Cuentos clásicos

jueves, 18 de septiembre de 2025

NO TE JUNTES NI JUEGUES CON ESTE TIPO DE NIÑOS

 

En el recreo de la escuela del frondoso bosque, todos los animalitos salían al patio a jugar.

El zorro Guille siempre iba contento porque le gustaba compartir y divertirse con los demás.

Pero un día se encontró con un grupo de zorros y jabalíes que jugaban de manera brusca: empujaban, gritaban y no respetaban a los demás.

—¡Ven, Guille, juega con nosotros! —le llamaban entre burlas.

Guille, aunque quería tener amigos, dudó. En ese momento recordó los consejos de su abuelo:
—“Si alguien juega mal o se porta mal, simplemente aléjate en silencio.”

El zorrito respiró hondo y respondió:
—No, gracias. No quiero lastimar a nadie.

Y se marchó a jugar con las ardillas, que trepaban felices por los árboles.

De esa manera, Guille descubrió que la verdadera diversión está en jugar con respeto, alegría y buenos amigos.

También comprendió que no se trata de pelear ni de enfrentar a nadie, sino de saber marcharse en silencio con sabiduría.


✍️ Autora: María Abreu

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Proverbios 22:6

CUANDO NADIE TE HACE CASO – Cuento infantil

 


En lo profundo de un bosque vivía un pequeño ratón alegre y juguetón.

Su frase favorita era: “¡Tengo una idea!”


Muchas veces, con sus ocurrencias, se acercaba a los demás animalitos del bosque diciendo:
—¿Podemos jugar a hacer un experimento con estas botellas de plástico?
—No, Lucas, no queremos —respondían.

El ratoncito Lucas, una vez más, se acercaba al grupo y decía:
—¡Tengo otra idea! ¿Podemos echar una carrera?
—No, Lucas, no nos apetece.

Y así estaban los animalitos del bosque, rechazando los juegos, las ideas y el deseo de compartir un rato con él.

Por ello, Lucas se sintió muy triste. Pero mientras se marchaba recordó lo que le había enseñado su abuelita:
—Tu felicidad no depende de los demás. Puedes disfrutar por ti mismo de lo que te gusta.

Lucas respiró hondo, se sacudió las patitas y sonrió.
—Está bien, jugaré yo solo y disfrutaré del momento. ¡Y tengo una idea! Haré un castillo.

Se puso a juntar ramas y hojas, y construyó un hermoso castillo. Mientras trabajaba, cantaba una canción inventada por él mismo. Poco a poco, su alegría y creatividad atrajeron la atención de los animalitos del bosque.

—¡Qué castillo tan bonito has creado, Lucas! —dijo la ranita.
—¿Podemos jugar contigo? —preguntaron las liebres y las mariposas.

Lucas, muy sonriente, respondió:
—¡Claro que sí!

Desde ese día, Lucas comprendió que su felicidad y bienestar personal no deben depender de los demás, sino de su propio interior.


✍️ Autora: María Abreu

"Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en entendimiento, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños."
Éxodo 35:31-32