Cuentos clásicos

jueves, 12 de enero de 2017

EL BUEN PASTOR

Un pastor camina por la colina con su manada de ovejas. Una ovejita distingue en lo alto de la colina un fantástico pasto verde y le dice a su pastor:

_ ¡Quiero ir hacia ese pasto verde que está en la colina!

El buen pastor escucha a la ovejita pero continúa  por el mismo camino, por lo que la ovejita se desespera y vuelve a sugerir:

_ ¡Este camino por el que me estás guiando es muy largo, llévame por ese valle que es más corto para llegar a los pastos verdes!

Mas el pastor permanece en silencio y sigue en la misma dirección.

Desesperada pensando que su pastor no la escucha, la ovejita se aparta y decide escoger el camino por el valle.

Ella no sospecha que el buen pastor no la lleva por ese paso debido a que existe una gran corriente de agua descendiendo por la colina que puede arrastrarla y ahogarla.


PD: La demora de Dios a nuestras oraciones muchas veces es un acto de protección. No te desesperes.

 Autora: María Abreu
Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas. ( Juan 10:11)



EL ÁGUILA Y EL CONEJO

Un conejo blanco llamado Nico vivía en una casita en medio del bosque. La casita estaba bien amueblada y tenía libros de cuentos cortos que leía a sus tres conejitos antes de ir a dormir. Era un hogar cálido y familiar.

Una mañana el conejo Nico salió con sus tres conejitos a los prados del bosque para enseñarles a jugar al fútbol.

Los conejitos corrían detrás de la pelota y daban saltitos de alegría cada vez que hacían un gol.

_ ¡Viene el águila! ¡Viene el águila!_ gritó un conejito que estaba subido en lo alto de una roca observando el entorno.

Cuando el conejo Nico vio al águila persiguiendo a sus conejitos comenzó a correr detrás de ella rogando y suplicando para que no los devorara.

Sin embargo el águila estallaba de risa y sin clemencia alguna se come a uno de los tres conejitos. Alzando el vuelo se va satisfecha haciendo gala de su poderío dejando al pobre conejo Nico dolido y humillado.

Con los ojos llorosos el conejo Nico se queda mirando el vuelo del águila deseando justicia. A partir de ese día vigilaba el vuelo del águila para aprovechar cualquier ocasión para vengarse.

En su guardia una tarde el conejo Nico notó que el águila no estaba anidando a sus huevos. Por lo que aprovechó la ocasión para subir a lo alto del árbol y encontrando los huevos del águila solos los cogió con atrevimiento.

Con los dos huevos metidos en una mochilita bajó del árbol y entrando en su madriguera hizo una rica tortilla francesa de cena.

Cuando el águila llegó al nido y descubrió que sus dos huevos no estaban, lloró amargamente porque tenía la ilusión de ver a sus polluelos jugar y volar libremente. Esto le hizo recordar a los conejitos que jugaban felices por el prado y se sintió muy arrepentida.


PD: Con este alto precio el águila aprendió a no empequeñecer a los demás porque cuando alguien desea justicia, hasta el más débil saca fuerza y valentía.

Autora: María Abreu


 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. (Isaías 40:29-31)