocido la verdad, ahora sólo debes seguirla. En cuanto a ti joven príncipe, ya el amor está en tu corazón, sólo debes comenzar a amar.

_ ¡Gracias hombre sabio, pero también quiero que me hagas el favor de resucitar a Blancanives _ señaló el príncipe preocupado con Blancanieves entre sus brazos.

_ Eso te corresponde hacerlo a ti. ¡El amor todo lo puede!_ dijo el hombre sabio a la vez que daba la espalda y se marchaba.
 
Minutos después todos bajaron de la montaña preocupados porque no sabían cómo resucitar a Blancanieves.

Cansados, se sentaron debajo de un árbol y el príncipe encontró un colgante en el suelo con el corazón del soldadito de plomo. Luego miró con ternura a Blancanieves  y dijo:

_ ¡Te quiero!

Después se acercó y le dio un beso. En ese mismo instante Blancanieves resucitó y el príncipe le regaló el colgante como símbolo de su amor.

_ ¡Está viva, está viva! _ gritaban saltando de felicidad el gato con botas y Pinocho ya con su nariz en su estado natural.


 En ese mismo instante el espejo de la malvada bruja se rompió en mil pedazos. Y al no tener a quien manipular, se aburría en gran manera, hasta que al final murió porque no soportó que reinara la verdad y el amor.

El príncipe y Blancanieves se casaron y tuvieron siete enanitos. Pinocho y el gato con botas  jugaban con ellos y todos fueron muy felices.


Fin
Autora: María Abreu


lunes, 17 de octubre de 2016

PINOCHO EN EL EDÉN, primera parte


Pinocho, primera parte


En el centro de un lejano bosque había un bello jardín donde vivía un joven príncipe. Cerca de allí, vivía también una malvada bruja que se divertía realizando hechizos a los habitantes del bosque.

Un buen día la malvada bruja se fijó en el joven príncipe y lanzándole unos polvos mágicos lo durmió tendido en la tierra durante varios días. 


Cuando el viento sopló el príncipe se levantó del polvo pensando que era Adán. Confundido comenzó a caminar por el jardín creyendo que era el jardín del edén. En su caminar, a lo lejos descubrió un manzano y subido en la rama de este vio a un hombrecillo al cual la malvada bruja manipulaba.

_ ¡Hola joven príncipe!

_ ¿Quién eres? _ preguntó el  príncipe


_ Soy Pinocho, tu amigo y compañero de este jardín.

_ ¿Y por qué tienes la nariz tan larga? _ preguntó el joven príncipe.

_ ¡Ah! No es nada, es de tanto estornudar por la alergia del polen. ¡Ya sabes… Aquí hay muchas flores!

_ Bueno ya se te pasará. ¿Por cierto, has visto por aquí al hombre sabio? _ preguntó el joven príncipe.

_ El hombre sabio no está por aquí, pero tenemos permiso para comer de todas las frutas de este jardín _ dijo Pinocho.

_ ¡Ah muy bien! Pero según la historia hay una fruta de la que no podemos comer _ reflexionó el joven príncipe  mirando fijamente las manzanas.

_ Las historias, historias son. ¡Mira qué ricas se ven estas manzanas! Puedes comer las que quieras. Si comes por lo menos una, serás un hombre súper sabio _ explicó Pinocho.


_ ¡Pues yo quiero ser súper sabio!_ expresó el joven príncipe cogiendo una manzana en sus manos y cuando la mordió ésta se revolvió con un fuerte grito.

El príncipe muy asustado la dejó caer en el suelo y en ese instante la manzana se convirtió en una hermosa mujer llamada Blancanieves.

_ ¡Vaya susto que me has dado mujer! _ suspiró el príncipe.

_ Mi nombre es Blancanieves.

 _ Yo soy A… Espera… Que yo recuerde…, tú serás la mujer que me seducirá a comer la manzana… Y si la como, el hombre sabio nos echará de este jardín y me pondrá a trabajar la tierra _ indicó el príncipe atemorizado.

_ ¿De qué hablas?_ preguntó Blancanieves confundida.

_ Simplemente te quiero dejar claro, que no se cumplirá la historia: No seré expulsado de este jardín por tu culpa, ni tendremos dos hijos. Y si el hombre sabio me expulsa, que sepas que no te construiré una casa _ sentenció el príncipe.

_ Pues yo también te quiero dejar claro que estamos en igualdad de condiciones.  ¡Puedo construir mi propia casa !_ decretó Blancanieves  entre gritos.

_ ¿ Ah si ? ¡Echemos un pulso a ver si es verdad que estamos en igualdad de condiciones!_  bromeó el príncipe entre risas.

 _ ¡Pero joven príncipe no discutas tanto, ya has comido la manzana! _ dijo Pinocho.

_ ¡Eso no es cierto. Sólo le pegué un mordisquito! _ explicó el  príncipe sin quitar la vista del manzano.

Minutos después los tres se marcharon del manzano y cada uno decidió construir su propia casa. El príncipe y Pinocho la construyeron totalmente de madera laminada mientras que Blancanieves la construyó con palos de madera cubriéndola con  ramas de los árboles.

Una noche, mientras todos dormían, llegó un lobo y comenzó a soplar sobre la casa de Blancanieves. El lobo sopló y sopló y la casa derribó. Blancanieves corrió y salió por la puerta de atrás y cuando el lobo intentó comérsela, ella lo enfrentó con una antorcha encendida y el lobo asustado  se fue corriendo.


Pinocho y el príncipe observaban por la ventana de su casa y entre risas gritaron:

_ ¡Buen trabajo Blancanieves!

Ésta los ignoró e hizo una pequeña fogata y se durmió en el tronco de un árbol.

A la mañana siguiente el príncipe y Pinocho decidieron hervir un té de plantas medicinales, pero ambos se distrajeron contando sus propias historias y la casa se incendió. En ese instante llegó el lobo y cuando se acercó, comenzó a quemarse con los restos de la casa en llamas, así que salió corriendo y se tiró en el río del jardín diciendo:

_ ¡Ni siquiera me dio tiempo de soplar sobre la segunda casa!

Pero en ese momento sintió que algo nadaba cerca de él y mirando a su lado dijo:
 
_ ¡Uy, qué pato más feo!

_ ¡No soy un pato, sé muy bien quién soy!

_ ¿Y quién eres?_ preguntó el lobo un poco escéptico.

_ ¡Soy un hermoso cisne!

_ ¡Vaya historia! _ dijo el lobo aburrido mientras salía del agua para acostarse en el suelo y secarse al sol.

Pinocho y el príncipe salieron corriendo del fuego y se lamentaban  porque al igual que Blancanieves se habían quedado sin casa.

Más tarde, los tres caminaron por el jardín con mucha hambre y Pinocho los guió nuevamente  al  manzano.

Mientras que en el bosque, lejos del jardín, la malvada bruja veía todo desde su espejo mágico y llamó por el teléfono móvil a Pinocho diciéndole que convenciera a Blancanieves para que se comiera la manzana envenenada. Pinocho manipulado por ésta, colgó la llamada, se acercó a Blancanieves y le preguntó:

_ ¿Tienes hambre?

_ ¡Sí, tengo hambre y me apetecería comer mucha carne!_ dijo Blancanieves mirando a su alrededor.

_ ¡Pero la carne engorda! Es mejor que seas vegetariana y comas esta manzana para que mantengas ese tipazo _ comentó Pinocho con voz seductora.

_ Pero no puedo comerla, porque cada manzana es un mundo. La vida y la muerte pueden estar en poder de la manzana.

_ ¡Ah, no hagas caso, son historias! _ dijo Pinocho mientras le crecía la nariz.

Blancanieves con la ilusión de mantener su figura y seducida por la voz de Pinocho se acercó y comió la manzana y en ese mismo instante murió… Leer la segunda parte: Pinocho en el edén, segunda parte



Autora: María Abreu



lunes, 10 de octubre de 2016

El fantasma del viejo castillo


Desde un viejo castillo se escuchan los sonidos más espeluznantes bajo la ligera luz de la luna. El aire, sí, el aire frío, hacía que esos tenebrosos sonidos viajaran y llegaran hasta las casas de los habitantes del pueblo cercano.

A veces, algunos habitantes del pueblo consiguieron ver una figura blanca que volaba por los alrededores del castillo. También por momentos distinguieron unos ojos brillantes y alargados que se asomaban por la ventana acompañados de un aterrador sonido.

_ ¡Es un fantasma!_  exclamaban algunas personas atemorizadas.

_ ¡Parecen gritos de brujas!_ decían otros acobardados.

_ ¡Es el fantasma de la ópera!_ bromeaba el viejo Baldomero sin miedo alguno.

Sin embargo, nadie jamás había declarado escuchar algo igual. Por lo que la situación era inquietante y el miedo seguía aumentando entre los habitantes del pueblo.

Una noche, un joven llamado Martín se envalentonó y reunió a unos hombres y mujeres para que subieran con él al castillo para cazar el fantasma.

Cuando la manecilla del reloj rozaba la media noche el joven Martín se marchó con sus seguidores al viejo castillo alumbrando el camino con linternas.

No obstante, entre los matorrales, el miedo era tan grande, que hasta el salto de una rana, la luz amarilla de una libélula o el crujir de las hojas secas bajo sus pies les hacían saltar de miedo e incluso las linternas se les caía de sus manos temblorosas.

En cada paso, la noche se tornaba fría, oscura y  silenciosa…, y por momentos, el silencio de la noche era desgarrado por los terroríficos gritos procedentes del viejo castillo. Pero Martín y sus acompañantes no retrocedieron y continuaron su camino.

Cuando llegaron al castillo se detuvieron frente a la gigantesca puerta cubierta por telarañas y mirándose unos a otros con voz temblorosa se preguntaban:

_ ¿Quién entra primero?

_ ¡Martín!_ respondieron todos titiritando de miedo.

Con el pánico invadiéndole en lo más profundo de su ser a Martín no le quedó más remedio que asumir el reto. Dando unos pasos hacia adelante se hacía hueco entre las telarañas de la puerta para poder entrar al castillo.

De pronto, un sonido seguido de un espantoso grito chirriante, luego la temible figura blanca flotaba alrededor de ellos. Todos saltaban, gritaban, se abrazaban, se apretaban las manos. Y Martín protestó:

_ ¡Enciendan las linternas!

Se volvió a escuchar el grito lastimero y estridente y Martín logró alumbrar al fantasma  haciendo un gran descubrimiento. Era una blanca lechuza que más que volar  parecía que flotaba cazando insectos.

_ ¡Aaaaahhhh!_ suspiraron todos con la mano en el pecho.

Desde ese descubrimiento todos dormían tranquilos en el pueblo incluyendo el viejo Baldomero que nunca creyó en los fantasmas.


Amiguito/a cuando veas una figura blanca en la oscuridad o escuches sonidos raros debes estar tranquilo, porque quizás una lechuza se ha metido por algún agujero de la casa simplemente buscando insectos. ¡Es mejor vivir sin miedo!

Autora María Abreu

En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Salmos 4:8)






miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL CIELO ES EL LÍMITE


Amanecía, y parecía que los rayos del sol pintaban de amarillo las hojas de los árboles motivando a que las aves comenzaran sus aleteos, y volaran en busca de comida.

Un gorrión que se bañaba con los rayos del sol, aún permanecía en la rama de un frondoso árbol soñando despierto:

_ ¡Es un nuevo amanecer! ¡Una nueva oportunidad para hacer realidad mi sueño!

Seguidamente alzó su pico y mirando hacia el cielo agitó sus alas y comenzó a volar manteniendo un buen equilibrio. En la velocidad del vuelo el viento era como un suave silbido en su cara haciéndole sentir una sensación agradable.

Más desde lo alto de un pino un pajarraco observaba con incredulidad el intento del gorrión de volar muy alto  y comenzó a gritarle:

_ Estás limitado para volar alto, recuerda que eres un gorrión.

_ ¡No es sólo volar lo que importa, sino alcanzar las alturas! _ respondió el gorrión mientras aleteaba con más fuerzas.

Manteniéndose en vuelo por varias horas, le cogió la noche y aún en la oscuridad conservaba su vuelo.

Pero un cuervo que estaba en la cima de una montaña balanceándose en un columpio que colgaba de un árbol, al percatarse del vuelo del gorrión entre burlas le vociferó:

_ ¡Vuelve atrás,  tú no naciste para volar de noche, ni tienes ojos de búho!

_ ¡Las noches siempre tienen la luz de la luna, para mostrarte senderos luminosos!_ le cantó el gorrión.

Al escuchar esto el cuervo sintió gran enojo y acercándose al gorrión le dio un picotazo hiriéndole en una de sus alas.

Dolorido, el gorrión pensó en descender y volver atrás; pero pensó que estaba cerca y que podía seguir luchando.

Y de pronto, un viento tempestuoso comenzó a soplar tan fuerte que el gorrión pensó que le estaba golpeando la cabeza, y sintió tanto miedo que quiso descender y volver atrás.

Asustado, utilizó sus párpados y limpió sus lágrimas, luego cerró los ojos contra el viento hasta transformarlos en dos pequeñas rayas. Y luchó contra el viento agitando sus alas con más fuerzas y gritó:

_ ¡El cielo es el límite!  ¡Yo nací para lograr cosas grandes! _Y una vez más apuntó su pico hacia el cielo azul y continuó volando.

Finalmente cuando llegó a las alturas el gorrión descubrió una maravillosa cumbre donde los colores del arcoíris formaban un puente sobre la copa de cada árbol. Estos árboles producían ricos alimentos y sus hojas dejaban caer frescas gotitas de agua.

Balanceándose sobre una hamaca, disfrutando de un buen manjar y bebiendo una copita de agua fresca, el gorrión cruzó sus patitas y pensó:

_ ¡Vale la pena aprender a superar nuestras limitaciones!
Autora: María Abreu

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9)

(Isaías 11: 6-9)




jueves, 28 de julio de 2016

EL ÁRBOL DE LA VIDA


Sobre la tierra de un colorido jardín, lloraba un diminuto grano. Allí se lamentaba con gran tristeza porque se comparaba con la belleza de las flores que vivían en el lugar.

Las flores eran la atracción del jardín, mientras que al diminuto grano nadie lo tomaba en cuenta. Y para su pesar, sentía que se estaba arrugando y que poco a poco se le iba quitando la piel. Estaba muriendo lentamente…

Dolorido sobre la tierra, se movía, lloraba y pedía auxilio:

_ ¡Me estoy muriendo!

Algunas flores miraban hacia abajo con indiferencia y otras lo ignoraban dándole la espalda.
Finalmente el diminuto grano murió y nadie le echó de menos. Parecía que todo había acabado…

Pero en un momento en el que las flores del jardín estaban charlando sobre de qué color se vestirían ese día, vieron que algo empezaba a moverse en la tierra. Primero la raíz, luego el tallo, después las hojas.


El diminuto grano muerto había brotado y comenzaba a crecer de tal manera que sus ramas conectaban con el cielo, sin que las flores del jardín entendieran qué estaba pasando.

Increíblemente el diminuto grano había renacido convirtiéndose en el árbol de la vida produciendo frutas que servían para la sanidad de los habitantes del lugar.

Sus frutas eran tan ricas en vitaminas que todos los días venían hacia él habitantes de diferentes lugares para recibir sanidad y regocijarse.

Desde ese momento el árbol de la vida fue más admirado y valorado incluso por las flores del jardín que antes lo habían ignorado.

Con este proceso el diminuto grano comprendió que para alcanzar las alturas y llevar frutos a veces hay que pasar por momentos dolorosos.

Autora: María Abreu


En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto. (Juan 12: 24)




jueves, 30 de junio de 2016

EL ÁRBOL DE LOS ANTIVALORES

En la guarida de un denso bosque vivían dos malvadas brujas que se pasaban el tiempo haciendo hechizos y preparando pócimas mágicas.

Un día, aburridas de hacer siempre lo mismo, decidieron salir de la guarida para dar un paseo por el bosque subidas en sus escobas voladoras. 


 

Mientras volaban observaron a unos loros y a unas ardillas en las ramas de un frondoso árbol compartiendo amablemente nueces y frutas.

_ ¡No me gusta la amistad que hay en ese árbol! _ gruñó la bruja Mariza.

_ ¡Uhh, tengo una idea! ¡Destruyamos ese árbol y construyamos el árbol de los antivalores! _ refunfuñó la bruja Nahia.

_ ¿Qué son los antivalores?­_ preguntó la bruja Mariza.

_ ¡Los antivalores son una forma incorrecta y dañina de actuar! _ explicó la bruja Nahia

_ ¡Ahh, esa es la manera en la que nosotras siempre actuamos! _ comprendió la bruja Nahia.

Entre risas ambas brujas lanzaron unos polvos mágicos y destruyeron el frondoso árbol.

_ ¡Ahora construyamos el árbol de los antivalores! _ gritaron ambas.

La bruja Nahia fumando un cigarro lanzó humo negro por la boca y gritó:

_ El antivalor de la enemistad es para las raíces, el antivalor de la desobediencia es para el tronco. Los antivalores de la envidia, el egoísmo, la pereza, el orgullo, el prejuicio y la suciedad son para las ramas.

También la bruja Mariza fumando un cigarro y lanzando humo negro por la boca vociferó:

_Los antivalores del odio y la venganza son para todas las hojas.

De esta manera ambas brujas construyeron el árbol de los antivalores. Era un árbol feo, seco, negro y tenebroso; que evidentemente destruyó la paz y la amistad entre las ardillas y los loros.

Las ardillas cambiaron la amistad por la enemistad y los loros cambiaron el canto por palabras malsonantes ofendiendo en cada momento a las ardillas.

Los animales se odiaban y se peleaban entre ellos de tal manera, que la convivencia en el árbol de los antivalores era insoportable.

Ante este acontecimiento las brujas celebraban con mucho orgullo el gran trabajo que habían hecho.

Pero de repente, se asustaron al ver llegar al hada del bosque que se les acercaba diciéndoles:

_ El único valor que puede destruir todos los antivalores es el amor.

En ese instante el hada del bosque lanzó un beso de amor sobre el árbol haciendo que cada antivalor cayera al suelo reventado.

Después de esto empezó a renacer y a florecer el frondoso árbol devolviendo la amistad y la armonía entre las ardillas y los loros.

Ante este acontecimiento las brujas temblaron de miedo. Y el hada del bosque lanzándoles un lazo de luz las arrojó a sus guaridas dejándolas encerradas para siempre.

 Autora: María Abreu

 

El amor es sufrido, es benigno; no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; (1 Corintios 13:4-8)

 



martes, 7 de junio de 2016

LOS POLLITOS GEMELOS




Una gallina que vivía en un pequeño corral sintió que le había llegado la hora de poner un huevo. Y antes de poner el huevo hizo un nido con suaves pajas.

Momentos después, puso su apreciado huevo sobre el nido y se quedó allí calentándolo. Cuando llegaba la noche, la gallina leía cuentos infantilescon valores al bebé pollito que aún estaba dentro del cascaron.

Muchas veces estaba tan ilusionada que pensaba cómo sería su bebé pollito:

_ ¿Será marrón, negro o amarillo? ¡No me importa el color, lo importante es que salga sano!_ afirmaba con mucha dulzura, acariciando el huevo con una de sus alas.

Una noche mientras calentaba el huevo, la gallina sintió que algo se estaba moviendo dentro del cascaron. Apartándose miró fijamente cómo un pollito comenzó a picar el cascarón hasta que sacó una patita y luego la otra. Con mucho esfuerzo salió del huevo carraspeando y tosiendo un poco.

Segundos después salió otro pollito del mismo huevo piando:

_ ¡Pí o, pí o, pío, pío pío!

La gallina se quedó sorprendida al descubrir que habían salido dos pollitos del mismo huevo. Eran dos pollitos gemelos, amarillos e idénticos.

La mamá gallina estaba tan feliz que rápidamente los cubrió bajo sus alas.

Momentos después, llegó papá gallo de trabajar. Cuando la gallina le mostró a los bebés pollitos se desmayó, patas arriba al descubrir que eran gemelos.

Rápidamente la mamá gallina se acercó al gallo y echándole aire con sus alas le despertó del desmayo. Finalmente decidieron ponerle nombres a los bebés: a uno le pusieron Piolisto y al otro Lito.

Pasados los meses los pollitos iban creciendo. Aunque físicamente eran idénticos, en su forma de ser eran muy diferentes.

Piolisto era un pollito tan inquieto y travieso, que cada vez que su hermano el pollito Lito se acurrucaba bajo las alas de mamá gallina, él corría y tomándolo por las patitas lo sacaba a rastras de debajo de las alas de mamá gallina.

Luego salía corriendo y se subía sobre el techo del corral. Cada vez que papá gallo veía esta situación, ponía una de sus alas sobre su frente y gritaba:

_ ¡Dios mío, dame paciencia! ¡Esto es grande ser padre!

Segundos después gritaba desesperado:

_ ¡Piolisto baja de ahí, puedes caerte y hacerte daño!

Y así iban pasando los meses. Piolisto haciendo de las suyas y Lito pintando y leyendo tranquilamente.

Papá gallo y mamá gallina estaban preocupados por el comportamiento inquieto de Piolisto. Los pollitos eran muy distintos y no encontraban la manera de educarlos basados en sus diferencias.

Una tarde, mientras merendaban en la terraza del corral vieron al pollito Piolisto salir de su habitación con sus plumitas amarrillas bien estiraditas y pateando una pelota.

_ ¡Ya lo tengo!_ exclamó papá gallo.

_ ¡Qué dices cariño!_ preguntó mamá gallina.

_ Debemos inscribir al pollito Piolisto en una escuela de fútbol. Creo que le gustará, es una actividad que le permitirá estar en movimiento.

A mamá gallina le pareció muy buena la idea. Cuando se lo comunicaron a Piolisto éste  piaba de alegría sin parar de saltar.

_ ¡Pío pío pío, pío pío pío!

Una vez inscrito en la escuela de fútbol, sus padres siempre le apoyaban yendo a verlo jugar.

Pasados algunos años el pollito Piolisto se convirtió en el mejor futbolista del equipo amarillo. Disfrutaba haciendo lo que realmente lo gustaba hacer.

Mientras tanto el pollito Lito se desarrolló en la pintura convirtiéndose en un gran pintor quien también disfrutaba con su verdadera vocación.

De esta manera, con amor, negociación y orientación ambos padres lograron que sus hijos fueran muy felices haciendo lo que a ellos realmente les gustaba.
Autora: María Abreu

Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él. (Proverbios 26:6)



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