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miércoles, 9 de julio de 2014

Un alma y un ángel en el cielo

Un alma que recientemente había subido al cielo caminaba por las calles de oro. En su caminar se encontró con un ángel y éste llevó al alma a dar un recorrido para mostrarle todas las maravillas que había allí.

Mientras caminaban, el alma intentaba buscar la luz del sol, y al no encontrarla preguntó:

_ ¿Aquí no sale el sol?

_ Aquí no hay necesidad de la luz del sol, porque Dios el señor es el que ilumina esta gran ciudad y tampoco existe la noche.

El alma en silencio continuó caminando, ambos pararon cerca del mar y el ángel expuso:

_ Este es el mar, sus aguas son limpias y resplandecientes como el cristal.

Continuaron caminando y en medio de la calle de la ciudad el ángel se detuvo explicando:

_  Este es el árbol de la vida, produce un fruto diferente cada mes y sus hojas son para la sanidad de las naciones.

 Caminando paso a paso  el ángel señalaba:

_ Esas son las grandes mansiones donde vivirán los salvados.

Siguieron caminando y al entrar a un gran salón el ángel comentó:

_ En este salón se hace fiesta por cada pecador que se arrepiente.

Caminaron más adelante y el ángel indicó:

_ En ese trono hay  millones y millones de ángeles  adorando a Dios.

Finalmente entraron a una gran biblioteca y el ángel le mostró unos libros; pero el alma sintió curiosidad al ver que los ángeles no paraban de escribir ni un solo segundo.

_ ¿Qué están escribiendo los ángeles y por qué no paran?_ preguntó el alma.

_ En esos libros se escriben todas las cosas que hacen las personas. Se juzgara a todos por las cosas que están escritas en estos libros según sus obras­_ respondió el ángel.

Luego el alma observó unos libros cerrados y comprendió que los ángeles no escribían en esos libros porque esas personas ya habían muerto.

Dieron unos pasos más adelante y el alma vio en una esquina a un ángel con un rostro resplandeciente de felicidad que escribía en un hermoso libro.

_ ¿Qué está escribiendo el ángel en ese libro? _ volvió a preguntar el alma.

_ Ese es el libro de la vida, ahí se escriben los nombres de todas las personas que se arrepienten.

El alma guardó silencio por unos minutos… luego muy angustiado preguntó:

_  ¿Está mi nombre inscrito ahí?

_ Miraré el listado de los nombres_ dijo el ángel.

_ Sólo espero que el ángel que escribió la historia de mi vida no se le haya olvidado escribir que yo acepté a Cristo en mi corazón_ pensaba en silencio el alma.

_ ¡Tu nombre está inscrito en el libro de la vida! ¡Ven, entra en el gozo del Señor!_ dijo el ángel.

Autora: María Abreu

Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (Apocalipsis 20:15) 


martes, 8 de julio de 2014

El duende travieso


Dentro del interior de un gran árbol vivía un duende burlón y descarado. Muchas veces utilizaba su poder para divertirse haciendo diferentes travesuras.

Un día,  aburrido,  decidió asustar a los animales del bosque para divertirse un poco. La primera víctima que vio fue un sapo. El duende convertido en una serpiente comenzó a silbar:

......
....
_ ¡Sssssss!

En ese momento el sapo que estaba croando cerca de un charco de agua al descubrir la serpiente dio un gran salto y permaneció escondido dentro del charco muy asustado.

El duende rió por unos momentos y, para su sorpresa, cerca de allí, vio a dos ratones que estaban musitando al lado de su casita. El duende convertido en un gato les  maulló:

_ ¡Miau!

Los ratones rápidamente corrieron intentando entrar por el agujero al mismo tiempo. El que más empujó fue el que primero entró.

El duende agarrándose la barriga se tiró al suelo sin parar de reír. Esto empezaba a ser divertido y por eso decidió continuar con sus travesuras.

Caminó mas adelante y vio a una cabra comiendo hierbas. El duende convertido en un lobo aulló:

_ ¡Auuuu!

La cabra al salir corriendo chocó con el tronco de un árbol y baló; pero siguió corriendo por miedo a que el lobo se la comiera.  El duende no paró de reír.

Un hada muy enojada por las pesadas travesuras del duende y conociendo que éste le tenía mucho miedo a los gigantes decidió enviarle uno.

El gigante fue a buscar al duende y al encontrarlo de camino intentó hablarle; pero el duende comenzó a correr muy asustado.

Mientras el duende corría a toda prisa, el gigante apenas tuvo que dar algunos pasos para agarrarlo con dos dedos y afirmó:

_ ¡Tienes miedo!

El duende temblaba de miedo y no le salían las palabras.

_ ¡No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti!_ dijo el gigante y dejándole en el suelo se marchó.

Desde ese momento volvió la tranquilidad al bosque porque el duende dejó de hacer sus pesadas bromas.

Autora: María Abreu
Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:39)


domingo, 6 de julio de 2014

Espejito, espejito...



En una ciudad cualquiera vivía una joven que le gustaba mirarse en el espejo. Todas las mañanas antes de salir a la calle le daba las gracias diciendo:

_ ¡Espejito, espejito, gracias por ayudarme a ponerme tan guapa para deslumbrar a la sociedad!

Dicho esto, solía salir a la calle con una vestimenta espectacular, unos zapatos de tacón y, sobretodo, algo muy importante, un buen maquillaje.

En las tiendas y demás lugares si había un espejo se miraba de lado, de frente y de espaldas. Su reacción ante el espejo era orgullo y a veces inseguridad.

Un día en su habitación mientras limpiaba, el espejo se le rompió. ¿Y qué quedó tras su ruptura? La nada, porque había desaparecido su imagen creando la necesidad de seguir buscando apoyo en uno nuevo.

Rápidamente agarró su bolso y se fue a la tienda a comprar uno; pero cuando iba de camino comenzó a llover fuertemente y corrió a cobijarse en un portal. Para su sorpresa, vio que éste tenía un gran espejo y mirándose en él dijo:

_ ¡Espejito, espejito, gracias por ayudarme a ponerme tan guapa para deslumbrar a la sociedad!

_ ¡Sí que deslumbras!_ dijo un joven que también estaba refugiado en el mismo lugar. Y  luego añadió:

_ El espejo es como la biblia, nos muestra si hay algo qué corregir y nunca miente.

La joven se quedó sorprendida porque creía que estaba sola. Entonces le miró con una dulce sonrisa y le dijo:

_  ¡Muchas gracias, pensaré en lo que me has dicho!_  

Desde ese momento la joven examinaba su conducta habitualmente con lo que decía  la biblia y veía muchas cosas bonitas en su corazón y otras que corregir.

Los dos jóvenes se hicieron muy amigos e iban deslumbrando a la sociedad con su buena conducta.

Autora: María Abreu

El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. (Santiago 1: 23,24)
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sábado, 28 de junio de 2014

El salto a la fama

En un pequeño estanque vivía una ranita de color verde la cual soñaba con ser artista y modelo. Cada día saltaba hacia las hojas que flotaban en el agua para  inflamar su garganta, llenarla de aire  para expulsarlo luego y entonar bien su canción.


Después de un rato cambiaba de escenario y saltaba hacia otra gran hoja. Ahí con sus ojos saltones cambiaba la forma de su mirada, ponía sus manos en su suave cintura y ensayaba con sus piernas largas pasos de modelo.

Su gran amigo el sapito Abelito la observada y la animaba desde el borde del estanque.

Hasta que por fin llegó su gran oportunidad y se  presentó a un casting de cantantes para una productora discográfica y finalmente ganó el concurso con una mayoría aplastante de votos.

Pasaron los meses y la ranita grabó su primer disco y comenzó a viajar por el mundo entero cantando su canción. Vendió millones de discos, ganó un prestigioso premio al mejor álbum musical y la gente la aclamaba.

Fue nombrada por una reconocida revista la ranita más bella del planeta, otra importante revista la nombró la ranita más sexy del mundo. Fue modelo de muchas marcas reconocidas e incluso comió con muchas de las estrellas de las que antes era una de sus fans. Tuvo algunos novios famosos y se sentía feliz porque estaba viviendo su gran sueño.

Había ganado fama, dinero y posición; por eso se construyó una mansión en las alturas de uno de los robles más caros en la mejor urbanización del bosque. 

La mansión tenía una enorme piscina en la que disfrutaba de aguas perfumadas con pétalos de rosas rojas, también poseía un gran gimnasio para mantener su esbelta figura.

No comía insectos ya que su dieta sólo le permitía comer ensaladas de hojas verdes y algunos frutos secos para seguir siendo icono de la moda.

Era noticia mundial y, aunque siempre estaba rodeada de sus fans se sentía muy sola y lloraba cuando nadie la veía.

Había abandonado a sus amigos de la infancia y los momentos importantes no los podía compartir con sus padres porque la fama la llamaba.

Pasados muchos meses comenzó a leer las cartas que le enviaba su amigo el sapito Abelito. Las hojitas estaban secas por el tiempo que llevaban en el buzón.

Se sentía tan vacía y sola que decidió dejarlo todo y volver al estanque para disfrutar con la gente que realmente la amaba, porque la fama un día se acaba y volvemos al mísero olvido.

Pero al llegar al estanque no encontró la manera de integrarse con los suyos y por temor al rechazo se escondió detrás del tronco de un árbol por unos minutos y desde ahí observaba a sus antiguas amigas jugando y saltando de hoja en hoja muy felices en el pequeño estanque.

Se entristeció en gran manera al ver sentado en el borde del estanque al sapito Abelito, el cual estaba escribiéndole una de sus innumerables cartas en una hojita verde. Pasados unos minutos vio una esperanza volando hacia el sapito y éste le entregó la carta para que la llevara al buzón de la casa construida en lo alto de un roble.

La ranita entre lágrimas, sabiendo que la vida está hecha de decisiones dio unos pasos hacia adelante y le llamó. El sapito Abelito no se podía creer lo que estaba viendo y corrió a abrazarla. Las demás ranitas también salieron del estanque para darle una alegre bienvenida.

Al final la ranita comprendió que en lugar de centrarse tanto en buscar el espejismo sobrevalorado de la fama, es mejor disfrutar al máximo de aquellas pequeñas cosas que nos hacen ser realmente felices.

Autora: María Abreu
No te creas más que los otros; recuerda que Dios no tarda en castigar (Proverbios 7:16)



domingo, 15 de junio de 2014

¡Sé quién soy! - Cuento sobre la identidad

En una extensa selva vivía una hiena que criaba a un cachorro de león diciéndole que era un gato y éste se comportaba como un gato, maullaba como un gato y perseguía ratones como un gato.


De esta manera el cachorro de león iba creciendo con un sentimiento distorsionado de su identidad.

Pasados los años el cachorro de león fue creciendo hasta que se hizo un león adulto delgado y débil. Un día aprovechó que la hiena estaba cazando lejos de su guarida para dar un paseo por la selva por primera vez.


En su caminar, se cruzó con una manada de búfalos de robustos cuernos que corrían salvajemente hacia un lugar de la selva donde habían crecido ricas hierbas y ramas verdes.
...... .....
El león al verlos maulló muy asustado y se apartó del camino  escondiéndose detrás de un gran tronco.

Un búfalo que se había percatado de la presencia del león le pareció rara la conducta, pero siguió corriendo para que no lo cazara y se lo comiera.

Luego el león continuó su camino y se encontró con dos tigres que le rugieron de una manera muy desafiante.

El león muy asustado maulló unas cuantas veces. Los tigres no podían dejar de reír ante los ridículos maullidos. El león, atemorizado salió corriendo de allí.

Pasadas unas pocas horas todos los animales se enteraron de los maullidos del león y comenzó a ser objeto de burla de todos ellos. En ese momento el león se sintió muy triste y solo por lo que decidió marcharse muy lejos.

Bajo la sombra de un árbol se quedó pensativo. Una mansa paloma posada sobre una rama que le había estado observando le dijo:

_ ¡Veo que no sabes quién eres y por eso no sabes cómo encajar en la selva! ¡Es muy importante que sepas quién eres!

_ ¿Por qué es importante saber quién soy?_ preguntó el león entre dudas.

_ ¡Es importante saber quién eres, porque conociéndote podrás saber cuál es tu función en este mundo! _ explicó la mansa paloma.

_ ¿Y quién soy?_ preguntó angustiado el león.

_ ¡Eres un vencedor! ¡Eres un león! ¡Eres el rey de la selva!_ concluyó la paloma.

.........
..........
Entonces el león empezó a comprender que la hiena lo había criado haciéndole creer que era un inofensivo gatito y se marchó a buscarla. 

Para su sorpresa, cuando llegó a la guarida, se dio cuenta de que ésta le había preparado una emboscada declarándose como su peor enemiga.

Ante los ataques previsibles de la hiena, el león se subió a una gran roca con mucha valentía y desde ahí emitió varios rugidos graves y prolongados marcando así su territorio. Enfurecido y con un repentino coraje le dijo a la hiena:

_  ¡Sé quién soy! ¡Y sé cuál es mi función en éste mundo! ¡Soy un vencedor, un león, el rey de la selva! 

Este fue el último día que el león se cruzó con la malvada hiena.

Autora: María Abreu


Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. (Romanos 8:37)



miércoles, 11 de junio de 2014

El árbol envidioso

Había una vez un hermoso árbol plantado en un gran bosque, con tronco recto y fuerte de color marrón. Sus ramas eran finas, sus hojas de color verde oscuro y sus flores muy llamativas que muchas veces se convertían en ricas frutas.

En su copa había un nido con dos pichoncitos y cada mañana se podía escuchar a la madre de éstos dando la bienvenida al día que comenzaba a través de su dulce canto.
........
.........

Este maravilloso árbol daba sombra y frescor, sus ramas brindaban asientos y cuando éstas jugaban con el viento dejaban caer sus ricas frutas al suelo las cuales servían de suculento alimento.

Sin embargo, a su lado, vivía otro árbol seco, feo y pequeñito que le miraba con mucha envidia.

_ ¿Qué haces para estar tan bello y frondoso? Porque yo lo he intentado y no he podido lograrlo_ preguntó el árbol seco.
..... .....

_ No puedes ser bello y frondoso porque estás podrido de envidia y malos sentimientos en tu interior_ explicó el frondoso árbol.

_ ¿Y qué debo hacer?_ preguntó tristemente el árbol seco con lágrimas en sus dos únicas hojitas.

_ Debes curarte por dentro para que pueda brotar la belleza que duerme en tu interior_ expuso el frondoso árbol.

Entonces el árbol seco reflexionó y decidió sacar todos los malos sentimientos que le habían hecho permanecer podrido y seco durante tanto tiempo. Y desde ese momento la hermosura que había dentro del él comenzó a agitarse haciendo que salieran ramas y hojas verdes, bellas flores y ricas frutas alcanzando así una gran altura.

Ante este interesante acontecimiento ambos árboles lo celebraron  muy felices con un concierto de ruiseñores en sus ramas y se hicieron muy buenos amigos.

Autora: María Abreu

El corazón apacible es vida a la carne; mas la envidia, pudrimiento de los huesos. (Proverbios 13:14)




viernes, 30 de mayo de 2014

La princesa que no quería envejecer


En un gran castillo vivía una joven princesa la cual todos los días miraba en el espejo sus ojos verdes, su largo pelo negro y su cuerpo escultural. Era consciente de su belleza y le preocupaba mucho envejecer; por eso vivía obsesionada con ponerse cremas antiarrugas dos veces al día.

Hasta que un día se cansó de las cremas y los tratamientos de belleza; por esa razón  llamó a uno de sus consejeros para que le diera alguna idea para no envejecer y éste le dijo:

_ Hay un árbol que a las 12:00 en punto de la noche, en su copa nace una hermosa flor blanca, la cual cae al suelo y aquél que logre agarrarla podrá pedir cualquier deseo y le será cumplido.

_ ¿Y cómo se llama ese árbol? _ preguntó la princesa esperanzada.

_ Es el bambú_ respondió el joven consejero.

_ El bambú no tiene flores_ expuso entre dudas la princesa.

_ Sí que la tiene, pero es un gran misterio_ susurró el joven consejero.

_ Entonces llévame a ese lugar para pedir mi más anhelado deseo_ indicó la princesa.

Y así lo hicieron, cada  noche montado a caballo el joven consejero la llevaba al bosque, allí permanecía la princesa con su mirada fija en el bambú para ver el nacimiento de la blanca flor. Sin embargo el joven consejero se quedaba  mirándola fijamente.

Pero conforme iban pasando los meses la princesa se desesperaba y lloraba con la cabeza recostada en el tronco del bambú; porque a las 12:00 de la noche la blanca flor nunca aparecía. Y el joven consejero al ver su sufrimiento se acercó y con voz dulce le dijo:

_ Princesa, es hora de irnos al castillo.

_ No me quiero ir. ¿No ves que van pasando los años? Me saldrán arrugas, me dolerá la cadera y no podré usar tacones; todo por la vejez_ decía la princesa entre lágrimas.

_ No te preocupes por la vejez y, si llega, acéptala de una manera natural dando gracias por todo lo vivido. Realmente basta con sacarle el máximo provecho al día de hoy y ser feliz_ explicaba el joven consejero.

_ ¡No, tú no me entiendes!_ gritó la princesa angustiada.

En ese mismo instante, unos pajaritos se posaron sobre las ramas del bambú e hicieron caca que cayó sobre el hombro de la princesa. Ésta entre gritos, llamó al joven consejero el cual llegó corriendo; pero acto seguido los pajaritos repitieron la misma acción sobre la princesa.

Sin embargo, esta vez, la princesa comenzó a sonreír y al mirar hacia arriba vio que los pajaritos comenzaban a agitar sus alas para irse al sentirse descubiertos.

Entonces la princesa al ver que se escapaban comenzó a correr detrás de ellos entre risas.

Mientras iba corriendo reflexionaba sobre las cosas importantes de la vida y empezó a sentirse libre. En ese instante, cambió de rumbo corriendo con los brazos abiertos hacia el joven consejero.

Éste sentado en el suelo la observaba atónito y, su reacción fue levantarse y esperarla con los brazos abiertos. Se fundieron en un abrazo y segundos después la princesa mirándole a los ojos le dijo:

_ ¡Gracias por este gran momento! El ser humano primero es y, luego decide ser. Mas yo decido ser feliz en mi juventud sin preocuparme tanto por la vejez. Y… definitivamente quiero ser feliz a tu lado.

El joven consejero se quedó sin palabras por unos segundos ante la declaración de la princesa.

_ Yo también quiero ser feliz a tu lado, pues siempre te he amado_ expresó el joven consejero y en ese momento se besaron.

 Los jóvenes se casaron y fueron muy felices incluso en la vejez.

Autora: María Abreu

La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. (Proverbios 20:29)



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sábado, 24 de mayo de 2014

El asaltante del silencio


Cuento sobre el autocontrol


Ramón, un niño de 13 años era atacado continuamente por el asaltante del silencio y, ese asaltante era la Ira que vivía dentro de otro compañero de clases llamado Perencejo.

Perencejo cuando se irritaba arrugaba el rostro y se ponía muy, pero que muy feo y cuando hablaba aumentaba mucho el tono de su voz, también hacía gestos súper exagerados cuando insultaba a Ramón.

Pero ante los insultos, Ramón no le respondía de la misma manera para no poner en peligro su tranquilidad.

Aunque mantener esa tranquilidad a veces era muy difícil; por eso un día pensó en una estrategia para eliminar cualquier resentimiento y odio dentro de él cuando fuera insultado con grotescas palabras.

Así que cada vez que era insultado, en lugar de ponerse triste y comenzar a llorar, se mostraba racional, indolente y tranquilo.

Y esto causó un efecto tan grande y desbastador sobre la Ira de Perencejo, que al no sentirse correspondida, se asfixió en sí misma y explotó desapareciendo por completo.

Autora: María Abreu

La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor (Proverbios 15:1)



lunes, 19 de mayo de 2014

La mariposa que besaba las rosas

Un gran jardín con una pequeña piscina en medio y al lado de la piscina árboles verdes, flores de diferentes colores y unas  plantitas de fresas para el placer de los sentidos.

En este jardín vivía una mariposa que gozaba de los olores de las flores y se posaba al borde de estas para beber del néctar. También algunas tardes se tumbaba sobre sus pétalos para disfrutar de los rayitos del sol.
Pero en el jardín no todo era color de rosas, a veces era atacada por algunos insectos incluyendo al escarabajo. También había días en los que se sentía sola, otros en los que disfrutaba de la compañía de los amigos, momentos en los que sonreía y otros en los que lloraba.

La vida era un desafío constante; pero la mariposa tenía claro que es mejor centrarse en la perseverancia y no en los lamentos. Así que cada día lo disfrutaba al máximo como si fuera el último y por eso besaba las rosas.

Pasaron los años y la mariposa envejeció y también enfermó. La enfermedad era un golpe para su autonomía, porque cada día se iba debilitando e iba perdiendo la libertad de hacer las cosas cotidianas de la vida.

Una tarde acostaba sobre una hoja caída de un árbol, reconocía la fragilidad de la vida y su finitud; por eso oraba y daba gracias a Dios por todo lo vivido hasta que  pasó a vivir a la eterna primavera.

Autora: María Abreu

El hombre dura como la flor del campo, el viento, la rosa y ya no existe (Salmo 103: 15_16)





lunes, 12 de mayo de 2014

LA REBELDÍA DE UN ADOLESCENTE


En una gran ciudad vivía una familia la cual estaba triste porque su hijo Fernando no les obedecía. Este adolescente nunca cooperaba en la casa y siempre gritaba a sus padres.

Sus amigos le tenían mucho miedo porque Fernando mostraba una actitud muy violenta tanto verbal como física, pero esto a él no le importaba, al contrario, le gustaba esta situación porque sentía que  tenía  todo bajo control.

Sus padres estaban muy preocupados y lloraban mucho porque no encontraban la manera de inculcarle la educación y los valores necesarios para que su hijo llegara a ser un hombre de bien en la sociedad. 

 Así que una mañana planearon una salida a las montañas y se lo comunicaron a Fernando el cual les dijo que si le preparaban la mochila con todo lo necesario iría con ellos. Y así lo hicieron sus padres.

Sin embargo, cuando iban de camino Fernando muy enojado daba patadas y puñetazos a los asientos delanteros del coche porque el viaje le estaba pareciendo muy largo y le gritaba al padre para que condujera más rápido.

......
......
La madre muy nerviosa le propuso que cuando llegaran a la montaña jugarían al escondite con la condición de que allí no se podía gritar. A Fernando le pareció algo absurdo e infantil, pero al final aceptó.

Pasaron las horas y cuando llegaron a las montañas Fernando comenzó a contar hasta diez y sus padres se escondieron rápidamente. Luego Fernando comenzó a buscarlos pero al ver que pasaban los minutos e incluso las horas y no podía encontrarlos se desesperó y comenzó a gritar todas las palabras mal sonantes que estaba acostumbrado a decir a sus padres, a los amigos, a los  profesores y a todo el mundo. Pero para su sorpresa, comenzó a notar que sus feas palabras rebotaban y llegaban a sus oídos repetidas veces.

_ ¡Qué horror!_ vociferó asustado al notar que sus palabras chocaban con las paredes de la montaña y regresaban a sus oídos con diferente intensidad.

_ ¡Aquí hay un eco!_ indicó, mientras que el eco nuevamente le devolvió en duplicado el sonido de su voz.
....... ......

Seguían pasando las horas y Fernando continuaba solo sin encontrar a sus padres y, en su caminar un mosquito le picó en una pierna y otra vez comenzó a decir palabras mal sonantes dando patadas y puñetazos al aire. Pero al escuchar que el eco con una gran violencia le devolvía el sonido de aquellas grotescas palabras se puso muy nervioso y se asustó mucho. Entonces en silencio comenzó a pensar que era la hora de intentar cambiar su manera de hablar y actuar porque hasta a él le estaba dando miedo su mala conducta.

Y como ya había llegado la noche regresó al lugar donde había dejado tirada su mochila para ver si encontraba algunas mantas para echarse a dormir. Cuando abrió su mochila se sorprendió al ver que sus padres no sólo le habían dejado mantas, sino también un bocadillo para que cenara.

Con el pan en sus manos comenzó a llorar desconsoladamente y, ahí estaba el eco haciéndole escuchar el dolor de su sufrimiento. Al día siguiente cuando se despertó la primera palabra que dijo con mucha tristeza  fue:

_ ¡Mamá te quiero! ¡Papá te quiero!  ¡Los echo mucho de menos!

El eco le devolvió las últimas sílabas con un sonido suave y agradable al oído.

La madre, que estaba escondida observándolo desde muy lejos con unos prismáticos detrás de una gran roca, al escuchar esas palabras se estremeció su corazón de tal manera que quiso salir corriendo con los brazos abiertos en busca de su hijo. Pero el padre que estaba a su lado le escribió en un papel:

_ ¡Espera, aún no es el tiempo!

Entonces Fernando por primera vez recogió su manta, la dobló muy bien y la guardó en su mochila. Y como no tenía a nadie con quien hablar le dio los buenos días al eco y sonrió al escuchar el sonido duplicado ya que nunca le había dado los buenos días a nadie. Luego comenzó a recoger frutas y desconsolado decía:

_  ¡Cuánto me gustaría compartir estas frutas con mis padres! ¡Los quiero, perdónenme!
Una vez más el eco duplicó estas palabras con sus más bellos sonidos.

Los padres al escuchar tan lindas palabras de arrepentimiento bajaron corriendo de las montañas con los brazos abiertos llamándole y éste al verlos corrió a su encuentro y los abrazó pidiéndoles perdón.

Los padres muy felices jugaron con los sonidos del eco enseñando a Fernando a nombrar las  más bellas palabras…

Autora: María Abreu

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7)



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