Cuentos clásicos

lunes, 31 de octubre de 2016

El burro deprimido


A paso lento cruzaba el burro un riachuelo con la leña sobre su lomo. Cansado y aburrido no dejaba de lamentarse por el peso de la carga:

_ «Hi-aaa, Hi-aaa»

Al caer la tarde, el burro se acostaba sobre las frescas hierbas para descansar; pero aún ahí seguía rebuznando su lamento:

_ «Hi-aaa, Hi-aaa»

Un gusanito cansado de escuchar los lamentos del burro, arrastrándose por el suelo se acercó a decirle:

_ No te quejes tanto por tu destino. A mí me gustaría caminar, saltar, cruzar los riachuelos, sin embargo mi vida es arrastrarme por el suelo corriendo el riesgo de que alguien me pise y me aplaste.

_ ¡Amigo es difícil vivir con cargas todos los días!_ explicó el burro.

_ ¡Tenemos que aprender a llevar nuestro destino con alegría y optimismo; porque si no lo hacemos seremos infelices toda la vida!_ explicó el gusanito.
Autora: María Abreu

 ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. (Salmos 42:5)

Leer el cuento en inglés: The depressed Donkey

jueves, 20 de octubre de 2016

EL ARMIÑO Y LA NIEVE


Sobre los prados de un cercano bosque caían los copos de nieve formados por pequeños cristales de hielo. Los copos descendían y empezaban a cubrir la superficie del prado con un gran manto blanco.

Dentro de una madriguera, un armiño movía su colita con mucha alegría y corría hacia la puerta para ver caer la nieve.

_ ¡Guau!_ exclamó con asombro y admiración.

Sus ojos no se cansaban de ver caer la nieve hasta que se le ocurrió salir a jugar. La nieve era tan blanca y esponjosa que el armiño dejaba huellas tras sus pasos.

_ ¡Oh! _ expresó sorprendido.

El armiño no perdió tiempo y comenzó a divertirse: lanzaba bolas de nieve a los matorrales,  construía  muñecos de nieve y finalmente y lo más divertido…  subió a una  montaña y comenzó a deslizarse en trineo.

Pasadas unas horas cuando el armiño regresaba a casa con su trineo se percató de que un lobo feroz lo estaba observando detrás de unos matorrales así que soltó el trineo y corrió lo más rápido que pudo y se metió en su madriguera.

Muy asustado dentro de su madriguera se miraba en el espejo para comprobar que su blanquísima piel tuviera limpia. Luego con delicadeza deslizó las puntas de sus dedos sobre su cuerpo para examinar que su blanco pelaje aún estuviera suave.

Todo esto porque quería asegurarse de que no se había ensuciado en la huida ya que le gustaba estar siempre blanco y limpio.

La nieve seguía cayendo acompañada de un silencio absoluto.  Hacía frío así que el armiño se preparó una rica cena y un té caliente. Luego se fue a dormir en su delicada cama construida con blanca lana.

Al día siguiente el armiño se asomó a la puerta de su madriguera y descubrió que la nieve estaba compacta y lisa. Se había formado una capa de hielo superficial sobre la tierra.

_ ¡Yupi!_ gritó con alegría.

El armiño muy entusiasmado supo que era la ocasión ideal para salir a practicar snowboard. Muy entusiasmo y  sin perder tiempo agarró su tabla de snowboard y se fue a la montaña.

Pero, mientras el armiño se divertía el lobo feroz se acercó a la madriguera y le tapó la puerta con basura y lodo. Luego se escondió detrás de unos pequeños matorrales a esperar a que el armiño llegara para atacarle.

Pasadas las horas el armiño regresó a su madriguera moviendo su colita de felicidad por el día tan bueno que había disfrutado. Pero sorpresivamente descubrió la puerta de su madriguera tapada con lodo y seguidamente detrás de él escuchó:

_ ¡Eh!

El armiño muy asustado miró el lobo feroz y luego la puerta de su madriguera cubierta de lodo preguntándose:

_  ¿Qué debería hacer? ¿Luchar contra el lobo o darme prisa y quitar el lodo de la puerta aunque se ensucie mi blanca piel?

¿Amiguito/a, tú qué harías en esta situación? ¡Ayuda al armiño a tomar la mejor decisión…!

Autora: María Abreu


Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (Lucas 12: 25)


miércoles, 19 de octubre de 2016

Pensamiento positivo, cuento muy corto


Juan llegó de la escuela y cuando estaba sentado en la mesa comiendo con su padre le confesó:

_ ¡Papá, he suspendido el examen de inglés!

_ ¡Hijo, no digas eso! ¡Tienes que pensar positivamente!_ explicó el padre.

_ ¡Pues estoy positivamente seguro de que he suspendido!_ declaró Juan.

Fin
Autora: María Abreu

Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo 21:22: 22)


martes, 18 de octubre de 2016

PINOCHO EN EL EDÉN, segunda parte



Pinocho, segunda parte


_ Ya sabía yo que mucho había tardado Blancanieves en comerse la manzana. Y menos mal que no le dio tiempo de convencerme para que  comiera de ese fruto prohibido_ especuló el príncipe felizmente.

 Pinocho y el príncipe dejaron a Blancanieves tirada en el manzano y se marcharon del lugar con mucha hambre. Luego hicieron una parrillada y se comieron a los tres cerditos. Y para no aburrirse, le pusieron nombres  a cada animal desconocido,  pero en el fondo se sentían solos.

_ ¡Echo de menos a Blancanieves, era muy bella, dulce y frágil_ se lamentaba el príncipe.

_No le hagas caso a esos sentimientos, es pura lástima y eso te hace ser débil_ expuso Pinocho muy pensativo.

Segundos después se apartó del príncipe y se escondió detrás de un árbol, agarró su teléfono móvil y llamó a la malvada bruja:

_ ¡Hola amiga bruja, ya he cumplido tu plan! ¿Tanto te molestó que Blancanieves fuera más bella que tú?

_ No, en este caso no me molesta. ¡Sólo me divierto un poco!_ respondió la bruja entre risas.

_ ¿Y por qué la convertiste en una manzana,  luego hiciste que el príncipe la mordiera y ahora la has matado?_ preguntó Pinocho muy confundido.

_ Porque no quiero que el príncipe descubra el amor y tampoco quiero que tú descubras la verdad. Porque la verdad hace que las personas sean libres y el amor lleva consigo el perdón _ explicó la malvada bruja furiosa.

Pinocho sorprendido sintió la curiosidad de conocer la verdad y la curiosidad de saber cómo sería el príncipe si llegara a conocer el amor. Así que no se lo pensó dos veces, colgó la llamada y se fue a hacerle una pregunta al príncipe:

_ ¿Príncipe, qué sientes por Blancanieves?

_ ¡Siento lástima  porque ha muerto! _ respondió el príncipe.

_ ¿Sabes qué es el amor? _ preguntó Pinocho muy inquieto.

_ ¿El amor? ¿Qué es eso? _ preguntó el príncipe confundido.

_ No lo sé, pero tenemos que descubrirlo…, tengo una idea_ dijo Pinocho.

_ ¿Cuál es tu idea? _ preguntó el príncipe.

_Tengo un amigo que antes era ladrón y conoció a un hombre sabio y ya dejó de robar. Él nos puede ayudar a encontrarlo para que nos diga qué es el amor y qué es la verdad.

_ ¿Y quién es ese amigo? _ preguntó el príncipe.


_ Ese amigo es el gato con botas_ respondió Pinocho a la vez que agarraba su teléfono móvil para hacerle una llamada perdida porque no tenía saldo suficiente.

El gato con botas le devolvió la llamada y Pinocho le contó parte de lo sucedido y  quedaron para verse a la orilla del río al Norte del jardín.

Pinocho y el príncipe se subieron en un asno y se marcharon al Norte hasta que se encontraron con el gato con botas.

_ ¡Hola príncipe! Bájate de ese asno, lo primero que debes saber es quién eres realmente. Ven súbete en uno de estos caballos, eres un príncipe_ ordenó el gato con botas.

_ ¡Gracias amigo! _ dijo el príncipe a la vez que se subía en el caballo.

_ ¿Y Blancanieves por qué no vino? _ preguntó el gato con botas.

_ Blancanieves se quedó echándose una siesta debajo de un manzano_ respondió Pinocho tranquilamente.

_ ¡Veo que te crece la nariz al decir eso!_ indicó el gato con botas entre dudas.

_ Eso no es cierto. Blancanieves está muerta porque comió del fruto prohibido, y menos mal que murió antes de seducirme a que lo comiera_ explicó el príncipe aliviado.

_ ¿Pero tú quién piensas que eres? Eres un príncipe, no eres Adán y Blancanieves no es Eva. Ella simplemente ha comido la manzana envenenada de la malvada bruja_ le reprochó el gato con botas.

_ Pues yo pensaba que lo era,  porque me dormí en el suelo y cuando desperté me encontré con ese manzano sospechoso y le tenía mucho miedo_ dijo el príncipe confundido.

_ El miedo hace ver cosas que no son. Vete ahora mismo en el caballo y trae a Blancanieves, la llevaremos donde el hombre sabio para que nos ayude con todo esto_ dijo el gato con botas preocupado.

El príncipe se marchó en su caballo hacia el manzano en busca de Blancanieves la cogió en sus brazos  y al llegar nuevamente al Norte dijo:

_ ¡Aquí está Blancanieves! ¿Ahora qué hacemos?

_ Subir a la montaña en busca del hombre sabio_ respondió el gato con botas en medio de un suspiro.

Cuando subieron a la montaña encontraron al hombre sabio incendiando una zarza.

_ ¡Hola hombre sabio! Quiero pedirte el favor de que ayudes a mis dos amigos a conocer la verdad y el amor_ comentó el gato con botas un poco cansado.

El hombre sabio se acercó a ellos y con voz dulce les dijo:

_Pinocho, al llegar a mí, ya has conocido la verdad, ahora sólo debes seguirla. En cuanto a ti joven príncipe, ya el amor está en tu corazón, sólo debes comenzar a amar.

_ ¡Gracias hombre sabio, pero también quiero que me hagas el favor de resucitar a Blancanives _ señaló el príncipe preocupado con Blancanieves entre sus brazos.

_ Eso te corresponde hacerlo a ti. ¡El amor todo lo puede!_ dijo el hombre sabio a la vez que daba la espalda y se marchaba.
 
Minutos después todos bajaron de la montaña preocupados porque no sabían cómo resucitar a Blancanieves.

Cansados, se sentaron debajo de un árbol y el príncipe encontró un colgante en el suelo con el corazón del soldadito de plomo. Luego miró con ternura a Blancanieves  y dijo:

_ ¡Te quiero!

Después se acercó y le dio un beso. En ese mismo instante Blancanieves resucitó y el príncipe le regaló el colgante como símbolo de su amor.

_ ¡Está viva, está viva! _ gritaban saltando de felicidad el gato con botas y Pinocho ya con su nariz en su estado natural.


 En ese mismo instante el espejo de la malvada bruja se rompió en mil pedazos. Y al no tener a quien manipular, se aburría en gran manera, hasta que al final murió porque no soportó que reinara la verdad y el amor.

El príncipe y Blancanieves se casaron y tuvieron siete enanitos. Pinocho y el gato con botas  jugaban con ellos y todos fueron muy felices.


Fin
Autora: María Abreu

lunes, 17 de octubre de 2016

PINOCHO EN EL EDÉN, primera parte


Pinocho, primera parte


En el centro de un lejano bosque había un bello jardín donde vivía un joven príncipe. Cerca de allí, vivía también una malvada bruja que se divertía realizando hechizos a los habitantes del bosque.

Un buen día la malvada bruja se fijó en el joven príncipe y lanzándole unos polvos mágicos lo durmió tendido en la tierra durante varios días. 


Cuando el viento sopló el príncipe se levantó del polvo pensando que era Adán. Confundido comenzó a caminar por el jardín creyendo que era el jardín del edén. En su caminar, a lo lejos descubrió un manzano y subido en la rama de este vio a un hombrecillo al cual la malvada bruja manipulaba.

_ ¡Hola joven príncipe!

_ ¿Quién eres? _ preguntó el  príncipe


_ Soy Pinocho, tu amigo y compañero de este jardín.

_ ¿Y por qué tienes la nariz tan larga? _ preguntó el joven príncipe.

_ ¡Ah! No es nada, es de tanto estornudar por la alergia del polen. ¡Ya sabes… Aquí hay muchas flores!

_ Bueno ya se te pasará. ¿Por cierto, has visto por aquí al hombre sabio? _ preguntó el joven príncipe.

_ El hombre sabio no está por aquí, pero tenemos permiso para comer de todas las frutas de este jardín _ dijo Pinocho.

_ ¡Ah muy bien! Pero según la historia hay una fruta de la que no podemos comer _ reflexionó el joven príncipe  mirando fijamente las manzanas.

_ Las historias, historias son. ¡Mira qué ricas se ven estas manzanas! Puedes comer las que quieras. Si comes por lo menos una, serás un hombre súper sabio _ explicó Pinocho.


_ ¡Pues yo quiero ser súper sabio!_ expresó el joven príncipe cogiendo una manzana en sus manos y cuando la mordió ésta se revolvió con un fuerte grito.

El príncipe muy asustado la dejó caer en el suelo y en ese instante la manzana se convirtió en una hermosa mujer llamada Blancanieves.

_ ¡Vaya susto que me has dado mujer! _ suspiró el príncipe.

_ Mi nombre es Blancanieves.

 _ Yo soy A… Espera… Que yo recuerde…, tú serás la mujer que me seducirá a comer la manzana… Y si la como, el hombre sabio nos echará de este jardín y me pondrá a trabajar la tierra _ indicó el príncipe atemorizado.

_ ¿De qué hablas?_ preguntó Blancanieves confundida.

_ Simplemente te quiero dejar claro, que no se cumplirá la historia: No seré expulsado de este jardín por tu culpa, ni tendremos dos hijos. Y si el hombre sabio me expulsa, que sepas que no te construiré una casa _ sentenció el príncipe.

_ Pues yo también te quiero dejar claro que estamos en igualdad de condiciones.  ¡Puedo construir mi propia casa !_ decretó Blancanieves  entre gritos.

_ ¿ Ah si ? ¡Echemos un pulso a ver si es verdad que estamos en igualdad de condiciones!_  bromeó el príncipe entre risas.

 _ ¡Pero joven príncipe no discutas tanto, ya has comido la manzana! _ dijo Pinocho.

_ ¡Eso no es cierto. Sólo le pegué un mordisquito! _ explicó el  príncipe sin quitar la vista del manzano.

Minutos después los tres se marcharon del manzano y cada uno decidió construir su propia casa. El príncipe y Pinocho la construyeron totalmente de madera laminada mientras que Blancanieves la construyó con palos de madera cubriéndola con  ramas de los árboles.

Una noche, mientras todos dormían, llegó un lobo y comenzó a soplar sobre la casa de Blancanieves. El lobo sopló y sopló y la casa derribó. Blancanieves corrió y salió por la puerta de atrás y cuando el lobo intentó comérsela, ella lo enfrentó con una antorcha encendida y el lobo asustado  se fue corriendo.


Pinocho y el príncipe observaban por la ventana de su casa y entre risas gritaron:

_ ¡Buen trabajo Blancanieves!

Ésta los ignoró e hizo una pequeña fogata y se durmió en el tronco de un árbol.

A la mañana siguiente el príncipe y Pinocho decidieron hervir un té de plantas medicinales, pero ambos se distrajeron contando sus propias historias y la casa se incendió. En ese instante llegó el lobo y cuando se acercó, comenzó a quemarse con los restos de la casa en llamas, así que salió corriendo y se tiró en el río del jardín diciendo:

_ ¡Ni siquiera me dio tiempo de soplar sobre la segunda casa!

Pero en ese momento sintió que algo nadaba cerca de él y mirando a su lado dijo:
 
_ ¡Uy, qué pato más feo!

_ ¡No soy un pato, sé muy bien quién soy!

_ ¿Y quién eres?_ preguntó el lobo un poco escéptico.

_ ¡Soy un hermoso cisne!

_ ¡Vaya historia! _ dijo el lobo aburrido mientras salía del agua para acostarse en el suelo y secarse al sol.

Pinocho y el príncipe salieron corriendo del fuego y se lamentaban  porque al igual que Blancanieves se habían quedado sin casa.

Más tarde, los tres caminaron por el jardín con mucha hambre y Pinocho los guió nuevamente  al  manzano.

Mientras que en el bosque, lejos del jardín, la malvada bruja veía todo desde su espejo mágico y llamó por el teléfono móvil a Pinocho diciéndole que convenciera a Blancanieves para que se comiera la manzana envenenada. Pinocho manipulado por ésta, colgó la llamada, se acercó a Blancanieves y le preguntó:

_ ¿Tienes hambre?

_ ¡Sí, tengo hambre y me apetecería comer mucha carne!_ dijo Blancanieves mirando a su alrededor.

_ ¡Pero la carne engorda! Es mejor que seas vegetariana y comas esta manzana para que mantengas ese tipazo _ comentó Pinocho con voz seductora.

_ Pero no puedo comerla, porque cada manzana es un mundo. La vida y la muerte pueden estar en poder de la manzana.

_ ¡Ah, no hagas caso, son historias! _ dijo Pinocho mientras le crecía la nariz.

Blancanieves con la ilusión de mantener su figura y seducida por la voz de Pinocho se acercó y comió la manzana y en ese mismo instante murió… Leer la segunda parte: Pinocho en el edén, segunda parte



Autora: María Abreu

lunes, 10 de octubre de 2016

El fantasma del viejo castillo


Desde un viejo castillo se escuchan los sonidos más espeluznantes bajo la ligera luz de la luna. El aire, sí, el aire frío, hacía que esos tenebrosos sonidos viajaran y llegaran hasta las casas de los habitantes del pueblo cercano.

A veces, algunos habitantes del pueblo consiguieron ver una figura blanca que volaba por los alrededores del castillo. También por momentos distinguieron unos ojos brillantes y alargados que se asomaban por la ventana acompañados de un aterrador sonido.

_ ¡Es un fantasma!_  exclamaban algunas personas atemorizadas.

_ ¡Parecen gritos de brujas!_ decían otros acobardados.

_ ¡Es el fantasma de la ópera!_ bromeaba el viejo Baldomero sin miedo alguno.

Sin embargo, nadie jamás había declarado escuchar algo igual. Por lo que la situación era inquietante y el miedo seguía aumentando entre los habitantes del pueblo.

Una noche, un joven llamado Martín se envalentonó y reunió a unos hombres y mujeres para que subieran con él al castillo para cazar el fantasma.

Cuando la manecilla del reloj rozaba la media noche el joven Martín se marchó con sus seguidores al viejo castillo alumbrando el camino con linternas.

No obstante, entre los matorrales, el miedo era tan grande, que hasta el salto de una rana, la luz amarilla de una libélula o el crujir de las hojas secas bajo sus pies les hacían saltar de miedo e incluso las linternas se les caía de sus manos temblorosas.

En cada paso, la noche se tornaba fría, oscura y  silenciosa…, y por momentos, el silencio de la noche era desgarrado por los terroríficos gritos procedentes del viejo castillo. Pero Martín y sus acompañantes no retrocedieron y continuaron su camino.

Cuando llegaron al castillo se detuvieron frente a la gigantesca puerta cubierta por telarañas y mirándose unos a otros con voz temblorosa se preguntaban:

_ ¿Quién entra primero?

_ ¡Martín!_ respondieron todos titiritando de miedo.

Con el pánico invadiéndole en lo más profundo de su ser a Martín no le quedó más remedio que asumir el reto. Dando unos pasos hacia adelante se hacía hueco entre las telarañas de la puerta para poder entrar al castillo.

De pronto, un sonido seguido de un espantoso grito chirriante, luego la temible figura blanca flotaba alrededor de ellos. Todos saltaban, gritaban, se abrazaban, se apretaban las manos. Y Martín protestó:

_ ¡Enciendan las linternas!

Se volvió a escuchar el grito lastimero y estridente y Martín logró alumbrar al fantasma  haciendo un gran descubrimiento. Era una blanca lechuza que más que volar  parecía que flotaba cazando insectos.

_ ¡Aaaaahhhh!_ suspiraron todos con la mano en el pecho.

Desde ese descubrimiento todos dormían tranquilos en el pueblo incluyendo el viejo Baldomero que nunca creyó en los fantasmas.


Amiguito/a cuando veas una figura blanca en la oscuridad o escuches sonidos raros debes estar tranquilo, porque quizás una lechuza se ha metido por algún agujero de la casa simplemente buscando insectos. ¡Es mejor vivir sin miedo!

Autora María Abreu

En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (Salmos 4:8)